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La estrategia Nacional de Cambio Climático se confeccionó hace 12 años; su revisión ha abierto tres componentes de trabajo en los que ya se estipula qué impactos al ambiente son irreversibles y es mejor tomar medidas de adaptación y aquellos en los que aún es posible detener los daños al planeta

México busca actualizar sus prioridades medioambientales y centrarse en objetivos realizables

Consecuencias del cambio climático (Isabel Mateos Hinojosa)

En los últimos 50 años la temperatura global de la superficie terrestre ha aumentado a niveles sin precedentes, por ello, desde hace más de dos décadas la respuesta a este desafío se presenta, de manera compartida, por varios países del mundo. Estas naciones se unen en la Convención Marco de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, acuerdo que establece una serie de mecanismos para estabilizar las concentraciones de gases contaminantes en la atmósfera.

México no ha sido indiferente a estas acciones, y participa en las estrategias de reducción sustancial y sostenida de las emisiones de gases de efecto invernadero, adoptando una política ambiental y ecológica humanista para enfrentar el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación de suelos, aire y agua.

Hace unos días, la Semarnat presentó la Actualización de la Estrategia Nacional de Cambio Climático donde además de enumerar los compromisos voluntarios de mitigación y adaptación al cambio climático, se exponen tres componentes para alcanzar una resiliencia climática a corto, mediano y largo plazo.

La adaptación es el primero de estos componentes pues toma en cuenta la vulnerabilidad de diversos grupos sociales a los impactos del cambio climático, esto depende de qué tan capaz o incapaz es la población de afrontar los efectos y de las capacidades institucionales con que se cuenta para atender y disminuir los impactos y amenazas potenciales del cambio climático.

Este componente tiene cinco ejes estratégicos que plantean la reducción de la vulnerabilidad y el aumento de la resiliencia ante los efectos del cambio climático; cada uno considera criterios de igualdad de género, interseccionalidad y derechos humanos y de los territorios que habitan.

El segundo componente es la mitigación, que se refiere a los esfuerzos o acciones que se implementan con el fin de reducir las emisiones de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero y mejorar los sumideros de carbono. Las medidas de mitigación incentivan las acciones más limpias o desincentivan las que producen más cantidades de emisiones.

Este componente es un pilar clave en la Estrategia que ha establecido al 2030 las acciones que las instituciones y sectores del país habrán de implementar para reducir las emisiones con el fin de alcanzar el desarrollo desacoplado del carbono y limitar el aumento a la temperatura global a no más de 1.5°C alineado con la Contribución Determinada a nivel Nacional (NDC) más reciente del país.

El tercer componente de la Estrategia es una Política Transversal debido a que el cambio climático presenta amplios retos para todos los sectores de la sociedad y su atención transversal es necesaria para cumplir con la política de desarrollo del país, pues involucra a diversos sectores de la sociedad y órdenes de gobierno.

Enfrentar estas acciones también conlleva la amplia utilización de recursos y la cooperación internacional, por lo que México forma parte de acuerdos y asociaciones con otros países con el fin de implementar una cooperación estratégica.

Esta Estrategia es solo una guía que traza el camino para mejorar las condiciones climáticas actuales antes de llegar al punto sin retorno que cada día está más cerca, como si fuera una receta de cocina, lo más importante de este documento es llevarlo a acabo, a través de políticas públicas y con la participación activa de la sociedad, gobierno, organizaciones civiles, e iniciativa privada.

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