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La Casa Blanca reconfigura su estrategia legal y convierte a los traficantes de armamento en objetivos del aparato antiterrorista

Trump declara “terrorismo” al tráfico de armas para los narcos

Mano dura de Trump La nueva instrucción de la Casa Blanca permite acusar por terrorismo a cualquier persona vinculada al tráfico de armas. (EFE)

El presidente de EU, Donald Trump, ha dado una instrucción clara y contundente: bajar el tráfico de armas cueste lo que cueste, incluso si eso implica tratar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas.

Así lo confirmó este viernes Brendan Iber, agente especial de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), en una rueda de prensa desde Phoenix, Arizona.

Su orden es bajar el tráfico de armas, y por eso han designado a algunas de estas organizaciones como terroristas”, dijo Iber sin rodeos. Esta clasificación, explicó, abre la puerta a nuevos cargos penales y a penas más severas.

Es una escalada frontal en la guerra contra el tráfico de armas, con la mira puesta en los cárteles que operan a ambos lados de la frontera.

La declaración no es menor. La designación de los cárteles mexicanos como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés) permite a las autoridades imputar cargos por terrorismo a quienes colaboren con estas estructuras del crimen organizado. Eso incluye desde los cabecillas hasta los intermediarios y traficantes de armas en suelo estadounidense.

“El tráfico de armas ya no es solo un delito federal”, advirtió el fiscal del distrito de Arizona, Timothy Courchaine. “Ahora, quienes vendan armas a estos grupos enfrentarán cargos agravados por terrorismo, sin importar si son mexicanos o estadounidenses”.

Courchaine también fue enfático al asegurar que “las consecuencias han aumentado” y que no habrá distinciones de nacionalidad a la hora de aplicar la ley.

De Phoenix al infierno fronterizo

Durante el evento interinstitucional, funcionarios de alto nivel de la ATF, Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), presentaron una larga exhibición de armas incautadas como símbolo de sus logros recientes.

El director de Operaciones de Campo de CBP en Tucson, Guadalupe Ramírez, destacó el impacto de iniciativas como la “Operación Relámpago del Desierto”, que ha permitido interceptar cargamentos sustanciales de armas y municiones antes de cruzar al sur. “Nuestros oficiales y agentes de primera línea siguen siendo la punta de lanza en esta lucha”, afirmó.

Ramírez subrayó que con la nueva designación terrorista, los arrestados podrían enfrentar sentencias históricas bajo la legislación antiterrorista estadounidense.

Armas, crimen y frontera

La ATF insiste en que la lucha va más allá del decomiso de fusiles. Se trata de desmantelar redes criminales que han penetrado profundamente las comunidades estadounidenses y que, desde hace años, suministran armamento al crimen organizado en México.

“Durante cinco años, los cárteles han operado desde la frontera sur, infiltrando comunidades y expandiendo sus redes”, denunció Iber. Armas robadas, vendidas por testaferros o compradas ilegalmente acaban en manos de sicarios y traficantes, señaló.

La estrategia de Trump y su fiscal general, Pam Bondi, apunta a endurecer el discurso y, sobre todo, endurecer las penas, con el objetivo de disuadir a quienes hoy ven en el tráfico de armas un negocio de bajo riesgo.

Lo que está sobre la mesa ya no es solo la seguridad fronteriza, sino la redefinición del tráfico de armas como un problema de seguridad nacional y lucha antiterrorista. Con este nuevo marco legal, la Casa Blanca parece querer llevar la guerra contra los cárteles a un nuevo nivel, más judicial que militar, pero con un mensaje inequívoco: la tolerancia se acabó.

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