Nacional

Falta de planeación, experimentos y cerrazón, origen del desabasto de medicamentos

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reportaje especial  Moisés Pablo

Entre 2013 y 2018 los contratos de compra consolidada alcanzaron avances cercanos al 80%; en 2020 y 2021 promediaron apenas el 60%, según Instituto de Investigación y Estudios Farmacéuticos

Todos los días, alrededor de 1 millón 250 mil mexicanos, ya sea en hospitales, clínicas o farmacias del sector salud, demandan medicamentos o materiales de curación, de acuerdo con la Secretaría de Salud.

CIUDAD DE MÉXICO, 14ENERO2022.- Según informes de la Unión Nacional de Empresarios de Farmacias (Unefarm), ya comienzan a registrarse quejas por desabasto de medicamentos antigripales. En este sentido señaló que en los primeros días del año se incrementó en 30% la demanda de medicamentos e insumos para atender a pacientes con síntomas de COVID-19. 
FOTO: ROGELIO MORALES /CUARTOSCURO.COM

CIUDAD DE MÉXICO, 14ENERO2022.- Según informes de la Unión Nacional de Empresarios de Farmacias (Unefarm), ya comienzan a registrarse quejas por desabasto de medicamentos antigripales

Rogelio Morales/ cuartoscuro

Sin embargo, en casi todos los rincones del país se multiplican las voces de quienes se quejan por el desabasto y, en consecuencia, por el impacto a sus bolsillos y el recrudecimiento de sus enfermedades. No se trata de un problema exclusivo de la actualidad: desde hace años, las historias van en el mismo sentido, aunque el gobierno de la 4T se ha comprometido de manera reiterada a una solución de fondo.

¿Por qué no lo ha logrado? Crónica realizó una revisión al sistema de salud, la cual incluyó el análisis de cifras oficiales disponibles, la mayoría discrepantes, y la consulta a expertos y actores centrales en este embrollo.

Por un lado: falta de previsión y planeación de la actual administración; su inexperiencia en la adquisición, pero sobre todo en la distribución de medicamentos, hasta llegar a manos de las personas; y los percances o errores propios de experimentos como la compra consolidada, encabezada primero por la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda y después por la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) y el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). Todo marcado -como ha ocurrido en el resto de los temas nacionales- por su postura inalterable de arrasar con la totalidad de los proyectos del pasado, en vez de sanearlos y enriquecerlos.

Por otro, una industria farmacéutica y de distribución de insumos cerrada, sin ánimo de competencia, acostumbrada a acaparar el mercado, complaciente ante los abusos y derroches tanto de autoridades federales como estatales, y sin un esquema de rendición de cuentas.

“En la compra pública había mucho que mejorar. En los contratos de compras consolidadas se asignaban el 100 por ciento de las piezas, pero eso no significaba que se consumieran, sino que se surtían conforme se iban necesitando: mínimo, se tenía que dar el 40 por ciento, pero llegar al 100 dependía de cada institución”, refiere Enrique Martínez, director del Instituto de Investigación y Estudios Farmacéuticos (INEFAM).

“En promedio, entre 2013 y 2018 los contratos alcanzaron a tener avances cercanos al 80%. Lo que hemos observado en 2020 y 2021 es que promedian apenas el 60%. Algo que nunca se hizo en los gobiernos anteriores fue tener indicadores en compras consolidadas, era la oportunidad de tenerlos, porque en salud se trata de gastar bien: está en juego la población y desafortunadamente, no ha sido la visión de este gobierno”.

Según Jorge Alcocer, secretario de Salud, las principales causas para el cambio radical son: “Nula estandarización de los tratamientos: se ofrecían medicamentos distintos a cada institución, para los mismos padecimientos; no se hacían actualizaciones de las claves y el 85 por ciento recibían sólo una o dos propuestas, se compraba lo que los proveedores querían y la Ley de Adquisiciones obligaba a agotar la compra con laboratorios nacionales, aunque hubiera mejores afuera, eran leyes hechas para empresas y no para personas”.

Un factor más ha acrecentado el desconcierto: la discordia entre el gobierno y la industria nacional.

SIN DIAGNÓSTICO. En México, no hay certeza de cuál es la demanda o requerimiento real de insumos médicos al año. De acuerdo con farmacéuticos y distribuidores, hasta el 2018-2019 se negociaban mil 448 millones de piezas en la compra consolidada, la cual era coordinada por el IMSS (en representación del ISSSTE, SEDENA, PEMEX, SEMAR, hospitales federales, 23 Institutos y 15 instituciones estatales), más otro estimado de 550 millones de piezas adquiridas por gobiernos de los estados y el Seguro Popular, para un total de 2 mil millones de piezas. Esto, aseguran, representaba el 98 por ciento del abasto nacional.

En la administración lopezobradorista los números han sido cambiantes. Para tener un parámetro equivalente, se consideró un año completo -2021- de adquisiciones realizadas por UNOPS e Insabi, el cual agrupa hoy a las 32 entidades del país. A lo largo de este lapso el gobierno desvarió sobre las piezas compradas por la UNOPS: desde 724 millones a 895 millones. Finalmente, a finales de noviembre pasado el propio organismo internacional refirió 878 millones de piezas.

En el caso del Insabi ocurrió lo mismo: llegó a informar, el 20 de julio de 2021, la comercialización de otras mil 729 millones de piezas, para un total anual de casi 2 mil 625 millones de piezas, 31 por ciento más de las adquiridas el último año del sexenio pasado.

En fechas recientes, cambió sus cantidades -incluso las ha refrendado en el “Pulso de la Salud” de cada martes en Palacio Nacional- y, de forma extraña, las ha cuadrado muy similares a las anteriores: poco más de mil 459 millones de piezas entre UNOPS e INSABI en un año, sólo 11 millones más a la de 2018.

De considerarse el último registro de la administración peñista y el ya referido por Insabi-UNOPS, habría un déficit de más de 500 millones de piezas. Sin embargo, ¿en realidad se entregaban en los años anteriores 2 mil millones de piezas?

Tampoco en el Compendio Nacional de Insumos Médicos, el cual contiene el número de claves de medicamentos y materiales usados en México, hay uniformidad. A finales del gobierno de Peña Nieto había 3 mil 640, y esa cifra ha llevado a reproches de las autoridades del sector en la 4T.

“Hay una sustitución de claves por mejora clínica y salud pública. Antes no se hacían actualizaciones de los medicamentos. Le dimos un número de claves a la UNOPS y salió al mundo a hacer adquisiciones de claves que ya no existían, que ya ni fabricaban los laboratorios. El Consejo Nacional de Salubridad debió actualizar“, explica Juan Ferrer, director del Insabi.

Así, las claves pasaron, detalló, a 2 mil 200, aunque a la UNOPS se le requirieron 2 mil 034. De esas, sólo pudo comprar de forma completa 892 y, de forma parcial, 146, las cuales debieron ser complementadas después por el Insabi, que a su vez -en el denominado Plan B- debió comprar otras 804.

En resumen, se ha oficializado la adquisición, entre ambas, de 1840 claves, lo cual representa un faltante de 194, según el requerimiento inicial a la UNOPS, o de 360, conforme a lo informado por Ferrer. Esto, es parte de la explicación del desabasto.

Pero más allá de la disonancia de números, está el desajuste presupuestal, los líos y deficiencias para cumplir el objetivo prioritario de abastecer medicamentos a la población, en mejores condiciones de oportunidad, calidad y precio…