El líder de la izquierda chilena Gabriel Boric fue proclamado este viernes presidente de la República en una solemne ceremonia en el Congreso, cargada de simbolismo y a la que acudió un nutrido grupo de jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo.

"Ante el pueblo y los pueblos de Chile, sí, prometo", dijo el exlíder estudiantil cuando asumió el cargo en un inédito guiño a los pueblos originarios, que representan el 13 por ciento de la población del país.

Con apenas 36 años, Boric se convirtió este viernes en el mandatario más joven de la historia chilena y el primero que no forma parte de los dos bloques que han gobernado el país desde el retorno a la democracia en 1990.

Visiblemente emocionado, Boric recibió la banda presidencial de manos del nuevo presidente del Senado, el socialista Álvaro Elizalde. El joven izquieridsta acudió a la investidura, en la que no lució corbata, acompañado por su pareja, Irina Karamanos, tras desayunar horas antes con dirigentes sociales.

"Vamos a dar lo mejor de nosotros mismos para estar a la altura de los desafíos que tenemos", dijo el mandatario en unas breves declaraciones a los medios a su salida del Senado, ubicado en la costera ciudad de Valparaíso, 150 kilómetros al este de Santiago.

Posteriormente, se subió a un Ford Galaxie descapotable, conducido por una agente de Carabineros, en otra señal inequívoca de que pretende que el feminismo sea un eje central de su gobierno, el primero del continente con más mujeres que hombres.

En el auto le acompañaba además la nueva secretaria del Interior, Izkia Siches, la primera mujer en la historia chilena en ocupar la poderosa cartera.

“UN MEJOR CHILE”

El gobernante se bajó del auto tras recorrer unos metros para saludar a la gente que le esperaba fuera del perímetro de seguridad y partió para la vecina Viña del Mar para almorzar con las delegaciones internacionales.

Tras el almuerzo, partió a Santiago, donde recorrió subido en el descapotable algunas calles céntricas hasta llegar al palacio de La Moneda, sede del Ejecutivo, para pronunciar su primer discurso oficial como presidente.

Para sus primeras palabras como mandatario, Boric se dirigió a miles de seguidores, que lo ovacionaron, desde un balcón de La Moneda y aseguró: "Quiero que sepan que no llegamos aquí solo para llenar cargos, para generar distancias inalcanzables, sino para entregarnos en cuerpo y alma al compromiso de hacer mejor nuestra patria".

En una clara señal de su inclinación política de izquierdas, Boric agregó en su discurso que "cuando la riqueza se concentra solo en unos pocos, la paz es muy difícil”. “Necesitamos redistribuir la riqueza que producen quienes habitan nuestra patria", advirtió.

"Necesitamos reparar las heridas que quedaron del estallido social, y por eso hemos retirado las querellas por Ley de Seguridad Interior del Estado", sentenció Boric en alusión a las revueltas sociales de 2019.

"NUEVA IZQUIERDA"

A la toma de posesión acudieron los presidentes de Perú, Pedro Castillo; Ecuador, Guillermo Lasso; Uruguay, Luis Lacalle Pou; Argentina, Alberto Fernández; República Dominicana, Luis Abinader; Paraguay, Mario Abdo Benítez; y Bolivia, Luis Arcen. Entre tanto, Estados Unidos, en plena guerra de Ucrania, envió a su encargada para las pequeñas y medianas empresas, Isabella Casillas Guzmán.

"Chile es un país tradicionalmente hermano de buenas relaciones con Ecuador desde siempre y teníamos que estar presentes para felicitar al presidente Boric y desearle mucho éxito en su gestión", indicó a Efe el mandatario ecuatoriano, Guillermo Lasso.

En representación de España, acudió el rey Felipe VI, acompañado de la vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz, quien aseguró que con la llegada de Boric "la historia se reconcilia con Chile y abre las puertas a un nuevo futuro".

Por parte del gobierno mexicano, acudió Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Además de las delegaciones internacionales, Boric extendió invitaciones personales a un puñado de personalidades nacionales e internacionales, entre las que se estaba Gustavo Gatica, el joven que se quedó ciego en la ola de protestas de 2019 y se convirtió en todo un símbolo de la violencia policial.

En cambio, el joven líder izquierdista rechazó invitar a delegaciones de las dictaduras de Nicaragua y Venezuela.