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Hagamos por una vez de abogado del diablo y tratemos de ayudar a Donald Trump a ganar hoy las elecciones, incluso en un escenario temprano muy adverso: que su rival Hillary Clinton gane Florida y Pennsylvania.
De ocurrir este escenario, la candidata demócrata empezaría a descorchar botellas de champán. Sin embargo, Trump podría superar la cifra mágica de 270 votos electorales si gana el resto de estados clave: Carolina del Norte, Michigan, Iowa, Arizona, Nevada, Colorado, Ohio y Virginia. Es muy difícil, pero no es imposible.
Por el contrario, si el republicano diera la sorpresa y ganara Florida, estado muy disputado y donde ha estado por delante en numerosas ocasiones, necesitaría ganar también en Nevada y Pennsylvania, donde está por debajo en las encuestas, y resolver a su favor el empate en Nueva Hampshire.
Esto ocurriría, por ejemplo, si Trump se lleva los estados disputados de Nueva Hampshire, Carolina del Norte, Ohio, Iowa, Florida y Nevada; y Clinton se lleva el resto de los estados pendulares, como Virginia, Pennsylvania, Michigan, Minnesota y Colorado.
En este caso, la Duodécima Enmienda de la Constitución de Estados Unidos establece que, de no alcanzar una mayoría absoluta de compromisarios ninguno de los candidatos, la elección del presidente quedaría en manos de la Cámara de Representantes, y la del vicepresidente en la del Senado.
Los republicanos gozan actualmente de una holgada mayoría en la Cámara de Representantes (247 a 188), por lo que la elección de Trump, incluso con alguna disidencia interna, parecería un hecho.
Aunque el libertario Gary Johnson es el tercero en las encuestas (sin posibilidades aparentes en ningún estado), es el ex agente de la CIA Evan McMullin quien despunta en la mormona Utah (6 votos electorales) como alternativa conservadora a Trump. McMullin goza de un 25% de intención de voto según la media de sondeos de RealClearPolitics, aún lejos de Trump.
El escenario podría ser el siguiente: Clinton 269 votos, Trump 263 votos y McMullin seis votos. En este caso, de nuevo sería la Cámara de los Representantes la que elegiría presidente, por lo que el magnate podría ser presidente, pese a quedar claramente por detrás de la ex secretaria de Estado.
En una hipotética y posible victoria de Clinton por 270 votos y una derrota de Trump por 268, un tránsfuga demócrata forzaría la activación de la Duodécima Enmienda, lo que dejaría la elección del presidente en manos del Congreso de mayoría republicana. (Con información de la agencia Efe).
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