
Un mes después de la grave injerencia de Donald Trump en los asuntos internos de Brasil, con chantaje arancelario incluido para forzar a la Corte Suprema a que paralizara el juicio contra su aliado el expresidente Jair Bolsonaro, las relaciones entre las dos mayores economías americanas vuelven a su cauce.
“Hemos tenido una reunió excelente; hemos acordado que nuestros equipos se reunirán de inmediato para buscar soluciones a los aranceles y las sanciones contra las autoridades brasileñas”, declaró aliviado el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, tras reunirse durante 50 minutos con Trump este domingo en Kuala Lumpur (Malasia).
Durante la reunión entre Trump y Lula estuvieron presentes el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, y el representante comercial, Jamieson Greer, quienes habían negociado todo el fin de semana con una delegación de Pekín en un hotel de Kuala Lumpur.
Trump, quien hasta hace pocas semanas consideraba a Lula poco menos que un peligroso comunista, afirmó por su parte al inicio del encuentro que iban a lograr “acuerdos muy buenos” y que terminarían teniendo “una relación muy buena”.
Triunfo de Lula
Se trata de un importante triunfo diplomático de Lula y una dolorosa bofetada a Bolsonaro, cuya estrategia de disuadir a Trump para que castigue a Brasil con los aranceles y dañar la economía nacional no sólo fue ampliamente repudiada por los brasileños, sino que ha sido contraproducente para Estados Unidos, que ve cómo la mayor economía latinoamericana y uno de los mercados del mundo optó por acelerar lazos con otros países o bloques comerciales, como China o la Unión Europea,
En paralelo, la apuesta de Lula por el diálogo con el magnate republicano y no concretar su amenaza de aranceles recíprocos parece estar funcionando.
Aunque Trump aprovechó el encuentro con Lula para alabar a Bolsonaro, si finalmente EU retira los aranceles o los reduce al máximo, podría ayudarle, paradójicamente, a ganar de nuevo las elecciones por cuarta vez.