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Con la militarización de LA y la represión a los inmigrantes, a los que llama “invasores”, el peligro de un estallido es muy alto… y también que México acabe arrastrado. Las claves

¿Está Trump incubando la próxima guerra civil en Estados Unidos?

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Resistencia "Si vienen por uno vienen por todos nosotros" (CAROLINE BREHMAN/EFE)
¿Cuál fue la chispa que hizo estallar la protesta y por qué en Los Ángeles?

El viernes 6 de junio, el ICE realizó su primera redada masiva en Los Ángeles, la ciudad de EU con más hispanos (4.8 millones, casi la mitad de origen mexicano). Es también la ciudad donde la comunidad hispana está más organizada.

Después de meses atenazados por el miedo a ser descubiertos y deportados, como vieron en cientos de redadas en el resto del país, los activistas angelinos dijeron basta y animaron a salir a la calle a los inmigrantes a defenderse de la agresión del gobierno federal. Pero la frustración acumulada en cuatro meses de cacería ordenada por el presidente Donald Trump degeneró en vandalismo por encapuchados, que tomaron la calle y espantaron a los que se manifestaron pacíficamente

¿Por qué Trump ordenó el despliegue de la Guardia Nacional en California?

Porque puso en el mismo nivel de gravedad los peores disturbios raciales de la historia de EU, ocurridos en Los Ángeles en 1992, tras la absolución de los policías blancos que golpearon brutalmente a Rodney King —que dejó 60 muertos y cientos de comercios quemados— con los actuales actos vandálicos, cuyo balance no pasa de carros quemados (la mayoría Tesla) y ninguna víctima mortal.

Trump, cuya mayor virtud es difundir bulos, aseguró que los inmigrantes habrían “destruído Los Ángeles hasta los cimientos”, de no haber ordenado el envío de la Guardia Nacional y los marines; por lo que consideró suficiente excusa para ordenar el despliegue sin pedir la autorización del gobernador de California, Gavin Newsom.

Por su parte, el gobernador demócrata acusa al presidente de exagerar la crisis y de abuso de poder, con el único objetivo de exacerbar los ánimos de los más radicales, lo que llevó a la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, a decretar un toque de queda nocturno, por lo que toda persona en la calle puede ser arrestados.

¿Qué dice la Constitución sobre la Guardia Nacional?

Para evitar, precisamente, el abuso de autoridad del presidente, la Décima Enmienda otorga al gobernador de un Estado el poder de solicitar al gobierno federal el despliegue de la Guardia Nacional (o en caso extremo el Ejército) en caso de que lo considere necesario.

Sólo. en caso de incapacidad manifiesta de las fuerzas estatales para reprimir un estallido social o que haya una amenaza que afecte a la nación, se admitiría una intervención del gobierno federal de forma unilateral.

¿Cuántas veces se ha desplegado la Guardia Nacional, sin solicitarlo un gobernador?

En 1954, la negativa del gobernador de Arkansas de cumplir la orden de la Corte Suprema de proteger el derecho de nueve adolescentes negros a estudiar en una escuela de Little Rock, llevó al presidente Dwight Eisenhower a arrogarse, por primera vez, el poder para desplegar la Guardia Nacional de forma unilateral.

Casi una década después, en 1965, el presidente Lyndon B. Johnson envió tropas a Alabama, esta vez para proteger a los manifestantes contra la segregación racial y por los derechos civiles, desafiando al gobernador racista George Wallace y a sus simpatizantes del Ku Klux Klan.

Sesenta años después, un tercer mandatario republicano envió tropas sin solicitarlo, pero no por una excusa noble —proteger a la minoría negra de los ataques supremacistas de la mayoría blanca—, sino por la excusa más vil: acusar a los inmigrantes de todos los crímenes imaginables para envenenar a la opinión pública y que los vean como los “enemigos” de la nación.

¿Hay otra razón para este comportamiento incendiario de Trump?

Sí. La razón es que California deje de ser el mayor granero demócrata del país y la fortaleza que mejor resiste el radicalismo trumpista, gracias a que la mayor comunidad latina de EU (15.7 millones) no se dejaron seducir por los cantos de sirena del republicano en las elecciones de 2024, cuando engañó a los mexicanos de Texas y a los cubanos y venezolanos de Florida, con su falsa promesa de que “sólo” perseguiría a los criminales y no a los trabajadores “honrados y conservadores” como él.

El odio de Trump a los hispanos es general, pero es particularmente intenso contra los que viven en California, por eso ha vuelto a congraciarse con Elon Musk para que multiplique al máximo en su red social X las imágenes de los disturbios en LA y los bulos, para que la opinión pública los vea como criminales e “insurrectos” a lo inmigrantes, y a los demócratas como cómplices.

¿Por qué Trump podría cruzar una línea roja si declara la insurrección en California?

Si Trump invoca la Ley de Insurrección de 1807, como ha amenazado, tendría facultades para ordenar a la Guardia Nacional (o si lo decide el propio Ejército de EU) para que intervenga directamente en el aplastamiento de la rebelión, ayudando a los arrestos y e incluso abriendo fuego, sin causas penales.

Hasta la fecha, los elementos de la Guardia Nacional (que se diferencia del Ejército porque no depende sólo del Pentágono, sino de cada gobierno estatal) se han dedicado a proteger a los edificios federales, mientras cubren las espaldas de los policías que reprimen a los encapuchados.

La “Insurrection Act” reconoce tres supuestos para ser activada: una rebelión interna contra el gobierno de EU, que las fuerzas estatales no sean suficientes para aplastar una rebelión en uno o varios estados y que EU sea invadido o esté en peligro de invasión extranjera.

Tras ser cuestionado recientemente sobre si algunos de los tres supuestos se estaría produciendo en Los Ángeles para autorizar una intervención militar, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, respondió impasible: “Me suenan los tres”.

Nada que ver con el primer mandato de Trump, cuando su secretario de Defensa, Mark Esper, lo convenció para que no enviará a la Guardia Nacional y al Ejército a Minneapolis, tras los disturbios raciales por la muerte de George Floyd; y lo hizo con la siguiente reflexión: “La opción de utilizar fuerzas en servicio activo en funciones policiales sólo debe utilizarse como último recurso y únicamente en las situaciones más urgentes y graves”.

Las declaraciones de ambos jefes del Pentágono reflejan el nivel de radicalismo extremo del segundo gobierno de Trump, y el peligro real de que una militarización o una represión brutal encienda, precisamente, tres mechas que se apagaron con la llegada al poder del demócrata Joe Biden: la protesta racial e ideológica por la represión de Trump, con el regreso a las calles de los movimientos Black Lives Matter y los Antifa; y en el bando opuesto, la contrarreacción de milicias armadas de extrema derecha en apoyo a su presidente supremacista blanco.

De momento, la actual rebelión de Los Ángeles, que se ha extendido a una veintena de ciudades en diferentes estados de EU, se enmarca en el ámbito de la resistencia de los inmigrantes a la crueldad del gobierno, pero el peligro de contagio a otros sectores menospreciados por Trump, como los negros, los estudiantes y las feministas, es muy alto.

¿Por qué se empieza de “anocracia” en EU y cómo podría degenerar en guerra civil?

La catedrática estadounidense Barbara Walter, experta mundial en conflictos y autora del libro “Cómo empieza una guerra civil y cómo prevenirla”, ya advirtió de las señales preocupantes ocurridas bajo el primer gobierno de Trump, como el intento de secuestro de la gobernadora de Michigan, la demócrata Gretchen Whitmer, a manos de una milicia de extrema derecha, atacada por Trump por imponer confinamiento por el COVID-19, y el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 para impedir la ratificación de la victoria de Biden, cuyos participantes fueron calificados como “patriotas” por Trump e indultados el primer día de su segundo mandato.

Sostiene la experta que las guerras civiles actuales no ocurren en autocracias (como Cuba o Venezuela, dada la fidelidad del Ejército al régimen y la debilidad del otro bando), sino en periodo de transición, bautizado recientemente como “anocracia” y que define a un híbrido entre democracia y autocracia, donde los bandos que se oponen a la represión autoritaria tiene aún masa crítica para enfrentarse a los poderes del aspirante a dictador, como aspira a serlo Trump.

“La apuesta por el poder de Trump se basa en una apelación identitaria que alienta esa división en facciones por motivos étnicos: denigra a mexicanos, negros y musulmanes y enfatiza los presuntos agravios que sufren los hombres estadounidenses blancos, cristianos y rurales”, advirtió la experta en guerras civiles, inútilmente, porque, por primera vez, una mayoría aplastante de hombres latinos votaron por Trump en las elecciones de 2024.

Y es en este punto, donde millones de hispanos se han dado cuenta de que se equivocaron gravemente en las urnas, donde México entra en la ecuación del presidente Trump.

¿Podría un agravamiento de la guerra de Trump contra los inmigrantes arrastrar a México?

Sí; y las señales son muy alarmantes, empezando por la militarización de Los Ángeles, la ciudad más mexicana de EU y cerca de la frontera.

Trump ha pasado en menos de una semana de llamar “vándalos” y “criminales” a los inmigrantes envueltos en disturbios, a acusarlos de “invasores con banderas extranjeras”; de ahí la profusión de banderas mexicanas en las escenas de disturbios en Los Ángeles las redes.

Contra toda lógica diplomática, la secretaria de Seguridad Nacional de EU, Kristi Noem, llegó incluso a acusar a la presidenta de México de incitar directamente a los inmigrantes a que se rebelaran en las calles y a pedir “más protestas en Los Ángeles”.

Aunque la respuesta de la presidenta fue un rechazo tajante, declaraciones como las de Noem y el círculo del presidente alimentan la mexicanofobia y deja una última pregunta en el aire: ¿Está incubando Trump una posible invasión a México, aprovechando la creciente rebelión de los inmigrantes?.

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