
El desabasto de medicamentos en México es el problema de salud más notorio para la 4T; en el primer año de gestión de la Secretaría de Salud han existido desabastos de medicamentos para pacientes con VIH, vacunas para sarampión, metotrexato para niños con cáncer y hasta una epidemia de dengue del que se reportan cerca de 8 mil casos, el más sonado es el de la falta de metotrexato para niños, un medicamento que sirve para ralentizar la progresión de células malignas en infantes con leucemia linfoblástica aguda (LLA).
Importado desde Francia, el medicamento no promete subsanar el problema de desabasto, que tanto la Cofepris como la Secretaría de Salud ignoraron durante meses. Lo que resulta importante mencionar, es que este laboratorio ha sido investigado en el pasado por manufacturar productos contaminados. Incluso ahora, Mylan se encuentra bajo revisión de la agencia reguladora estadunidense (FDA) por un riesgo sanitario importante.
El pasado lunes 29 de octubre, la FDA emitió un retiro del producto Alprazolam fabricado por Mylan. En el acta de retiro, se menciona que el producto está contaminado y presenta riesgos de contraer infección.
Este medicamento, popular bajo el nombre Xánax, sirve para tratar diversos trastornos de ansiedad en pacientes de todas las edades. Este medicamento es esencial en el tratamiento de una condición que afecta a cerca de un cuarto de la población mundial. Únicamente en México, siete de cada diez personas padecerán ansiedad a lo largo de su vida; incluso hay casos mexicanos de pacientes pediátricos que viven con este trastorno.
Es aquí donde la Secretaría de Salud, y más puntualmente la Cofepris, no están poniendo la atención necesaria a la salud de México. El metotrexato de Mylan no tiene una advertencia sanitaria de ninguna agencia reguladora del mundo; sin embargo, es un laboratorio polémico y ya tachado por la FDA norteamericana.
Las observaciones encontradas en el metotrexato mexicano fueron de carácter documental; incluso después de dos revisiones a la línea, no se ha encontrado un riesgo de contaminación que atente contra la salud. Pero parece que para Jorge Alcocer y para José Novelo, resulta más importante tener la razón, a costo de riesgos ampliamente documentados en sus homólogos norteamericanos.
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