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Habitantes locales y turistas ahora podrán volver a meterse en las aguas recién recuperadas del Sena

Tras más de cien años, París reabre las aguas del río Sena para bañistas

París reabre las aguas del Sena para bañistas. Se invirtieron 1,400 millones de euros para readecuar la salubridad de este río. (Métropole du Grand Paris)

Después de una semana en que la ola de calor se hizo manifiesta en las calles parisinas, cientos de personas se formaron plácidos en la fila con la promesa de darse un chapuzón en el río Sena; en él, el acto de sumergirse en sus aguas permanecía prohibido desde 1923.

La reciente apertura de tres zonas de baño, situadas en el centro histórico frente a la isla de San Luis, en el muelle de Grenelle y en Bercy, le ha permitido tanto a locales como turistas disfrutar de la “nadada”, disfrutando de la torre Eiffel o el puente de Bir Hakeim como vistas.

El acceso para los bañistas es gratuito y destaca por contar con vestuarios, regaderas e incluso camastros, además de contar con la salvaguardia de socorristas y la disponibilidad de boyas similares a las que usan los nadadores en aguas abiertas.

Para la readecuación de sus aguas, se invirtieron 1,400 millones de euros para garantizar que las condiciones de salubridad fueran aptas en el Sena. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, mencionó que este esfuerzo de recuperación se hizo de manera conjunta entre el Gobierno central, la región y el Ayuntamiento de París, en razón de aquellas competencias de los Juegos Olímpicos que fueron disputadas ahí mismo el año pasado.

Las autoridades analizarán día con día las condiciones sanitarias de estas aguas y, en caso de resultados adversos, se les restringirá el acceso a los bañistas.

“Mis colegas me decían de broma que me iba a enfermar. Y esta mañana, viendo a toda la gente reunida, me hizo clic: esto es real, ya se puede bañar uno en el Sena”.

José, 26 años

“Es una dicha. El agua está muy rica y la vista es excelente. Hice cerca de 500 metros de brazada”.

Lucile, 43 años

“¡Qué delicia! La semana pasada, con la canícula, nos hubiera encantado venir aquí, sobre todo porque las albercas estaban repletas”.

Gaëlle, 53 años

(Testimonios recogidos del diario Le Monde)

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