Opinión

Adiós impeachment. Hola imPetement

Adiós impeachment. Hola imPetement

Adiós impeachment. Hola imPetement

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Resignados como estábamos a una anunciada absolución de Donald Trump en el juicio político que culminó ayer en el Senado de Estados Unidos, nos queda el consuelo del juicio popular el 3 de noviembre. Pero, que nadie se haga ilusiones, porque, si el Congreso del país vecino está infestado de fanáticos republicanos del magnate populista, sus seguidores son legión en todo el país y son plaga en el Bible Belt, ese cinturón de Texas al norte de Florida, que engloba a los antiguos estados confederados del profundo sur. ¿Cómo no van a querer esos descendientes de esclavistas a un presidente que encabeza marchas contra el aborto, que idolatra los rifles de asalto y que odia a los inmigrantes latinos? ¿Qué más les da si Trump ha cometido delitos, si de lo que se trata es de impedir que regrese al poder un liberal antipatriota, o peor aún, un socialista?

Es cierto: Bill Clinton también se libró del impeachment por el caso Mónica Lewisnky, pero mentir para ocultar una relación sexual no alcanza ni de lejos la gravedad de los delitos de Trump: chantajear a Ucrania (acosada bélicamente por Rusia) negándole ayuda militar, mientras no investigase los negocios de un hijo de Joe Biden; y obstruir la investigación del Congreso.

Lo triste de este fallido impeachment es que Trump ni siquiera tenía necesidad de vetar testigos. Por interés electoral, por miedo o porque le siguen ciegamente, los senadores republicanos le habrían absuelto de todas formas, de igual manera que millones de estadunidenses votaron por él en 2016, pese a las mujeres que le denunciaron por abusos sexuales, pese a sus insultos a la prensa (llegó a burlarse en un mitin de un periodista discapacitado) y pese a sus terribles mentiras sobre los inmigrantes. Fue Trump quien durante un mitin vaticinó que “podría disparar a la gente en la Quinta Avenida y ganar las elecciones”... y acertó.

¿Qué se puede hacer, entonces, para evitar que sea reelecto y no tener que soportarlo otros cuatro años más?

Honestamente, no tengo ni idea, y mucho me temo que la dirigencia del Partido Demócrata tampoco. Pero Iowa, con todo y fiasco en el escrutinio, arroja algunos datos interesantes.

Curiosamente, lo más llamativo no es quien ganó, sino quién perdió: Joe Biden. Los demócratas de ese estado blanco y rural han dicho en las urnas que les aburre otro candidato “del establishment”, como era Hillary Clinton. No les interesa que se postule otro “heredero de Barack Obama”.

Por el contrario, los triunfos de Bernie Sanders y Pete Buttigieg demuestran que se mantiene intacto el tirón popular del “viejo senador socialista”, pero también las ganas de alguien joven y fresco, alguien que recuerda gratamente al joven Obama, cuando en 2008 se atrevió a desafiar a la dirigencia del partido y triunfó también en Iowa, cuando la favorita era Clinton.

Aunque nadie pierda de vista que Obama es negro y Buttigieg es gay, lo que atrajo en su día de quien se convirtió en presidente y lo que puedo atraer ahora del alcalde una ciudad pequeña de Indiana, es precisamente ese aura de ser “diferente” y a la vez tremendamente normal.

Habrá que ver si Pete (el apellido es complicado de leer) resiste la larga y dura campaña —la próxima batalla son las primarias de New Hamshire el martes—, pero quizá esa sensatez y frescura que despliega sea más poderosa para derrotar al radicalismo de Trump, que el discurso soso de Biden y el también radical, pero de izquierdas, de Sanders, parecido al del laborista Jeremy Corbyn que asustó a los británicos para alegría de Boris Johnson … y ya sabemos cómo acabó allí la cosa.

fransink@outlook.com