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¡Eres un criminal de guerra! ¿A cuánto el litro de gas?: La hipocresía europea en once palabras

Con una mano, los líderes occidentales señalan a Putin por sus atrocidades en Ucrania; con la otra, le entregan dinero con el que financia su guerra en Ucrania. Tras la masacre de Bucha, el canciller alemán promete cerrar la llave… pero no sabe cuándo

Guerra en ucrania

Manifestación en Berlín contra la guerra de Putin en Ucrania y para exigir que Alemania deje de comprar gas ruso

Manifestación en Berlín contra la guerra de Putin en Ucrania y para exigir que Alemania deje de comprar gas ruso

EFE

Lo que en alemán se conoce como “realpolitik” en otros idiomas se podría traducir como hipocresía. Al primer concepto se aferran desde hace más de un mes casi todos los líderes europeos, que creen que, gritando fuerte que Vladimir Putin es un criminal de guerra, van a lograr que no se escuche el grito de las manifestaciones de ciudadanos que les acusan de hipócritas por señalar con una mano al presidente ruso y con la otra le entregan un cheque de unos 900 millones de dólares diarios por la compra de gas, dinero que le ayuda al inquilino del Kremlin a atenuar las sanciones y a seguir financiando su maquinaria de guerra en Ucrania.

Asqueados e indignados por las imágenes de civiles maniatados y ejecutados a sangre fría por los soldados rusos en la ciudad de Bucha, en la periferia de Kiev, los gobernantes se están movilizando para ayudar a los ucranianos a recolectar evidencias que sirvan en un futuro para juzgar a Putin y a sus halcones militares por crímenes de guerra, a sabiendas de que Rusia no ratificó la Corte Penal Internacional (CPI) y, por tanto, no está obligada a entregar a ningún ciudadano ante la La Haya, y mucho menos al nuevo “zar”.

Los apuros de Scholz

De todos los líderes europeos, el que está sintiendo la presión de la opinión pública con más fuerza es el nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, arrinconado entre los que exigen que vete el gas ruso, y deje así de financiar indirectamente la agresión rusa en Ucrania, o los que defienden que el embargo paralizaría a la industria alemana, la locomotora europea. No es casualidad que casi la mitad del gas que Rusia envía al viejo continente se consuma en Alemania, por el que Berlín deposita a las arcas rusas unos 450 millones de dólares al día.

El miércoles, el Bundestag (el Parlamento alemán) fue escenario de este ejercicio de “realpolitik” para unos, hipocresía para otros, con el canciller socialdemócrata dividido entre lo que le dice su corazón y lo que le dice su bolsillo.

“El presidente ruso, Vladímir Putin, debe poner fin de inmediato a esta destructiva y autodestructiva guerra. El asesinato de civiles, incluidos mujeres, niños y ancianos, es un crimen de guerra, ante el que deberán responder tanto quienes los cometen como sus instigadores”, declaró Scholz, quien, por primera vez, eliminó de su discurso el ambiguo “presunto crímen”.

¿Haremos todo lo posible?

Visiblemente airado, el dirigente alemán se dirigió al ruso para decirle que deje de engañar con su propaganda falsa. "La pretensión cínica por parte de Rusia de que esas imágenes (de civiles ejecutados) son una escenificación se volverá contra quienes difunden esta mentira", advirtió, y concluyó tajante: “Rusia ha cruzado todas las líneas rojas. Haremos todo lo posible para que Rusia no gane esta guerra”.

Pero, cuando un diputado opositor le preguntó por qué entonces Alemania seguía comprando gas ruso, Scholz respondió incómodo y con evasivas que su gobierno tiene el propósito de “liberarse, en cuanto sea posible” de la dependencia rusa y de acelerar el desarrollo de las renovables para abandonar las energías fósiles, sin postergar el “apagón nuclear” (este año deberán desactivarse las tres últimas plantas atómicas del país, algo que para sus socios verdes es improrrogable)

"Nuestro propósito es dotarnos lo antes posible de terminales de gas licuado", afirmó Scholz, sin dar fechas.

A diferencia de sus principales socios europeos, Alemania no dispone de ninguna terminal de gas licuado, mientras que, en el otro extremo, España es el país de Europa con más terminales de gas y regasificación, pero con escasa interconexión con el resto del continente, por lo que las autoridades de Berlín y Madrid ya están en conversaciones para la construcción de un gasoducto desde las terminales mediterráneas de gas procedente de norte de África, principalmente de Argelia. Pero, por mucho que se acelere el proyecto, no estaría antes de 2030, según los expertos. Inimaginable pensar qué suerte habrá corrido para entonces la población ucraniana y si Putin habrá logrado salirse con la suya, que no es sino someter a Ucrania (o lo que quede del país) a su control absoluto.

Échale la culpa a Merkel

La excanciller alemana probablemente nunca imaginó que fuera a tener una jubilación con tantos sobresaltos, y es que la guerra de Putin la ha colocado en el centro de la polémica precisamente por la alianza energética que aprobó en su día con su amigo Putin, pese a las alertas de que estaba dejando a la cuarta economía del mundo demasiado dependiente del gas ruso.

En el acalorado debate en el Bundestag, el ministro de Economía, Robert Habeck, trató de defenderse como pudo, alegando que desde que estalló la guerra, Alemania ha rebajado las importaciones de gas ruso de un 55% a un 40% en las últimas semanas, sobre todo gracias a nuevos contratos con terceros países.

Además, recordó que toda la culpa la tiene la “estúpida” estrategia del gobierno anterior, que llegó incluso a firmar un contrató de más de 18 mil millones de dólares para la construcción del gasoducto Nord Stream II, cuando Putin ya se había anexionado ilegalmente Crimea, en 2014, y había empezado a armar hasta los dientes a los rebeldes prorrusos del este de Ucrania.

Furia polaca

El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, criticó duramente este lunes a Francia y Alemania por no endurecer las sanciones contra Rusia, "un estado fascista totalitario" que comete "genocidios" en Ucrania.

En una comparecencia ante la prensa en Varsovia, Morawiecki reiteró sus anteriores llamados para que sus socios europeos den "un paso audaz y radical para abandonar (la importación de) el gas y petróleo rusos, y confiscar los bienes estatales rusos y de los de los oligarcas" de ese país.

"La política de Alemania durante la última docena de años ha hecho que Rusia tenga hoy una fuerza que ha obtenido de la venta de materias primas", dijo Morawiecki.

El mandatario polaco se refirió también al presidente francés, Emmanuel Macron, en su alocución: "señor presidente Macron, ¿cuántas veces ha negociado con Putin? ¿Qué ha logrado? ¿Detuvo usted alguna de sus acciones? Con los criminales no se negocia, los criminales deben ser combatidos".

Algo parecido piensa Wolfgang Munchau, director de Eurointelligence, columnista de Financial Times y experto mundial en política Europea.

“Putin no está derrotado”

En un reciente artículo publicado en “El País”, Munchau se mostró muy duro con los políticos europeos, como Macron, que siguen convencidos de que se puede negociar con Putin, o con los analistas que ven la retirada de las tropas de la región de Kiev como la evidencia de que Rusia está perdiendo la guerra.

“Que no quepa duda: Putin no está derrotado. Se está reorganizando. Tiene el Ejército más grande. Tiene armas nucleares, químicas y biológicas. Como ha demostrado una y otra vez, está dispuesto a infligir atrocidades indecibles (destrucción de Groznia para ganar la guerra en Chechenia). Y cada día le enviamos unos 700-800 millones de euros por sus combustibles fósiles. Por lo que más quieran, dejen de animar y fantasear con llevarlo a un tribunal de crímenes de guerra. Y dejen de decir que Alemania (su patria) por fin está cambiando”.

Y mientras los europeos son incapaces de dar el salto definitivo para ahogar la economía rusa, la reacción más probable del inquilino del Kremlin, más que de preocupación o enojo, debe ser de paternalismo condescendiente: “Pobrecitos, comen de mi mano”.