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Decenas de soldados rusos mueren en Ucrania delatados por sus celulares

Moscú dice que fueron 63 los fallecidos mientras Kiev señala que “Santa empacó 400 cadáveres de cerdos rusos”

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Toma de video de la escuela destrozada en Makiivka, este de Ucrania, donde murieron al menos 63 soldados rusos

Toma de video de la escuela destrozada en Makiivka, este de Ucrania, donde murieron al menos 63 soldados rusos

Mientras los rusos seguían por televisión el programa especial de Año Nuevo, convertido en un espectáculo esperpéntico, con militares aplaudiendo y público vestido de fiesta aplaudiendo burlas a los ucranianos y proclamando que son invencibles, al menos 63 soldados rusos morían por el impacto de cuatro misiles, mientras descansaban en una escuela en la bombardeada región de Donbás (este de Ucrania), en posiblemente la peor matanza de invasores a manos de los defensores ucranianos.

La masacre ocurrió en la escuela 19 de la localidad de Makiivka, controlada por los ucranianos prorrusos desde 2014, donde fueron alojados centenares de soldados rusos recién llegados de su país para combatir en la guerra de Ucrania. De hecho, fuentes no oficiales cercanas al Kremlin elevan la cifra de muertos a 200, mientras que el comando militar ucraniano dispara la muerte de reclutas a 400: “Santa empacó 400 cadáveres de cerdos rusos”.

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En la escuela 19, donde también se almacenaba munición, estaba concentrado la noche de Año Nuevo un batallón de soldados reclutados por Moscú el pasado otoño.

Grave negligencia

El ataque ha provocado una cascada de críticas por parte de analistas rusos que escrutan la marcha de la “operación especial” en Ucrania porque consideran que se ha producido una grave negligencia.

La agencia estatal rusa TASS informó, citando a las autoridades militares locales de Donetsk, que las Fuerzas Armadas ucranias pudieron identificar el objetivo gracias a la elevada concentración de señales de teléfonos celulares en el edificio, pese a que está estrictamente prohibido por ambos ejércitos, ya que facilita la localización de las señales de GPS de los aparatos.

Igor Girkin, veterano oficial ruso de la guerra en el Donbás condenado por la justicia internacional, publicó el 1 de enero un texto en el que estimaba el número de fallecidos en 200 y se mostró enfurecido por la “la incapacidad de los generales” rusos por permitir tal concentración de unidades.

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En marzo de 2022, pocas semanas tras el inicio de la invasión, Rusia bombardeó un cuartel en la provincia de Mikolaiv en el que perdieron la vida al menos 40 soldados ucranianos. Al respecto, otra cuenta rusa de Telegram ampliamente seguida sobre la guerra, Voienii Osvodomitel, señaló que los altos mandos ucranios aprendieron de ataques como el de Mikolaiv para distribuir a las tropas, sin concentrarlas, y en edificios menos expuestos.

Para mayor irritación de los rusos —quienes a cada golpe duro de los ucranianos, como la destrucción parcial del puente de Crimea, responde con ataques despiadados contra la población— el ataque ucraniano de la noche de Año Nuevo fue realizado con misiles estadounidenses Himars, de alta precisión.

Los Himars, una de las armas más efectivas de la contraofensiva ucraniana, cuentan con un radio de acción de 80 kilómetros y han sido la pesadilla de la retaguardia rusa porque han causado múltiples interrupciones en la cadena de suministro de armas y equipación militar, forzando que las tropas de Moscú alejen todavía más del frente sus arsenales.