
Con la cabeza fría y sin necesidad de seguir apostado por una escalada suicida de aranceles, pero también sin intención de rendirse ante el chantaje de Donald Trump, los negociadores chinos acordaron este martes con sus homólogos estadounidenses extender la tregua arancelaria y seguir buscando un acuerdo satisfactorio para ambas superpotencias. Eso sí, antes debe recibir el visto bueno del presidente Donald Trump mediante un anuncio, que se espera para este mismo miércoles.
Bastó con que en la tercera ronda de negociaciones, celebrada el lunes y martes en Estocolmo (Suecia), los enviados de Xi Jinping mostrasen a los enviados de Trump el daño que sufriría la economía estadounidense si Washington insiste en imponer sus condiciones mediante la coacción. El mensaje está claro: China no quiere una guerra comercial contra EU, pero tampoco un acuerdo a cualquier precio, aunque sea por una razón básica: un extorsionador que consigue sin resistencia lo que quiere (como logró sacarle Trump a unos acobardados negociadores europeos) nunca va a dejar de seguir extorsionando.
¿Qué armas mostró China?
Aunque no trascendieron detalles sobre la última ronda de negociaciones, en la rueda de prensa posterior el secretario de Comercio de EU, Scott Bessent, dejó entrever que los chinos lograron el efecto contrario al esperado por Washington: en vez de mostrarse dóciles, como los europeos, se mostraron firmes y dispuestos a devolver el golpe a EU, por cada golpe que aseste la Casa Blanca a China.
“Necesitamos reducir el riesgo en ciertas industrias estratégicas”, declaró Bessent, sugiriendo que los chinos saben cuál es el talón de Aquiles de EU (la primera potencia no cuenta con tierras raras y minerales necesarios para su industria industria de ultima generación) y les han recordado que son ellos los que poseen el 85% de las reservas mundiales de esos insumos estratégicos.
La industria puntera estadounidense, tanto la civil como la militar, depende de las compras a China de materiales codiciados, como neodimio, antimonio y tungsteno, para fabricar, entre productos de alto valor, como chips, semiconductores, imanes para baterías eléctricas e incluso misiles de última generación.
Además, es probable que los enviados chinos hayan recordado que el gigante asiático es también el principal proveedor mundial de ingredientes activos para medicamentos como penicilina y tetraciclina (antibióticos) o analgésicos como ibuprofeno y paracetamol o el el que ha convertido a cientos de miles de estadounidenses en adictos, el fentanilo.
Con tanto en juego y con las cartas chinas sobre la mesa, no es de extrañar que tanto Bessent como el representante comercial estadounidense en las negociaciones, Jamieson Greer, hayan renunciado a la retórica agresiva y las amenazas de aranceles destructivos, por un discurso extrañamente conciliador.
“Hablamos sobre cómo podemos trabajar juntos para lograr un equilibrio en nuestras relaciones”, declaró Bessent (en alusión al gigantesco déficit comercial de EU con China, que en 2024 superó los 290 mil millones de dólares) y se mostró confiado en que Trump dará su visto bueno a una nueva tregua arancelaria para seguir negociando y llegar finalmente a un acuerdo “justo”, como espera el negociador chino, Li Chenggang.
¿Cuál sería el nuevo plazo de la tregua?
Bessent y Greer anunciaron que se reunirán este miércoles con Trump en la Casa Blanca para informarle sobre la marcha de las negociaciones y obtener su visto bueno a la extensión por otros 90 días de la tregua arancelaria acordada por ambos países, que debe concluir el 12 de agosto.
Durante la primera pausa, acordada en Londres en mayo, las partes acordaron rebajar drásticamente la amenaza arancelaria, al pasar de 125% a 10% para los productos estadounidenses, y de 145% a 30% para los chinos, un porcentaje que Pekín sigue considerando intolerable, de ahí que insista en seguir negociando.
A priori, todo apunta a que Trump autorizará una nueva tregua, pero con el presidente de EU más proteccionista e imprevisible de la era moderna, nunca se sabe.
“Quiero reunirme con Xi”
En su vuelo en el Air Force One de regreso a Washington, Trump se mostró optimista, pero evasivo.
“Si me hubieran preguntado ayer (sobre la tercera ronda de negociaciones habría respondido), no, no pintaba muy bien”, admitió el mandatario republicano. “Pero Scott (Bessent) me acaba de decir que la reunión con China fue muy bien”.
Sobre un posible encuentro con el líder chino, Trump a delantó que ahora sí quiere. “Espero con interés la reunión, diría que (puede producirse) antes de fin de año. Sería una manera de cerrar un círculo”.
¿Y México, qué armas podría usar?
Trump no sólo tiene agendado esta semana dar su visto bueno a seguir negociando con China, sino decidir qué va a hacer con México, cuyo amenaza de aplicar un 30% de aranceles se activa este viernes.
A tres días para que concluyan las negociaciones entre México y EU, China está marcando el camino a seguir en las negociaciones, al menos para aquellos países con armas para dañar a la economía estadounidense… y México es uno de los que cuenta con más armas.
La más poderosa e inmediata es, sin duda, la mano de obra mexicana, clave en los cultivos tanto de feudos demócratas (California) como republicanos (Florida, Texas…), en la construcción, en el comercio o un sector en pleno auge, las residencias para adultos mayores, que ya están alertando que las redadas contra inmigrantes están dejando miles de puestos sin ocupar en roles como asistentes de enfermería, auxiliares de cuidado personal y personal de limpieza.
Pero México cuenta con otras cartas para introducir en la negociación con EU, y una de ellas es, precisamente, sus reservas de tierras raras.
Según fuentes oficiales como el Servicio Geológico Mexicano y análisis recientes, México podría contar con más de 1.7 millones de toneladas métricas de reservas de tierras raras totales.
Una de las cartas que podría mostrar México es el antimonio, un metal raro, muy resistente a la corrosión, esencial para baterías de automóviles, aislantes de componentes electrónicos, semiconductores y proyectiles de alta precisión.
México es el tercer productor mundial de antimonio, detrás de China y Bolivia, con una producción anual que ha oscilado entre 2,000 y 3,000 toneladas métricas durante los últimos años. Cuenta con reservas estimadas de antimonio de aproximadamente 18,000 toneladas, según datos oficiales de 2023.
Aunque la producción mexicana es muy inferior a la china, que extrae la mitad de lo que consume el planeta, México cuenta con la ventaja de la cercanía y que podrían garantizar el suministro al vecino del norte, especialmente si fracasan las negociaciones con China.
Ante la incertidumbre sobre qué va a pasar en las negociaciones de Washington con Pekín y con México, al menos dos datos son ciertos: Estados Unidos no tiene reservas de antimonio y las de litio (otro mineral estratégico, clave en las baterías electrónicas) son irrisorias comparado con las de México: 1.6 millones de toneladas frente a 243.8 millones de toneladas.