Nacional

Plaza Giordano el hogar de los migrantes durante más de tres meses

Haitianos y hondureños ven como un refugio a la plaza, mientras están a la espera de una respuesta de la  COMAR

Plaza Giordano Bruno, en la Juárez

Plaza Giordano Bruno, en la Juárez

Los sitios guardan historias y memorias y la Plaza Giordano alberga decenas de éstas. En los últimos dos años, cientos de migrantes provenientes en su mayoría de Haití y Centromérica han llegado al lugar, convirtiéndolo en un refugio; ahora su nuevo hogar.  Los días y los meses pasan, la esperanza de que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados agilice su condición de estatus en el país es cada vez más lejana.

Con frío, calor o lluvia, el pequeño toldo de la plaza y las casas de campaña cubiertas con bolsas negras, cobijan a familias de migrantes que están en la búsqueda de una mejor vida.

Giordano Bruno

Giordano Bruno

Uno de los integrantes de la Giordano es Frisnel, proveniente de Haití, quién narra que su llagada al campamtento improsivado fue desde hace cuatro meses  (después de la última limpieza que hizo Migración en el lugar, llevándose a las personas hacia otros estados) y esta estacia parece postergase por mas teimpo, pues  la COMAR no da solución a su situación. Su estancia en la ciudad es financiada por sus familiares que residen en Estado Unidos. A pesar de que su posición no es la mejor, la sonrisa y la esperanza en su rostro continúan. Platicado con Frisnel, comenta con alegría que le encantaría quedarse en el país y poder trabajar, pues en estos meses que ha vivido en México, le tomó gusto. Inclusive ahora uno de sus alimentos preferidos son la tortilla, ahora ya complemento en cada una de sus comidas. Su objetivo es establecerse legalmente en México y ser parte de sus habitantes.

Por otro lado, está la historia de Leonel, quien, al igual que Frisnel, llegó a la plaza hace cuatro meses. El  panorama es diferente, su estadía nos es financiada por algún familiar, está corre a su cargo. A pesar de no contar con papeles, por azares de la vida, logró conseguir un empleo en una pollería. Con humor, relata la experiencia que tuvo en su trabajo al utilizar las tijeras para cortar el pollo y tener los dedos anchos: se le quedaban atorados , lastimándolos, pero esto no fue impedimento para continuar con su trabajo. 

Agregó, que el pago por realizar esta actividad es de 215 pesos diarios, lo que le permite poder alimentarse y subsistir en la Giordano, ante la espera de una  respuesta por la Comisión.