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Hambre emocional, induce a consumir alimentos ricos en grasas y azúcares

Situaciones emocionales, estrés, son identificadas por el cerebro como recompensas, pero el riesgo es desarrollar sobrepeso u obesidad

entrevista

En entrevista con Crónica, la doctora Tania Nava habla del hambre emocional, y sus consecuencias en estos pacientes

En entrevista con Crónica, la doctora Tania Nava habla del hambre emocional, y sus consecuencias en estos pacientes

El estado de ánimo, incluso recompensas por ciertos logros, pueden detonar en el ser humano un condicionamiento al consumo de alimentos ricos en grasas y/o azúcares, que el cerebro identifica como una recompensa, denominada como “hambre emocional”.

En entrevista con Crónica, la doctora Tania Nava, especialista en medicina interna, obesidad y comorbilidades, explicó que el hambre fisiológica es la que todas las personas tenemos, y se satisface comiendo los alimentos y nutrientes que nuestro organismo requiere para su adecuado funcionamiento.

Sin embargo, el hambre emocional, es aquella que se “siente, como respuesta a estímulos que pueden ser: visuales, así como por situaciones de estrés en el trabajo, la casa, en la escuela, con la pareja, amigos, respuesta al tabaco, alcohol, y suelen estar relacionados con alimentos ricos en grasas o azúcares, que en realidad se convierten en una amenaza a la salud de las personas.

“Generalmente cuando tenemos hambre emocional hay una necesidad de comer por impulso, no porque se tenga hambre, y entonces el individuo come por una situación que puede ser detonada por una emoción tristeza, depresión, ansiedad, soledad, alguna ruptura,  estrés laboral, o problemas familiares o de la pareja”, explicó.

Cuando esto se repite, al tratarse de alimentos sabrosos, no nutritivos, puede volverse en una rutina y determinar una forma de comer más emocional que fisiológica aquí lo más importante es reconocer que esto podría ocasionar algunas consecuencias en la salud de los pacientes cómo puede ser sobrepeso u obesidad”.

El cerebro, abundó la especialista, interpreta como una recompensa estos alimentos y entonces se estimula su consumo y el impulso se va reforzando cada vez que se consumen y esto se comienza a hacer con mayor frecuencia, precisó, aunque no hay saciedad y, de hecho, el individuo puede comer muy rápido sin fijarse en la cantidad de la comida que ingiere, y en consecuencia tener un sentimiento de culpa por todo lo que comió.

EL hambre emocional, lleva a la persona a consumir alimentos ricos en grasas, azúcares y de bajo valor nutricional

EL hambre emocional, lleva a la persona a consumir alimentos ricos en grasas, azúcares y de bajo valor nutricional

EL HAMBRE EMOCIONAL, PUEDE CONDUCIR A SER COMEDOR COMPULSIVO

Estos trastornos en la conducta alimentaria, detona ciertos impulsos en áreas del cerebro del estímulo de la recompensa, y éste se va reforzando, de tal manera que entonces, ya no sólo se siente hambre emocional,sino que se puede complicar con otros trastornos como el trastorno por atracón (aquel que come todo lo que puede hasta llenarse y luego tiene sentimientos de culpa) o el síndrome del comedor nocturno (en que en la noche va a comerse todo lo que se encuentra en el refrigerador).

El riesgo mayor, dijo, es para las personas que viven con obesidad, depresión o ansiedad, de hecho, recordó que el 75% de estos pacientes, el 20% cursan con estrés laboral, y hasta un 15% padece ansiedad severa y depresión, “entonces se convierte en una relación bidireccional, es decir, no se sabe qué empezó primero la depresión y después vino la obesidad o viceversa, pero claramente está acompañado de muchas situaciones de estabilidad emocional, autoestima y autoaceptación.

En este mismo sentido, recordó que datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), del 2018, se encontró que el 75% de la población mexicana mayor de 20 años, padece sobrepeso u obesidad, además, las proyecciones hacia el 2035 de la Federación Internacional de Obesidad sostienen que esta condición va a seguir en aumento “y es importante reconocer que de ese 75% de la población que vive con obesidad o sobrepeso, alrededor del 30% de ellos vive con trastornos de depresión y hasta un 35% con ansiedad”.

Ante ello, recomendó la doctora Tania Nava, los pacientes con problemas en su comer emocional, y que por lo regular tienen problemas con su peso, deben hacerse una evaluación integral, ya que su problemática de obesidad o sobrepeso, está impactando en su comer emocional y su salud mental.

De hecho, refirió, con mayor frecuencia encontramos que los profesionales de la salud atienden a estos pacientes con obesidad de manera multidisciplinaria, es decir, su médico general, un psicólogo para atender su depresión o ansiedad, un nutriólogo e incluso un asesor en actividad física, para atender por diversos frentes, esta condición del paciente, que además se hace de manera personalizada acorde a la situación emocional de cada paciente.

“El éxito en la pérdida de peso tiene que ver con un abordaje multidisciplinario en el que se atiendan aspectos como depresión, ansiedad, su comer emocional, ya que la suma de todas estas estrategias conducen al paciente a poder alcanzar su objetivo, y controlar esa hambre emocional.

“Se ha observado que perder entre el 5 y el 10% del peso corporal mejora los síntomas de ansiedad y depresión en el paciente, incluso en diversos estudios se ha incluido terapia conductual con psicólogo incluso con fármacos que ayudan a regular el comer emocional en estos pacientes”, enfatizó la doctora Nava.