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Síndrome de La Habana: ¿Misteriosos ataques o grillos apareándose? EU quiere que creas lo primero

Washington lleva cinco años insistiendo en que espías y diplomáticos suyos en medio mundo sufren afectaciones neurológicas por ataques de extrañas armas, pero sería histeria colectiva

teoría conspirativa

Vista de la embajada de Estados Unidos en La Habana, Cuba, en una imagen de archivo.

Vista de la embajada de Estados Unidos en La Habana, Cuba, en una imagen de archivo.

EFE / Yander Zamora

En noviembre de 2016, Barack Obama todavía era presidente de Estados Unidos, aunque se encontraba en los meses de transición antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El futuro de las relaciones con Cuba, que el mandatario demócrata había descongelado tras varias décadas era incierto, pero entonces, por el momento, la diplomacia funcionaba.

En ese contexto, funcionarios de la embajada en La Habana comenzaron a compartir entre ellos grabaciones de un “estruendo abrumador”, un extraño sonido que les retumbaba en la cabeza.

“Era molesto al punto que tuvimos que cerrar todas las puertas y las ventanas de la casa y prender la televisión, pero nunca me preocupé particularmente, pensé ‘estoy en un país extraño y los insectos aquí hacen ruidos fuertes’”, explicaba uno de los afectados, que algunos medios tildaron de “paciente cero”.

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Lo que este hombre relataba lo corroboró otro compañero que, fingiendo ser diplomático, trabajaba como espía para la CIA, escuchó también ese fuerte sonido en casa en la capital cubana. Luego tuvo fuertes dolores de cabeza y mareos. Los medios en EU rápidamente vieron el atractivo en la historia. Acababa de nacer el “Síndrome de La Habana”.

Durante meses, fue poco más que un rumor entre bambalinas, algo de lo que se hablaba ocasionalmente, pero el asunto ganó importancia cuando comenzó a tomar fuerza la idea de que aquellos ruidos eran en realidad un misterioso ataque dirigido contra los funcionarios estadunidenses, presuntamente por parte de enemigos de Estados Unidos.

El ejecutivo de Trump retiró a casi todo su personal de La Habana en parte con la excusa de estos supuestos ataques, y luego echó a 15 diplomáticos cubanos, enterrando el deshielo de Obama de manera definitiva.

EPISODIOS EN TODO EL MUNDO

Los problemas causados por el Síndrome de La Habana no son para tomarlos a broma: dolor de cabeza, mareos, náuseas, fatiga, dificultad para concentrarse, pérdida de memoria, confusión, desorientación, dificultad para caminar, insomnio, hipersensibilidad hacia el sonido, dolor y presión en los oídos, tinnitus, pérdida de audición y problemas neurológicos como algo similar a una concusión cerebral.

Esto es todo lo que se ha documentado en los alrededor de 200 casos que se han encontrado hasta la fecha a lo largo de cinco años; por supuesto, no todos en Cuba sino, de hecho, repartidos por todo el mundo: Desde India hasta Colombia, pasando por Vietnam, Austria, China, Serbia y Rusia.

De hecho, los últimos casos se reportaron esta misma semana en las legaciones estadunidenses en Ginebra (Suiza) y París (Francia), según documentó el rotativo The Wall Street Journal.

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UNA TEORÍA QUE HACE AGUAS

Pero, ¿por qué querría alguien en París, en Ginebra o en países como India o Austria atacar a funcionarios estadunidenses? La teoría del ataque misterioso encajaba en la narrativa del enfrentamiento diplomático con claros y marcados tintes de la era soviética entre Washington y La Habana, pero se diluye en una Europa Occidental repleta de países aliados.

Por supuesto, quienes han insistido en ver la mano negra de Rusia detrás de todo esto, que son muchos dentro y fuera del gobierno estadunidense -tanto el de Trump como el que dirige ahora Joe Biden-, podrían argumentar que agentes secretos rusos pueden desplazarse a cualquier país del mundo para fastidiar en secreto a los estadunidenses.

El problema es que el cómo lo habrían hecho tampoco parece encajar demasiado. Hasta ahora, la teoría más firme de quienes han defendido que se trata de un ataque dirigido es que este se habría hecho a través de algún tipo de arma “sónica”. Es decir, un arma que usara ondas de radiofrecuencia.

Sin embargo, expertos de universidades estadunidenses prácticamente dan por imposible esta teoría. El infrasonido, el que viajaba en frecuencias muy bajas, es prácticamente inocuo para el cuerpo humano, así que la única opción realmente viable es el ultrasonido.

El problema, explicaba al rotativo The New York Times en 2019 Jun Qin, ingeniero de sonido en la Universidad del Sur de Illinois, es que “el ultrasonido no puede viajar largas distancias”.

En la práctica, esto significa que, aunque un ultrasonido muy potente puede causar daños reales a tejidos, y de hecho hace años que se usa para atacar, por ejemplo, piedras en los riñones, es poco viable como arma.

Como no puede penetrar paredes, sería necesario que el rayo de ultrasonido estuviera extremadamente cerca del objetivo, por lo que sería prácticamente imposible que este pasara desapercibido por la víctima del ataque.

“Afirmaciones extraordinarias requieren una evidencia extraordinaria, y no se ha presentado ninguna evidencia que soporte la existencia de esta arma misteriosa”, argumentaba por su parte en la revista Foreign Policy Cheryl Rofer, antigua profesora de química en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, EU.

GRILLOS “ENAMORADOS”

Por supuesto, descartar que se tratara de un ataque con un arma sónica no es suficiente, y para resolver el rompecabezas era necesario encontrar una explicación alternativa plausible. Esta llegó, en una primera parte, en enero de 2019, hace ya tres años -que parecen una eternidad en el mundo pandémico-, en un contundente artículo de The New York Times titulado: “¿El sonido que perseguía a diplomáticos de EU en Cuba? Grillos enamorados, dicen científicos”.

Resulta que dos investigadores, Alexander Stubbs, de la Universidad de California en Berkeley, y Fernando Montealegre-Z, de la Universidad de Lincoln, Inglaterra, encontraron muy familiar una grabación del estruendoso sonido que diplomáticos cubanos compartieron a la agencia Associated Press en 2017: Parecían insectos.

Tras más de un año rebuscando en registros de sonidos de insectos tropicales en los archivos nacionales de la Universidad de Florida, encontraron una coincidencia perfecta: El grillo de cola corta de las Indias (Anurogryllus celerinictus). Su canto de apareo “encaja en detalle con el registro -sonoro- de AP en la duración, tasa de repetición de pulso, espectro de potencia, estabilidad de la tasa de pulso y oscilaciones por pulso”, detallaron.

Pero, ¿cómo puede el canto de un grillo llegar a causar tanto sufirimiento en una persona? Resulta que este grillo tiene un canto especial y espectacularmente potente, explican: “Cantan increíblemente alto. Puedes escucharlos dese un camion diesel yendo a 65 kilómetros por hora por la autopista”, reata Stubbs.

Nada nuevo. En 1957, un especialista en entomología (estudio científico de los insectos) documentó en República Dominicana que “la canción de los machos de este grillo, aquí, es un continuo timbre z-z-z-z-z-z de un volumen tremendo y una penetración que prácticamente llena una habitación con un verdadero estruendo”.

ESTRÉS Y FRUSTRACIÓN

Pero hay otro problema: No hay tales grillos en todos los países donde se han detectado casos del supuesto Síndrome de La Habana. Ahí entra en juego la parte más siniestra de todo este engranaje de película de espías chafa: La histeria colectiva, hoy en día llamada de forma más educada “enfermedad psicogénica de masas”.

La mente es muy potente, y tras esparcirse en las noticias estos supuestos ataques, el gobierno de Trump lanzó un aviso a todo su personal diplomático en el extranjero para que se pusiera en alerta ante posibles ataques similares. No es de extrañar que la perspectiva de sufrir la retahíla de leves y graves afectaciones de sus colegas en Cuba causara cierta neurosis en muchos de ellos.

Timothy Leighton, profesor de ultrasonidos y acústica submarina en la Universidad de Southampton explicaba a The New York Times que “si creas ansiedad en la gente sobre que están bajo ataque de un arma de ultrasonido, esos son los síntomas que vas a conseguir”.

En resumen, la aparición de cerca de 200 casos, desde finales de 2016 y hasta esta última semana en Ginebra y París se explicaría poor una autosugestión negativa de personas sometidas a un enorme estrés laboral y personal por esos temores, es decir, la enfermedad psicogénica de masas.

EL SHOW DEBE CONTINUAR

Pese a todas estas evidencias, en septiembre de 2021, el Congreso de Estados Unidos aprobó -¡por unanimidad!- el HAVANA Act, una ley para dar apoyo económico a los y las funcionarias afectadas por el síndrome.

El senador Marco Rubio, republicano de origen cubano, impulsor de la ley, se mostró particulamente irritado cuando le preguntaron por los grillos y el estrés colectivo.

Peor aún reaccionó hace unos meses Marc Polymeropoulos, ex trabajador de la CIA que se declaró víctima del síndrome en Moscú en 2017, cuando aseguró en Twitter que no descartar automáticamente la histeria colectiva era “un insulto para las víctimas”.

Al ser preguntado por los nuevos casos, el canciller Anthony Blinken dijo esta semana que el gobierno quiere llegar “al fondo” de la cuestión para descubrir quién está detrás de estos ataques. Es indiscutible que, en un país consciente de que se ha labrado enemistades en el mundo durante décadas y acostumbrado al espectáculo, es más atractivo pensar en armas sónicas de última generación salidas de películas futuristas de ciencia ficción que en grillos enamorados y una gran neurosis y estrés.

@marcelsanroma