Nacional

Un ataque preciso y silencioso contra el gobierno de la segunda mujer más poderosa del país

“¿Policía? Vengan, hay un muerto"

El ataque mortal contra el hombre y la mujer que probablemente eran los más cercanos a Clara Brugada ha sido preciso y silencioso, según constatan los testigos.

Las inmediaciones de Tlalpan en su cruce con Xola, dirección centro, han quedado pasmadas varios minutos después del atentado (8 am), pero eso ha sido después de la llegada de las patrullas rugiendo. Antes, los testigos en su mayoría, aún los más cercanos, no escucharon nada, todo se debe haber desarrollado en un par de minutos y con un procedimiento sin estruendos más allá de los disparos. Sólo un puesto metálico de comida ha estado en la posición estratégica para escuchar cuatro golpes (¿detonaciones o los golpes en el auto y la caída de un cuerpo?).

Los cadáveres han quedado solos unos instantes, hasta que un vecino, que tampoco entiendo lo que está viendo, se percata de un cuerpo tendido y la sangre que corre en el arrollo vehicular, no es seguro que viese el segundo cadáver, porque va a una tienda de conveniencia cercano donde dice que parece que han atropellado a alguien. El vecino sabe que la tienda, en esta zona no tan calma de la ciudad, tiene alerta directa a la policía.

Los despachadores hacen más y llaman a emergencias, “¿Policía? Vengan..."

Atentado

Lo que encuentran los primeros uniformados correspondientes comienza a aclarar las cosas: ven los cadáveres, deducen el ataque y saben que deben asegurar el lugar porque se trata de una acera muy concurrida, por la que hay un paso constante de peatones camino al metro Xola. Uno de los policías tiene una idea y va a la tienda de la que ha salido la llamada de auxilio. Pide vasos de café vacíos, amarillos, que serán las marcas de resguardo de evidencias hasta que los peritos lleguen. No llegarán solos, la Marina está en camino y terminará formando un círculo de protección en el área.

A varios kilómetros de allí, alguien ha alertado del hecho al jefe Harfuch que está participando en la conferencia mañanera en Palacio Nacional. Ya se empieza a correr la versión sobre la identidad de las víctimas... y el mensaje que eso implica.

Más allá de la capacidad técnica pericial, el análisis del lugar de este atentado será rapidísimo, el sitio se convierte en una suerte de hervidero del nerviosismo. Los elementos de diferentes cuerpos de seguridad se empiezan a agolpar y los peritos, policías incluso los militares, comentan lo que está sucediendo. Para entonces la identidad de las víctimas es evidente y hay premura en recoger los cuerpos y acabar con las primeras periciales.

El acordonamiento de la zona falla en tanto, un paso a desnivel queda sin bloquear y continuamente transeúntes invaden la zona cero del atentado. Los peritos se apresuran y terminan levantando los cadáveres en un tiempo récord. Para entonces ya había conos de marca periciales en diferentes puntos acompañando a los vasos de café; las marcas oficiales son retiradas. Los vasos de café son lo único que queda junto a la sangre que aún está fresca en el asfalto.

Los vecinos más cercanos, de domicilios, de negocios, se han enterado de lo ocurrido por las noticias. Lo visto y escuchado por ellos, a pesar de estar a unos pocos metros de allí, es increíblemente poco. “Se chingaron a la mano derecha de Clara”, resume un joven a sus amigos cuando un recién llegado pregunta qué pasa.

A las 10 am el lugar es abandonado por peritos, marinos y policías. Calzada de Tlalpan es liberada en un tiempo récord. Sólo queda una fila de marinos y los vasos de café del enorme despliegue policial.

El atentado ha sido un evento atronador para el gobierno de la segunda mujer más poderosa del país, pero también de una operación criminal fina, ejecutada con rapidez y con mucho, mucho silencio.

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