Desde que el magnate Elon Musk compró Twitter, y que renombró como X, todo parece desmoronarse en esa red social. La unión cumple este viernes un año y se puede resumir en una serie de enormes recortes: en torno al 90 % de su valor, el 80 % de su plantilla, el 50 % de sus ingresos publicitarios.
La compra de Twitter se cerró el 27 de octubre de 2022 por un valor de 44,000 mdd e implicó que dejara de cotizar en bolsa, por lo que sus cuentas ya no son accesibles al público, pero el propio Musk ha divulgado en los últimos meses que X tiene un valor en torno a 4,000 mdd y unos 1,500 empleados, un tercio de ellos ingenieros.
Musk tomó prestados unos 13,000 millones de bancos de Wall Street pero respaldó la operación con capital propio y de su empresa de automóviles eléctricos, Tesla, de donde además detrajo empleados especializados para asesorarle en la plataforma, junto a ejecutivos de sus otras compañías, SpaceX y The Boring Company.
Los anunciantes son conscientes de las salidas de los ejecutivos que moderaban los contenidos, tarea ahora relegada en buena parte a las "notas comunitarias", unos mensajes complementarios que aparecen en publicaciones virales y en los que los propios usuarios aportan matizaciones y contexto.
Es uno de los numerosos cambios en la plataforma, aunque el más polémico fue Twitter Blue, rebautizado X Premium, un intento de diversificar los ingresos mediante un modelo de suscripción que permite a cualquiera comprar el símbolo de verificación antes vinculado a fiabilidad e interés público, entre otras cosas.
Esta medida ha mermado con fuerza el interés del público, que en su mayoría no está dispuesta a desembolsar dinero.
X Premium cuenta con cerca de 828,000 suscriptores, es decir, en torno al 0.15 % de los 550 millones de usuarios mensuales que Musk dice que tiene la red social. Ahora X está probando en Nueva Zelanda y Filipinas una suscripción de 1 dólar anual para poder interactuar con los contenidos.
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