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El bosque arde...

 Una mirada cercana a los incendios forestales y su significado. Estamos a mitad de la primera temporada 2022

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Incendios forestales.

El incendio forestal es la propagación libre y no programada del fuego sobre la vegetación en los bosques, selvas, zonas áridas y semiáridas, de acuerdo con la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC). 

Los incendios forestales pueden ocurrir en cualquier momento; sin embargo, en México se presentan dos temporadas de mayor incidencia: la primera, correspondiente a las zonas centro, norte, noreste, sur y sureste del país, que inicia en enero y concluye en junio.

La segunda temporada inicia en mayo y termina en septiembre, y se registra en el noroeste del país. Ambas coinciden con la época de mayor estiaje (sequía) en el territorio nacional.

A pesar del fuego puede tener una influencia positiva en la naturaleza, ya que ayuda a mantener la biodiversidad e incluso algunos lugares se utiliza para la reducción de la maleza, el saneamiento y/o control de enfermedades entre las plantas, la liberación e incorporación de nutrientes y en algunos casos, la germinación de algunas semillas, al momento de ser utilizado de forma irresponsable puede convertirse en un incendio forestal de consecuencias devastadoras para el medio ambiente, incluso para la salud y seguridad de las personas.

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Quema del suelo para uso agropecuario.

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Las condiciones que propician un incendio forestal son la composición de los combustibles (elemento principal que determina las características del incendio), las especies vegetales, la topografía e incluso condiciones de tipo meteorológicas como la temperatura, la humedad, la velocidad y dirección del viento, así como la presencia o ausencia de lluvias en el sitio.

Se calcula que las actividades humanas ocasionan el 99 por ciento de los incendios forestales y sólo el resto tiene como causas fenómenos naturales como descargas eléctricas y la erupción de volcanes. 

De acuerdo con el promedio de los últimos años, casi la mitad de estos incendios se producen por actividades agropecuarias y de urbanización, junto con las acciones intencionadas y los descuidos de personas que no apagan bien sus cigarros o fogatas. Incluso, actividades como la quema agropecuaria no controlada, quemas por conflictos entre personas o comunidades, tala ilegal o litigios son otros factores que aumentan la probabilidad de estos incendios.

Los incendios forestales traen consigo más afectaciones de las que se perciben a simple vista, pues hay otros daños que son difíciles de cuantificar. Por ejemplo, los suelos quedan expuestos y susceptibles a la erosión. No hay plantas que retengan el agua para que se filtre al subsuelo y forme o recupere mantos freáticos.

Desaparece el hábitat de la fauna silvestre, se desequilibran las cadenas alimenticias y muchos procesos de la vida se ven truncados; por ejemplo, la destrucción de hongos, bacterias y protozoarios cuya función es desintegrar la materia orgánica. 

El clima se ve alterado con menos plantas que generen oxígeno. Se incrementa el efecto invernadero en la atmósfera terrestre. El humo, producto de la combustión, contiene carbono y otros elementos que, en grandes cantidades son nocivos al medio ambiente.

Sin mencionar las repercusiones en materia económica y social, como la pérdida de productos forestales, madera afectada, costos de reforestación, costos de rehabilitación, incluidos suelos, ríos, etcétera.

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Repercusiones de un incendio forestal. 

El año 98 se recuerda por los incendios en los bosques mesófilos en la montaña en Los Chimalapas. En un estudio de la UNAM (Villers Ruiz, L (2004) Incendios forestales en México, UNAM) indicó que los incendios causaron cambios significativos en la estructura y en la composición y riqueza florística de los bosques, además del incremento en la mortalidad de los árboles en años posteriores al siniestro. Aunado al hecho de que una vez que un bosque tropical húmedo se quema, se vuelve más vulnerable a nuevos incendios, que a su vez se convierten en una amenaza para la recuperación de los bosques a largo plazo. Estudios como este, corroboran los efectos negativos de los incendios forestales en términos biológicos y ambientales. 

En datos recientes de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) indican que los incendios forestales en México han presentado un aumento desde el año 2017, sin olvidar que el año 98 y 2011 fueron los peores para los bosques del país, con un total de 14 445 y 12 133 incendios registrados al año respectivamente. 

De las distintas comunidades vegetales que existen en el país, tales como selvas, bosques, pastizales y matorrales, el bosque mesófilo es el que más extensión abarca dentro del territorio nacional, razón por la cual tiene una enorme relevancia ecológica.

Capturan y controlan los flujos de agua, satisfaciendo el consumo humano y sirven como gran pulmón y productor de oxígeno en el país. 

Los bosques mesófilos se encuentran distribuidos en estados como Tamaulipas, San Luís Potosí, Veracruz, Hidalgo, Jalisco, Colima, Michoacán, y el valle de México, justo las áreas donde los incendios forestales están más presentes.

Actualmente estos bosques se encuentran amenazados por factores como el cambio climático, fenómenos ambientales como la sequía, afectan de manera directa los procesos biológicos de los animales y especies vegetales que habitan en estos ecosistemas.

En la actualidad, las continuas presiones humanas amenazan con un incremento en la ocurrencia y extensión de los incendios en los bosques mesófilos, y debido a su gran importancia en la biodiversidad biológica, el cuidado y prevención de los incendios forestales en estos ecosistemas es fundamental para un equilibrio ambiental en el país.

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Bosque mesófilo