Opinión

A propósito de Beethoven y la salud hepática

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Voces de la UAM Voces de la UAM (La Crónica de Hoy)

Luis Enrique Gómez Quiroz es profesor-investigador del Departamento de Ciencias de la Salud y coordinador de Posgrado de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana; miembro de la Academia Nacional de Medicina de México y de la Academia Mexicana de Ciencias y SNI-III.

La música de Ludwig van Beethoven —Bonn, Alemania, 1770— ha sido inspiración para conocedores y aficionados. Su música es intensamente humana y, por ello, llena de pasión que la ubica en el clímax del romanticismo, complementando la creación, podríamos decir, más celestial de Johann Sebastian Bach o de Wolfgang Amadeus Mozart.

Si bien Bach toca a Dios con sus composiciones, Beethoven mas bien lo reta, como un Prometeo Germánico. Sin embargo, en el caso de este semi-dios y genio de Bonn, lejos de ser encadenado fue libre casi en plenitud, a pesar de que, desde temprana edad, fue víctima de una serie de problemas crónicos de salud, —más allá de su bien conocida sordera—, que nada tuvo que ver con su prematura muerte a la edad de 56 años.

Más allá de algunos artículos que existen en la literatura médica especializada, se ha escrito relativamente poco sobre las causas de la muerte de Beethoven. ¿Qué provocó la muerte del compositor? Es una pregunta que, seguramente, seguirá sin respuesta, como uno de los grandes misterios en la historia de la música.

Diversos especialistas se han atrevido a proponer diagnósticos basados en documentos históricos, en el mejor de los casos, y otros autores menos informados incurren en mera especulación y generan notas sensacionalistas.

Lo cierto es que tenemos todo un repertorio de diagnósticos que comprende: enfermedad de Paget, que puede explicar la sordera; problemas gastrointestinales, que incluyen síndrome de colon irritable y colitis ulcerativa; enfermedad de Crohn, con un componente autoinmune que se asocia a lupus eritematoso sistémico e, incluso, sarcoidosis. Agreguemos que presentaba evidencia de haber padecido viruela y, finalmente, datos muy claros y bien documentados de enfermedad hepática, posiblemente cirrosis asociada al consumo de alcohol.

Difícilmente una sola enfermedad puede explicar todos los padecimientos que tenía el maestro, por lo que es más factible considerar que haya padecido varias enfermedades que, ciertamente, pudieron haber tenido un disparador común como la enfermedad de Whipple.

La necropsia realizada el 28 de marzo de 1827 (el maestro falleció dos días antes), reveló un serio compromiso hepático. Se consignó que tenía “el abdomen hinchado y tenso por la presencia de agua”, dato inequívoco de ascitis causada por cirrosis macronodular —“nódulos grandes del tamaño de frijoles”, se documentó— lo cual fue constatado en el cadáver y respaldado con los datos previos de ictericia —un episodio fuerte en 1821—. Se sabe que, incluso, llegaron a drenarle —en diciembre de 1826— hasta 11 litros de líquido de ascitis, lo cual le representó “un alivio inmediato”.

La cirrosis hepática descompensada fue, con toda seguridad, la causa del desenlace fatal del compositor, y casi todas las enfermedades que se han hipotetizado, tienen repercusión en mayor o menor medida en el hígado. La causa de esta afección pudo haber sido el consumo de alcohol, considerando que tanto su padre como su abuela materna eran alcohólicos, Beethoven era un asiduo consumidor de vino, particularmente desde el momento en que comenzaron sus problemas de audición.

El alarmante número de enfermos y decesos por enfermedades relacionadas con el hígado se debe, en gran medida, a los desórdenes “modernos” que se apoderan de la población, como el consumo de una dieta alta en colesterol y en carbohidratos, que condiciona al hígado graso y a la hepatitis; adicionalmente, enfrentamos el gran problema —aún sin resolver— del consumo desmesurado de alcohol, que constituye una de las principales causas de cirrosis en México.

Según la Encuesta Nacional de Adicciones se estima que, en nuestro país, el consumo de alcohol se ha elevado en prácticamente todos los grupos de población (hombres, mujeres, adultos, jóvenes, niños). Llama poderosamente la atención que la adicción al alcohol se triplicó en mujeres jóvenes, lo cual debe considerarse una señal de alerta para el sector salud.

Las enfermedades hepáticas están incrementándose notablemente, no solo en México, sino en todo el mundo. En nuestro país los decesos por enfermedad del hígado ocupan el cuarto lugar, sin considerar al COVID-19, que se perfila en primer lugar como causa de muerte en 2020.

Sin embargo, se espera que los casos de enfermedad del hígado causada por los virus de la hepatitis B y C disminuyan, en gran medida, por el avance en tratamientos y vacunas contra estos virus. Recordemos que el Premio Nobel de Medicina en este caótico 2020 fue otorgado a los doctores Harvey Alter, Michael Houghton y Charles Rice, por sus trabajos en el descubrimiento y estudio del virus de la hepatitis C.

La vacunación contra el virus B, las relaciones sexuales protegidas y el cuidado sanitario en tatuajes, aunado al ya claro y eficiente control en transfusiones sanguíneas, han contribuido, en mucho, a disminuir el riesgo de enfermedad hepática por virus. Sin embargo, es fundamental no minimizar el riesgo al respecto, pues estos avances no significan la eliminación del problema. No, aún no.

Así, los últimos meses de vida de Beethoven nos hacen reflexionar sobre la importancia que tiene la salud integral en los seres humanos. El hígado es un órgano noble que sustenta al resto de los órganos del cuerpo, solía afirmar Paracelso. El compromiso en la salud del hígado conlleva diversos desórdenes en todo el cuerpo que, eventualmente, de no atenderse adecuadamente, conducen a la muerte.

Cuidar la salud de nuestro hígado es relativamente fácil, tener una dieta baja en grasas animales y ácidos grasos saturados, rutinas de ejercicio, esto para disminuir la grasa depositada en el órgano, evitar el exceso en el consumo de alcohol, y la automedicación; y finalmente, relaciones sexuales protegidas, como se ha mencionado.

¡Feliz Navidad! ¡Y feliz 250 aniversario del nacimiento del maestro Ludwig Van Beethoven!

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