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Las fotos que marcaron el 2022 en América Latina

 

especial fin de año

El 2022 de América Latina en imágenes

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Órdago indígena en Ecuador

Una indígena ecuatoriana desafía a los policías que cortan el paso al centro de Quito

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DPA

No todo es luz al final del túnel de la pandemia. Como daño colateral, la costosa reapertura económica mundial trajo inflación y, una vez más, los más pobres pagaron los platos rotos. Y los más pobres de entre los pobres, los indígenas, que en Ecuador demostraron este año que tiene la fuerza y la organización para tumbar a un gobierno, si se lo proponen.

En junio, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie) logró paralizar Quito con un plantón de miles de indígenas (a los que se sumaron otros tantos activistas y simpatizantes no indígenas) para desafiar al gobierno del conservador Guillermo Lasso, a quien presentaron un paquete de demandas para paliar la situación de desamparo en la que quedaron muchos ecuatorianos tras largos meses de confinamiento, desabasto y subida imparable de precios.

Tras varias semanas de disturbios y plantones, que no pudieron ser levantados ni con el decreto de un toque de queda ordenado por el presidente—, el gobierno accedió a cumplir las exigencias, empezando por la congelación del precio del combustible.

El resultado: la calma volvió a Ecuador, pero con mayor justicia social para los pueblos originarios, y todo ello sin que las clases urbanas notaran un perjuicio en sus bolsillos.

Sin embargo, la paz no fue total. Poco después estallarían motines con decenas de muertos en las cárceles, debido a otro problema común en toda América Latina: hacinamiento, crimen organizado, corrupción, impunidad, poder judicial podrido…

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La guerrillera histórica de la revolución sandinista, Dora María Téllez, escucha su condena a ocho años de cárcel por traición a la patria

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La Prensa

Tras la farsa electoral de las elecciones de Nicaragua del 7 de noviembre de 2021, cuando Daniel Ortega volvió a ganar, luego de meter a sus nueve rivales opositores en la cárcel, la deriva dictatorial del régimen se confirmó en febrero de 2022 cuando empezaron a celebrarse los juicios sumarísimos contra los candidatos encarcelados y contra el medio centenar de disidentes detenidos, entre ellos empresarios, sacerdotes. periodistas y varios exguerrilleros sandinistas históricos.

Uno de los que lucharon contra el dictador Somoza, Hugo Torres, se convirtió, también en febrero, en el primer preso político muerto en una cárcel de Ortega, el nuevo nicaragüense.

Triste ironía del destino, Torres fue uno de los guerrilleros que participaron en la exitosa misión de liberación de sus compañeros encarcelados por la guardia pretoriana somocista, entre ellos Daniel Ortega, y éste mismo fue el que ordenó encarcelar a su liberador y antiguo camarada sandinista, décadas después.

No fue el único exguerrillero perseguido por el régimen de Ortega y su siniestra esposa, la “vicepresidenta” Rosario Murillo. La sandinista histórica Dora María Telléz se pudre en la peor celda del centro de reclusión y tortura El Chipote, acusada de traición a la patria, que es el cargo inventado por el sumiso poder judicial para castigar a quienes osen criticar la brutalidad del régimen sandinista.

Y mientras tanto, los gobiernos de izquierda de la región —con la honrosa excepción del que preside en Chile Gabriel Boric— miran para otro lado ante semejante atropello a la democracia y a los derechos humanos.

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Toma de video de la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, sin percatarse de la pistola que apunta directamente a su casa

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Toma de video

La imagen de la mano de Fernando André Sabag Montiel apuntando con su pistola a la cara de la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, es, de lejos, la más escalofriante de todas las imágenes que ha dejado el año que se acaba.

La suerte quiso que la falta de pericia del agresor impidiera que la bala se colocara en el cañón de salida. De lo contrario, la líder peronista habría muerto sin enterarse, puesto que como ella misma confesó tras el intento de magnicidio a las puertas de su casa en Buenos Aires, ocurrido el 1 de septiembre, en ningún momento se percató de que tenía una pistola a centímetros de su cara, ni escuchó que el criminal apretó el gatillo hasta en cinco ocasiones.

No es difícil imaginar el estallido de violencia que habría sacudido a toda Argentina de haberse consumado el magnicidio, dada la extrema polarización de la sociedad, luego de que un fiscal pidiera 12 años de cárcel e inhabilitación perpetua por enriquecimiento ilícito durante su mandato y antes el de su marido Néstor Kirchner. Tras ser condenada a seis años de prisión e inhabilitación pública (lo que complica su presunta candidatura a las elecciones de 2023), Cristina Fernández acusó a los jueces de ponerla frente a un pelotón de fusilamiento, pero también anunció que no lucharía por la presidencia para esquivar la justicia o la venganza. ¿Será?

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El recién destituido presidente peruano, Pedro Castillo,

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Twitter

Otra de las imágenes del año fue la del destituido presidente de Perú, Pedro Castillo, leyendo una revista como alguien que espera aburrido en un consultorio médico, en vez de encontrarse en una comisaría, tras ser arrestado cuando intentaba refugiarse en la embajada de México, tras fracasar su intento de autogolpe de Estado.

Todo ocurrió en una mañana de infarto del 7 de diciembre, cuando el mandatario, quien ese día iba a ser sometido a una moción de censura en el Congreso, se adelanto con un mensaje a la nación en el que anunció que disolvía el Congreso y decretaba un toque de queda, con la esperanza de que el Ejército se pusiera de su parte. Pero no se puso y el Congreso se reunió para votar no sólo a favor de la destitución de Castillo, por querer emular a Alberto Fujimori y su autogolpe de 1992, sino para pedir al fiscal que ordenara su inmediato arresto.

Tras el estupor inicial, los seguidores de Castillo protestaron airados en la calle, siguiendo un patrón desgraciadamente conocido en estas latitudes: la de acción-represión-acción, con el resultado de al menos 21 muertos, entre ellos un menor de edad.

Más ilógica es el ansia injerencista del presidente Andrés Manuel López Obrador. El comunicado conjunto de Argentina, México y Colombia en defensa de la “legitimidad” de Castillo, alegando que fue elegido en las urnas, pero obviando que intentó un golpe de Estado, contrasta con el silencio vergonzoso ante la suerte de los disidentes encarcelados en Nicaragua, Cuba y Venezuela.

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Sérgio Lima

Los que ya han perdido casi toda esperanza de un golpe de Estado en Brasil, que impida que el 1 de enero juré por tercera vez como presidente Lula da Silva, son los seguidores fanáticos del presidente saliente Jair Bolsonaro, el líder ultraderechista derrotado en las urnas (aunque por poco) por el histórico líder izquierdista en la segunda vuelta de las presidenciales de octubre.

Aunque la ofensiva golpista de los bolsonaristas fue muy dura las semanas siguientes, con miles de camioneros bloqueando carreteras y otros miles implorando frente a los cuarteles del Ejército una “intervención militar”, a pocos días de la ceremonia de investidura de Lula, los gritos y los rezos para que el “comunista” no regrese al poder se han ido apagando, dada la manifiesta negativa de los uniformados a regresar a los tiempos más oscuros de la dictadura.

Por otro lado, no queda claro si Bolsonaro ha desistido de seguir los pasos de su admirado Donald Trump (quien vocifera cada vez que puede que le robaron las elecciones en 2020) porque al presidente saliente brasileño le queda un resquicio de sentido del deber democrático, o porque son los mandos militares los que le han recordado que su papel no es salir en defensa de un presidente que ha perdido en las urnas, por mucho que Bolsonaro diga que su corazón es el de un militar.

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La revolución castrista (hoy una dictadura) se apaga

Una familia reunida en torno a una vela en su casa, tras sufrir el enésimo apagón

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Cubadebate

Una de las imágenes más tristes del año 2022 es la de los cubanos a oscuras en sus casas con la simple llama de una vela como luz, debido a que el sistema de generación eléctrica se desmorona por décadas de ineficiencia de la economía estatizada y el embargo estadounidense.

A falta de imágenes de los tribunales emitiendo largos años de condena a los jóvenes que protestaron un año antes contra las condiciones de vida miserables y contra la dictadura (Argentina, México y Colombia no han emitido un comunicado de protesta por esta represión), las imágenes que nos llegan son las de cientos de ellos lanzándose en precarias balsas, o la de las calles y casas a oscuras, por culpa de los apagones que se suceden casi a diario.

La revolución castrista no da más de sí, especialmente entre las nuevas generaciones. que no quieren verse obligados a exiliarse, sino que con que se exilien todos los jerarcas comunistas que les ha llevado a vivir en una gigantesca isla-cárcel.

Pero la esperanza de que caiga el régimen es casi nula, porque el Ejército cubano es prácticamente el único sector de la sociedad que goza de poder y privilegio, al igual que ocurre en la Venezuela chavista.

A diferencia de lo que ocurrió recientemente en Brasil y en Perú,  donde fueron los propios militares los que salieron en defensa del juego democrático, en Cuba (o Nicaragua o Venezuela) son los uniformados los que se han puesto en contra del pueblo.

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