
Uno de los secretos mejores guardados sobre la tragedia del Holocausto acaba de ser revelado, aunque sin pruebas totalmente concluyentes. El traidor que reveló la dirección del escondite de Ana Frank y su familia fue Arnold van den Bergh, un notario judío de Ámsterdam, quien intentó así salvar a su familia del destino que los nazis le tenían reservado a los de su raza.
La revelación, conocida este lunes, forma parte de una investigación de seis años plasmada en un libro titulado La traición a Ana Frank, de Rosemary Sullivan.
“En ese momento, su escondite en Ámsterdam fue desvelado al Jüdische Auswanderung (“Emigración Judía”, JA, que organizaba las deportaciones a Alemania y Polonia) por A. van den Bergh… El JA tenía una lista completa de direcciones que él había proporcionado”, indicaba una nota de 1945.
Entre julio de 1942 y agosto de 1944, Ana Frank se ocultó junto con sus padres, su hermana y otras cuatro personas en el anexo de un edificio ubicado en el corazón de los canales de Ámsterdam. Finalmente, todos fueron arrestados y deportados a los campos de exterminio nazis. Ana y Margot, su hermana, murieron en el de Bergen-Belsen. La niña que escribió el célebre diario perdió la vida en febrero de 1945, con 15 años.
De la familia Frank sólo sobrevivió el padre, Otto, quien conocía, por una nota anónima, la identidad de quien traicionó a su familia, pero ocultó el dato por temor, quizás, al antisemitismo de la posguerra, según el libro que salió publicado este lunes.
La copia mecanografiada de la nota con el nombre Van den Bergh (1886-1950), que ya estaba en una lista de posibles traidores, ha sido localizada en el expediente de la investigación de 1963, que entonces llevó a cabo el detective Arend van Helden.
“El caso abierto más antiguo”
Una veintena de expertos forenses, entre ellos criminólogos, psicólogos, analistas de datos, científicos forenses y un agente jubilado del FBI, Vince Pankoke, se movilizaron en 2017, ayudados por técnicas policiales modernas y por inteligencia artificial, en busca de resolver “el caso abierto más antiguo de la historia”.
No hay pruebas de ADN ni imágenes de video que sirvan de evidencia para implicar a Van den Bergh, pero esta “teoría tiene una probabilidad de al menos el 85%”, defendió Pankoke.
El argumento: el notario habría accedido a una lista de escondites elaborada por el Consejo Judío y se la guardó como “un seguro de vida”.
Además, tenía acceso a los funcionarios alemanes. Actuó como notario en la venta forzosa de la colección de arte de Jacques Goudstikker a nazis como el líder militar alemán Hermann Göring. Durante la guerra, su familia recibió un indulto temporal para evitar su deportación a los campos de concentración, un estatus especial del que fueron despojados más tarde.
Con ayuda de inteligencia artificial
Se utilizó inteligencia artificial para buscar información entre 66 gigabytes de datos, en busca, por ejemplo, de conexiones entre las redadas en otros escondites, eliminando la teoría de que el descubrimiento fuera coincidencia y para trazar un mapa de los residentes del Anexo Secreto o La Casa de atrás, que la joven Ana Frank describió en su famoso diario.
La dirección del Anexo Secreto llegó a manos de un oficial alemán de las SS, que encargó a sus efectivos a acudir el 4 de agosto de 1944 arrestar a la familia de Ana Frank, pero los investigadores admiten que faltan aún evidencias concluyentes sobre cómo el notario filtró la dirección y quién escribió la nota anónima que convenció a Otto Frank de esta teoría.
Falta de pruebas concluyentes
Estas conclusiones todavía no han sido revisadas por expertos independientes. El director de la Casa de Ana Frank, Ronald Leopold, subrayó que el análisis es “muy bueno y cuidadoso”, pero cree que faltan piezas importantes del rompecabezas y “se necesita más investigación” sobre esta teoría.
“Hay que tener cuidado con colocar a alguien en la Historia como un traidor a Ana Frank, si no se está 100 o 200 por ciento seguro de ello”, añadió.
¿Qué habríamos hecho nosotros?
Otros expertos en Países Bajos también se han mostrado críticos en la televisión pública, considerando esta conclusión “una suposición” por la falta de una prueba irrefutable.
En declaraciones recogidas por los medios holandeses, admite que a falta de pruebas de ADN o filmaciones “hay que apoyarse en pruebas circunstanciales”, aunque reconoce que su teoría tiene “un 85% de probabilidades de acertar”. “En cualquier caso, los únicos malvados aquí fueron los nazis. Para acusar a Van den Bergh primero hay que preguntarse hasta dónde habríamos llegado nosotros para salvar a nuestros seres queridos”.
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