Desde hace cinco meses, habitantes del municipio de Jilotepec mantienen bloqueado el paso de dos reactores de más de 500 toneladas cada uno, propiedad de Petróleos Mexicanos (Pemex). Los equipos están detenidos sobre la autopista México-Querétaro, a unos 60 kilómetros de su destino: la Refinería Miguel Hidalgo en Tula, Hidalgo.
El bloqueo ha sido liderado por ejidatarios y autoridades municipales, entre ellos el presidente municipal priista Rodolfo Noguez Barajas. A pesar de reuniones sostenidas con representantes del gobierno, Pemex asegura que el alcalde se ha negado a permitir el paso de los equipos, los cuales han sido tomados como herramienta de presión social. Los manifestantes reclaman mayor vigilancia ante el incremento de la violencia y las extorsiones, así como obras públicas y atención a problemas en el transporte local.
Los mega-reactores son parte de un proyecto de reconfiguración de la refinería de Tula, cuyo presupuesto supera los 7 mil millones de pesos. Fueron fabricados por la empresa india Larsen & Toubro y adquiridos por PTI Infraestructura, una filial de Pemex, mediante un contrato firmado en febrero de 2022. Tras recorrer casi 14 mil kilómetros por vía marítima desde la India, llegaron al puerto de Altamira, Tamaulipas, hace más de un año. Actualmente, uno de los equipos está varado frente a una gasolinera en la comunidad de Encinillas, mientras que el otro permanece detenido en un terreno cercano a la carretera rumbo a Calpulalpan, Tlaxcala.
Según Pemex, estos reactores son fundamentales para mejorar el desempeño de la refinería, ya que están diseñados para reducir el contenido de azufre en el proceso de refinación, mejorar la calidad de los combustibles y disminuir la producción de combustóleo. No obstante, el retraso en su instalación ya ha tenido consecuencias. En el primer trimestre de 2025, la refinería de Tula operó al 64 % de su capacidad, considerablemente por debajo del promedio del 90 % observado en refinerías de Estados Unidos. Además, Tula genera un 35 % de combustóleo, en comparación con solo 1 % en instalaciones estadounidenses, lo que refleja un bajo nivel de eficiencia y mayores impactos ambientales.