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Chile vota si sustituye la Constitución pinochetista por otra de corte neoliberal

La paradoja del plebiscito es que el oficialismo de izquierda defiende que siga la Constitución de la que llevan décadas criticando

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El presidente de Chile Gabriel Boric se fotografía con simpatizantes tras votar en Punta Arenas

El presidente de Chile Gabriel Boric se fotografía con simpatizantes tras votar en Punta Arenas

EFE

Chile celebra este domingo un nuevo plebiscito constitucional, éste redactado por unos constituyentes de mayoría conservadora. Es el segundo intento en cuatro años por cambiar su Constitución vigente, porque en 2022, un texto redactado por una convención dominada por la izquierda fue rechazada categóricamente por el 62% de los ciudadanos.

En esta ocasión, la propuesta nace de un Consejo Constitucional con mayoría de derechas y, sobre todo, de la extrema derecha del Partido Republicano, que se quedó con 23 puestos del órgano, según lo determinaron los electores en mayo pasado.

Este domingo, 15.4 millones de ciudadanos están convocados a las urnas para decidir la suerte de esta carta apoyada por las derechas y rechazada por el oficialismo del presidente Gabriel Boric, el centroizquierda no oficialista y hasta sectores ultras que sobrepasan por la derecha a los republicanos.

Aunque las últimas encuestas conocidas daban una ventaja al voto en contra, se trata de una elección con resultado incierto, entre otras cosas, por el carácter obligatorio del sufragio que recién se repuso hace un año.

“Que gane el sentido común”: Kast

El líder del ultraderechista del Partido Republicano, José Antonio Kast, cuyo partido ha tenido gran peso en la redacción de la propuesta constitucional que se plebiscita este domingo, instó a los chilenos a votar en masa y dijo que espera que “gane el sentido común”.

“Esperamos que hoy sean muchas las personas que emitan su sufragio y que prime la paz, la cordura, la libertad, y que gane el sentido común”, dijo Kast tras depositar su papeleta en un colegio de la zona de Paine, a las afueras de Santiago.

Kast, quien en 2021 perdió la elección presidencial frente al actual mandatario, el progresista Gabriel Boric, eludió cualquier declaración política y aseguró que los análisis deben hacerse esta noche o el lunes, con el sufragio ya escrutado.

De ganar la opción en contra, sigue vigente la Constitución actual y, en el corto y mediano plazo, no habría nuevos intentos. De triunfar la alternativa a favor, el presidente Boric debe firmar un decreto para la promulgación de una nueva carta que su sector político considera que “radicaliza el proyecto neoliberal”, como asegura Domingo Lovera, constitucionalista del Frente Amplio oficialista.

La Constitución vigente fue redactada en 1980, en la dictadura de Augusto Pinochet. Pero desde el comienzo de la transición ha sido sometida a unas 70 reformas, las principales en 2005, durante el Gobierno del socialista Ricardo Lagos. De hecho, la carta actual lleva su firma, no la de Pinochet.

Pero para una parte de la izquierda, sobre todo para la generación del Frente Amplio, siempre había sido la Constitución de Pinochet, la que había que superar. Salvo ahora, cuando la prefieren antes que la propuesta.

“Nunca pensé que iba a defender la Constitución de Pinochet”, dijo en octubre una integrante oficialista en el Consejo Constitucional donde se trabajó el texto que este domingo se plebiscitará.

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Es parte de la paradoja de este referéndum: la propuesta es defendida por las derechas, sobre todo la conservadora del Partido Republicano, que nunca buscó cambiar la Constitución vigente y se sumó muy tarde al proceso. En cambio, la izquierda, cuyo propósito desde hace más de 40 años ha sido reemplazarla por una democrática, la rechaza por considerarla peor que la actual.

“Más vale algo mal que pésimo”: Bachelet

Los expresidentes de Chile emitieron este domingo su voto en el plebiscito para reemplazar la actual Constitución, escrita durante la dictadura de Augusto Pinochet y parcialmente reformada en democracia, con opiniones diversas sobre si aprobar o rechazar una propuesta tutelada por la derecha y la extrema derecha.

Una de las más madrugadoras fue la antigua mandataria socialista Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018), quien cerca de las 9:20 hora local se acercó hasta el Colegio Bicentenario de La Reina, en la región Metropolitana, donde aseguró a los periodistas: “Prefiero algo malo que algo pésimo”.

Convencida de que la propuesta representaría un retroceso respecto de los derechos de las mujeres y la consolidación del machismo, atacó a quienes la han criticado por haber sido clara y haber hecho campaña en favor del rechazo, opción que apoyan tanto la colación de Gobierno como otros movimientos progresistas.

“Cuando todos los expresidentes hombres han dado su opinión, nadie criticó. A la única que criticaron es a mí. Habrá machismo de por medio, digo yo”, aseguró.

“Hay mucha gente que quiere ser presidente, que quiere hacer otras cosas, yo no estoy buscando nada, yo no tengo por qué mentir. Además, las mujeres de Chile saben que en todos mis Gobiernos me preocupé mucho de los problemas de las mujeres, por tanto, cuando yo hablo sobre qué significa para las mujeres, lo digo porque estoy convencida de ello”, afirmó.

“Tengo mis opiniones claritas… Yo siempre prefiero algo malo que algo pésimo… Si hay gente que aspira a gobernar en el futuro, tiene que entender que gobernar es llegar a acuerdos”, remarcó.

Mientras, la sociedad espera el referéndum con poco interés y más bien agobiada por la crisis de seguridad pública, su principal preocupación, según reflejan constantemente las encuestas.

Fin del momento constituyente

Este domingo, Chile cierra un ciclo de cuatro años que se abrió con el estallido social de 2019 que puso contra las cuerdas al Gobierno de derecha de Sebastián Piñera (2018-2022) y a la democracia chilena. En medio de manifestaciones masivas en las calles y de una violencia inédita en el pasado reciente de Chile, prácticamente todo el espectro político, salvo los radicales de lado y lado, acordaron una ruta constituyente que acabará este domingo, salga adelante o no este segundo y último intento de reformar la Constitución.