El romerazo de la 4T inició formalmente este miércoles con la renuncia de Carlos Romero Deschamps a la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) de Pemex, misma que fue aceptada por los líderes de las 36 secciones presentes en la Asamblea Nacional Extraordinaria a la que fueron convocados ayer. Las razones no enunciadas son de todos conocidas: investigaciones contra finanzas que apuntan a enriquecimiento ilícito y lavado de recursos de procedencia ilícita.

Pero la bomba en el sindicato petrolero se dio con muchas reacciones fuera del gremio, ya que al interior se respetó el pacto de silencio que Deschamps habría solicitado en Presidencia de la República para apresurar su salida. Aun en sectores cercanos a AMLO, entre la disidencia de los trabajadores petroleros, como el representado por Sergio Carlos Morales, no hubo declaraciones sobre lo que vendrá.

Morales fue el orquestador de las denuncias contra Deschamps que, luego de años de fama pública sobre su vida dispendiosa, finalmente fue motivo de investigaciones y la causa principal de su renuncia. Pero Morales, quien hace unas semanas convocó a una reunión de seccionales alterna y logró ser elegido como relevo de Romero Deschamps, ha sido respetuoso, al menos hasta ayer, del pacto de silencio y no exigió ser reconocido como líder sindical.

Rubén Rosaldo Cordero, otro líder detractor de Deschamps, dio ayer un gran resumen en una conversación a la que Crónica tuvo acceso: “A ver, amigos, para que se calmen, ahorita ya renunció Carlos Romero Deschamps; el proceso estatutario es claro: el secretario de actas y acuerdos es el interino, en este caso, así como estaba el organigrama, es Manuel Limón. Tenemos corriendo las 72 horas para que ya nombren oficialmente al nuevo secretario para el periodo 2019-2021, por tanto, ahorita hay ganancia: ya salió Romero Deschamps. ¿Qué se hizo? Un pacto, que todos estén calladitos porque es el pacto del señor, ésa fue su negociación… ahora viene a quién va a poner nuestro Presidente…”.

El relevo del líder sindical y exsenador de la República, Romero Deschamps, también estaba pactado. No se recurrió a buscar en la toma de nota oficialmente registrada ante la Secretaría del Trabajo, donde un allegado al líder caído en desgracia aparecía como sustituto, sino que se optó por dar trámite estatutario al vacío en la secretaría y se designó a Manuel Limón como interino en la Secretaría General.

Limón, o quien finalmente resulte ungido como secretario, supondría un aliado natural para la 4T del presidente López Obrador en una empresa de la que, al menos en los planes de gobierno, deben salir recursos suficientes para irrigar de apoyos directos (becas, tarjetas de ayuda económica, pensiones) a buena parte de la población.

La duda queda abierta respecto al destino final de las investigaciones contra Carlos Romero Deschamps. Fueron causal de su salida del sindicato, pero falta saber si se verá verdaderamente procesado y sancionado por un enriquecimiento que era público y documentado.

Sólo una voz se alzó a mitad del pacto de silencio petrolero, la de María de Lourdes Silva, Lula, quizá la más amlista de los líderes disidentes y quien aseguró que a los petroleros no les bastará con verlo renunciar. “estamos contentos, pero no satisfechos”.

“Somos cinco contendientes para toma de nota (como dirigentes legalmente constituidos)”, y negó el reconocimiento al nuevo comité ejecutivo recién constituido. “Hacemos un llamado para que, luego de derribar a este Goliat, a este huachicolero mayor, toda la familia petrolera debe ir adelante hasta recuperar nuestro sindicato”, señaló esta única voz, mientras aún se fragua el futuro del sindicato más importante del país…