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Mujeres, jóvenes y latinos fueron claves en la victoria demócrata en el Senado de EU

Sectores agredidos por políticas ultras de los republicanos, como criminalizar a las mujeres que abortan, han despertado en las elecciones del martes y amenazan con arruinar el regreso de Trump a la carrera por la Casa Blanca

elecciones de medio término

La candidata demócrata Catherine Cortez, tras conocer su victoria en el escaño vacante para el Senado en Nevada

La candidata demócrata Catherine Cortez, tras conocer su victoria en el escaño vacante para el Senado en Nevada

EFE

La victoria de la candidata demócrata al Senado por Nevada, Catherine Cortez, sobre el republicano apoyado en campaña por Donald Trump, Adam Laxalt, no sólo supone un hito por ser la primera mujer hispana que se convierte en Senadora de EU, sino que confirma que el extremismo republicano empieza a ser castigado con fuerza en las urnas por los sectores que se están viendo directamente afectados.

Las elecciones del pasado martes fueron las primeras a nivel nacional tras el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y las primeras tras el fallo en junio de la Corte Suprema, cuando, gracias a la mayoría conservadora de jueces —tres de ellos elegidos bajo el mandato de Trump— se anuló el derecho al aborto después de casi 50 años.

El histórico fallo fue considerado una agresión directa por millones de mujeres estadounidenses que, de repente, pasan a ser sujetos criminales si deciden abortar en la mayoría de estados controlados por los republicanos, cuando hasta ahora la Constitución las protegía, al igual que a los médicos.

La rabia e impotencia de las mujeres, en su mayoría jóvenes, que salieron a protestar a la calle contra la decisión tomada por cuatro hombre y una mujer con toga de ideología ultraconservadora, provocó un despertar del adormilado voto progresista —lo que los conservadores tachan despectivamente de “wokeness”— que los estrategas republicanos no vieron llegar.

Este “despertar”, que llevó a miles de estadounidenses a votar cuando antes no lo hacían, ha resultado ser decisivo para decantar la balanza a favor de los demócratas en los llamados “swing states” o estados bisagra, donde republicanos y demócratas llegaban a las urnas empatados en las encuestas.

En las elecciones de 2022 para renovar un tercio del Senado, cinco estados eran considerados pendulares: Arizona, Georgia, Nevada, Pensilvania y Wisconsin.

En el caso de Wisconsin, el senador republicano, Ron Johnson, logró conservar por apenas un punto de diferencia el escaño que le disputó el demócrata afroamericano Mandela Barnes. Pero ahí acabaron las buenas noticias para los republicanos.

Jaque en Pensilvania

El golpe más duro para las aspiraciones de los republicanos de arrebatar el Senado a los demócratas —de vital importancia porque es la que cámara del Congreso que ratifica los jueces propuestos por el presidente— fue la batalla de Pensilvania, que perdió el candidato que apoyaba Trump, el televisivo doctor Oz y ganó el demócrata John Fetterman, pese a sufrir un ictus en plena campaña.

Fue entrada la madrugada del miércoles, cuando se conoció la agónica victoria de Fetterman, cuando se comprobó que la temida “ola roja” (el color del Partido Republicano) que pronosticaba Trump no iba a ocurrir.

De inmediato los expertos empezaron a escudriñar qué había pasado en Pensilvania y que podría pasar en los otros estados bisagra, y fue entonces cuando cayó la bomba para los republicanos: las encuestas a pie de urna revelaron que un abrumador 77% de las mujeres del estado (muchas de ellas independientes y abstencionistas, pero también republicanas moderadas) votó por Fetterman.

Paradójicamente, fue otra mujer, la exprimera dama Melania, quien, al parecer, aconsejó a Trump que apoyara al televisivo doctor Oz, en la creencia de que su popularidad le ayudaría a ganar sin problemas. Según versiones de la prensa, el expresidente se enfureció con su esposa, no sin antes anunciar cínicamente que todas las victorias de sus candidatos son mérito suyo, pero no las derrotas.

Nada más conocerse la victoria demócrata en Pensilvania, los ojos de toda la nación se dirigieron hacia los tres estados que seguían sin declarar ganador por lo apretado del escrutinio: Georgia, Arizona y Nevada.

Los demócratas necesitaban ganar en dos para conservar la mayoría (50 más el voto de calidad de la vicepresidenta Kamala Harris, quien es por su cargo la líder de la cámara alta). Por su parte, necesitaban ganar en los tres para sumar 51 escaños, y tenían la esperanza de lograrlo gracias a la anunciada “ola Roja” y al malestar de las minorías negra e hispana con el gobierno de Biden, más golpeadas por la inflación que la blanca.

Pero se equivocaron quienes creyeron que atacar al gobierno por el coste de la vida y la economía renqueante iba a ser suficiente para inundar el Congreso de legisladores republicanos. Se equivocaron o no leyeron encuestas, como la de Fox News (canal nada sospechoso de ser liberal) que en su encuesta a pie de urna alertó, pese a defender lo contrario, que el 56% de los estadounidenses está más preocupado por la pérdidas de derechos civiles, como el aborto, que por la inflación.

Jaque mate en Arizona y Nevada

En el caso de Georgia, con una importante comunidad negra, pero tradicionalmente conservador, el escaño del Senado se resolverá en una votación el 6 de diciembre en segunda vuelta (casualmente el único estado que permite esta opción), debido al empate entre los dos contrincantes.

Por tanto, la carrera seguía sólo en dos estados, Arizona y Nevada, poco poblados, pero en rápido crecimiento demográfico y con una particularidad que ambos comparten: los jóvenes latinos representan aproximadamente el 40% de los nuevos votantes, según datos de Alliance for Youth Action.

De hecho, el candidato demócrata Mark Kelly se impuso en la vacante del Senado por Arizona al republicano Blake Master gracias a ese 76% de votantes jóvenes que lo hicieron por el exastronauta y esposo de la excongresista Gabrielle Giffords, quien en 2011 fue herida gravemente en un tiroteo en el que murieron seis personas, cometido por un fanático republicano, Jared Lee Loughner.

No es casualidad el apoyo abrumador de los jóvenes de Arizona al candidato que vivió la experiencia traumática de un tiroteo en EU y que castigaran al republicano, partidario de las armas: el 71 por ciento de los jóvenes estadounidenses y el 75% de las mujeres apoyan un mayor control de armas y confiesan su terror ante la epidemia de tiroteos que vive el país.

Con la victoria demócrata en Arizona, la batalla por el Senado se igualó —49-49—, por lo que Nevada era el estado que iba a decidir si el control de la cámara alta seguía en manos de los demócratas o el país tendría que esperar al resultado en Georgia, dentro de tres semanas.

No hizo falta esperar. El sábado por la noche, tras un agónico recuento que duró cuatro días, la candidata demócrata se impuso en Nevada y el partido de Biden sumó los 50 escaños que necesitaba para retener el control del Senado y permitir que el presidente gobierne, al menos con el apoyo de una de las dos cámaras del Congreso los dos años que restan para finalizar su mandato.

La victoria de Catherine Cortez, la primera mujer senadora y latina de la historia de Nevada, por apenas seis mil votos de diferencia, no habría sido posible sin el apoyo del 64% del voto joven, mayoritariamente latino, como ella misma confesó, y que ha sido clave para evitar que el extremismo se instale en el Congreso de EU y regrese de nuevo a la Casa Blanca, de la mano de Trump.