Mundo

Haití sucumbe al terror de las bandas armadas

Secuestros masivos, combustible en manos del crimen y chantaje al primer ministro perpetúan la crisis en el país y empuja a más haitianos a intentar buscar asilo en EU

crisis

El líder de la banda G9 y nuevo hombre fuerte de Haití, Jimmy Cherizier, alias Barbacue

El líder de la banda G9 y nuevo hombre fuerte de Haití, Jimmy Cherizier, alias Barbacue

Haití, el país más pobre de América, es también el primero controlado “de facto” por el crimen organizado.

El nuevo hombre fuerte de Haití se llama Jimmy Cherizier, alias Barbacue, y es el líder de la banda armada G9, que controla los depósitos de combustible del puerto de la capital del país y cobra 500 mil dólares por el paso libre de camiones cisterna.

Barbacue se siente tan intocable que el martes se atrevió a convocar una rueda de prensa para lanzar un chantaje al frágil gobierno: “Nuestra exigencia es clara, pura y simple: exigimos la dimisión del primer ministro Ariel Henry, como condición para permitir la distribución del combustible”.

¿Implicado en el magnicidio?

Barbecue explicó que pide la renuncia de Henry porque su nombre aparece en la investigación del asesinato del presidente Jovenal Moïse, cometido el pasado 7 de julio, ya que, según aseguró, pocas horas después del magnicio el primer ministro habló por teléfono con uno de los implicados.

“El primer ministro debe responder a las demandas de justicia. Debe responder porque habló el día que fue asesinado Moïse con Joseph Badio Felix”, dijo en referencia al que es considerado por la Policía Judicial como el autor intelectual del magnicidio. “Estamos teniendo una batalla política. Somos un grupo político armado”, advirtió.

Con un estilo populista que revela su ambición de tomar el poder, Barbacue declaró: "Necesitamos un Haití en el que no haya un pequeño grupo de vagabundos que durante 25-30 años han estado jugando a la política. Creo que ha llegado el momento de que nosotros, los jóvenes, tomemos el destino del país en nuestras manos", afirmó y añadió que no puede seguir permitiéndose que “el 5% de la gente controle el 85% de la riqueza del país".

El dilema de Henry

El chantaje pone entre la espada y la pared a Henry, a quien el presidente Moïse eligió para que dirigiera el gobierno, días antes de ser asesinado, pese a las protestas de un sector de la sociedad y de las bandas armadas, por la presunta implicación de ambos en el tráfico ilegal de combustible donado por Venezuela, mediante la empresa Petrocaribe.

Por un lado, si el primer ministro cede al chantaje es reconocer que no existe el Estado de derecho y que Haití está en manos del crimen organizado. Pero, si no cede, el país podría colapsar en cualquier momento, ya que su comercio, su escasa industria, y lo peor, sus hospitales, generan su propia electricidad mediante generadores alimentados por combustible.

De hecho, medio centenar de hospitales de todo el país han tenido que cerrar, quince de ellos en Haití, y trasladar enfermos por falta de electricidad.

“Es probable que se pierdan vidas si los suministros de combustible no llegan a los hospitales de inmediato”, advirtió el coordinador humanitario de la ONU en Haití, Pierre Honnorat.

Varias ambulancias circulan durante la tercera jornada de huelga (EFE)

Varias ambulancias circulan durante la tercera jornada de huelga (EFE)

“Nunca había visto algo así”

Otro de los graves problemas causados por el control de las bandas de los depósitos de combustible del puerto de la capital son las fallas de las redes de telecomunicación.

“Nunca había visto algo así en una década”, declaró Maarten Boute, director ejecutivo de la compañía telefónica Digicel, que cubre el 75% del mercado haitiano. “Tenemos 430 antenas (que funcionan con combustible) afectadas de las mil 500 que hay en todo el país, lo que perjudica a cientos de miles de clientes”, indicó.

Tercer día de huelga

Para agravar aún más la situación crítica por la que atraviesa Haití, este miércoles se cumplió el tercer día de huelga general, motivada, precisamente, por la incapacidad del gobierno de garantizar la distribución de combustible y frenar los ataques a transportistas por parte de las bandas armadas, algunas de ellas señaladas por vínculos con miembros del gobierno y de las Fuerzas Armadas, según denuncias que circulan por la capital.

El líder de Fuerza Sindical para Salvar a Haití (Fosa), Jacques Anderson Desroches, se mostró satisfecho con el nivel de seguimiento de la huelga que, a su entender, demuestra "la conciencia general de la población, que está de acuerdo y entiende lo justo de las reivindicaciones".

"El problema de la inseguridad es eminentemente político", señaló el líder sindical, "es una herramienta política y económica, y si el Estado no hace nada, la situación será extremadamente grave", porque en este momento el país está "casi en una guerra civil", aseguró.

Un agente de la policía vigila el boulevard Jean Jacques Dessalines, cerca de una zona controlada por las bandas armadas (EFE)

Un agente de la policía vigila el boulevard Jean Jacques Dessalines, cerca de una zona controlada por las bandas armadas (EFE)

Capital mundial de los secuestros

Bombardeados desde hace semanas por la crisis de los inmigrantes haitianos que tratan de llevar una vida digna en Estados Unidos, pero que son deportados casi automáticamente, la opinión pública pasó por alto otra lacra que asola al empobrecido país: los secuestros.

En abril, una banda armada interrumpió un servicio evangélico que se transmitía en vivo por Facebook para capturar al pastor y a tres feligreses. Pocos días después, en otro evento, cinco sacerdotes católicos, dos monjas y otras tres personas fueron capturadas mientras se dirigían a un servicio religioso en un suburbio al norte de Puerto Príncipe. Todos fueron liberados previo pago después de tres agonizantes semanas y ambas noticias se perdieron en el mar de desgracias del país.

Lee también

Dimite director de la policía de Haití en plena crisis de los misioneros secuestrados

EFE en Puerto Príncipe
Léon Charles, en una imagen del 15 de julio de 2021 en Puerto Príncipe.

Tuvo que ocurrir un secuestro masivo de estadounidenses para que “The New York Times” dedicara a la crisis la siguiente cabecera: “Haití, capital mundial de los secuestros”.

El pasado 16 de octubre, un grupo de evangelistas —16 estadounidense, entre ellos cinco niños, y un canadiense— fue secuestrado por la banda armada 400 Mawozo, tras regresar de una visita a un orfanato en Puerto Príncipe. La banda ha pedido un rescate de un millón de dólares por cada rehén.

El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, ofreció este martes una rueda de prensa para anunciar que el presidente Joe Biden sigue el caso de cerca y ha desplegado un "número significativo" de especialistas para la liberación de los misioneros, sin dar más detalles.

"Estamos estudiando todas las opciones posibles para hacerlo. Y voy a ser sensible a lo que es obviamente una situación delicada, por lo que no voy a decir más aparte de que hemos puesto los activos y recursos que creemos que pueden ayudar a llevar esto a una conclusión exitosa", declaró.

Bucle infernal

Y mientras los medios están atentos al desenlace de este secuestro masivo con niños, la haitianofobia se extiende por EU y acelera el bucle infernal en el que se encuentran los haitianos, cuyo único sueño es que les ayuden a salir de la maldición que persigue a la primera nación de América que proclamó la independencia.