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Académico de la Unidad Iztapalapa, destaca la importancia de las juventudes en la construcción de un México más justo y plural 

Uno de cada tres jóvenes viven en situación de pobreza  

Uno de cada tres jóvenes en el país vive en situación de pobreza, y son quienes enfrentan mayores tasas de desempleo, salarios más bajos y condiciones laborales precarias
juventudes Uno de cada tres jóvenes en el país vive en situación de pobreza, y son quienes enfrentan mayores tasas de desempleo, salarios más bajos y condiciones laborales precarias (PETERPHOTOINFINITO)

Uno de cada tres jóvenes en el país vive en situación de pobreza, y son ellos quienes enfrentan mayores tasas de desempleo, salarios más bajos y condiciones laborales precarias, sostuvo Alfredo Nateras Domínguez, académico del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Iztapalapa

Asimismo, resaltó que a lo anterior se suma el lamentable hecho de que las mujeres jóvenes enfrentan una doble desigualdad por razones de género, con menores oportunidades, mayor vulnerabilidad y exposición constante a la violencia.

Para pensar a México, estableció, es indispensable reflexionar sobre sus juventudes, y viceversa: para comprenderlas, es necesario mirar el país que les ha tocado habitar, y no se debe perder de vista que las juventudes son uno de los sectores sociales más significativos de la sociedad contemporánea, y son los que más padecen condiciones de pobreza, violencia, exclusión y desigualdad, insistió.

Diversidad de las juventudes

Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Juventud, este 12 de agosto, enfatizó la importancia de reconocer a la juventud mexicana a partir de la diversidad que la caracteriza: los de zonas urbanas, rurales, indígenas, género, clase alta o de sectores populares.

Al respecto, enfatizó que la brecha digital marca profundas desigualdades, ya que de los casi 38 millones de jóvenes en el país, solo la mitad tiene acceso a un teléfono celular, y menos aún a Internet, exclusión tecnológica que limita sus posibilidades de participación, formación y expresión en un mundo cada vez más digitalizado.

“Las tecnologías de la información y la comunicación han transformado las maneras de socialización, afectividad y organización juvenil, además de que han profundizado las brechas entre quienes tienen acceso y quienes no”, destacó.

Lo que no se debe hacer es caer en generalizaciones que invisibilizan las experiencias particulares de millones de personas en esa etapa de la vida, ya que la juventud no es una etapa homogénea ni universal, sino una construcción social que refleja las tensiones y disputas del contexto en el que se inscribe.

Políticas públicas para jóvenes, en situación crítica

Respecto de las políticas públicas dirigidas a la juventud, sostuvo que el diagnóstico es crítico, ya que tan sólo el Instituto Mexicano de la Juventud, que debería ser el principal gestor de ellas, ha perdido protagonismo y recursos.

Los gobiernos, en México como en América Latina, dijo, han dejado de invertir en políticas para esa población, priorizando otras agendas.

Las políticas públicas de juventud están muriendo por inanición y lo más grave es que no se evalúa su impacto real. Se implementan programas, se reparten recursos, se organizan talleres, pero no se sabe si hubo cambios reales en las condiciones de vida, en las oportunidades o en sus trayectorias.

Pese a ello, abundó Nateras Domínguez muchas juventudes no son pasivas, gestionan sus propios espacios, crean economías solidarias, impulsan proyectos culturales y construyen alternativas desde la autogestión.

Ante ello, advirtió que el papel de las universidades es fundamental, “la UAM, como institución pública, tiene la responsabilidad de formar no solo profesionistas, también ciudadanos críticos, comprometidos con su entorno”.

Destacó avances significativos como la creación de protocolos contra la violencia de género, la apertura de espacios más inclusivos para la diversidad sexual y el fortalecimiento de una cultura de derechos, aunque, persisten desafíos como la falta de espacios culturales abiertos y la influencia de intereses políticos externos.

La Universidad, afirmó, no está exenta de las pugnas y contradicciones que atraviesan al país. Lo académico también es político y, por ello, es necesario construir una ciudadanía estudiantil activa, capaz de ejercer y defender sus derechos.

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