“Estamos ante una situación de mucha violencia, de mucha vulnerabilidad. Afecta directamente a personas que ya tenían una vida establecida o que intentan estabilizarse en Estados Unidos. Hoy están encerradas, separados de sus familiares”, lamentó Javier Bueno Guillén, director de Casa del Migrante en Ciudad Juárez.
En Ciudad Juárez, punto fronterizo con El Paso (Texas, EEUU), la creciente hostilidad ha causado un aumento de tensión en el entorno. Los migrantes se encuentran sin opciones tras las políticas migratorias del presidente estadounidense Donald Trump.
Ricardo Antonio López Rivas, migrante de origen salvadoreño, reconoció miedo ante nueva ola de redadas y la creciente militarización en la frontera entre Estados Unidos y México. Ricardo espera reencontrarse con su hijo en San Francisco (California).
El padre Bueno Guillén aseguró que desde la Casa del Migrante se continúa ofreciendo ayuda humanitaria, a pesar de esto reconoció sentir impotencia ante la magnitud del problema.
“Seguimos con las puertas abiertas, pero nos duele ver lo que está ocurriendo. Sentimos las manos atadas. Lo que vemos es el rostro sufriente de la realidad”, expresó el padre Bueno.
El pasado jueves Greg Abbott, gobernador de Texas, desplegó a tropas y agentes de la policia estatal para instalar el orden local.
“Las protestas pacíficas son parte del tejido social de nuestra nación, pero Texas no tolerará la anarquía que hemos visto en Los Ángeles”, declaró Abbott.
Las redadas migratorias han eleveado la tensión política entre México y Estados Unidos, especialmente por los señalamientos de la secretaria de Seguridad Nacional estadounidense, Kristi Noem, quien acusó a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum de incitar las protestas.
