Opinión

Adiós PRD

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El viernes pasado, tras más de 22 años de militancia activa e ininterrumpida y representarlo en innumerables batallas a favor de la igualdad y el progreso, presenté mi renuncia al Partido de la Revolución Democrática.

Fue en la prepa No. 4 de la UNAM, en Observatorio, donde comencé como consejero estudiantil a desplegar mi vocación de servir. Una práctica inculcada por mi abuelo materno que me llevó a afiliarme al PRD en busca de canalizar, con causa social, mis juveniles anhelos de justicia, libertad e igualdad.

Me afilié convencido de que la izquierda busca, esencialmente, la equidad y el progreso social de todos, mientras la derecha considera la pobreza y en general las diferencias sociales normales, naturales, inevitables y eternas. Dos principios antagónicos e irreconciliables.

Admiraba los liderazgos de esa izquierda: Ifigenia Martínez, Heberto Castillo Martínez y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros, quienes infundían respeto, congruencia ideológica, solidez moral y transmitían conocimientos, honestidad y deseos incontenibles de derrocar a la derecha para transitar hacia una sociedad más justa.

Con ese ejemplo y enseñanzas, ya como militante y alumno de la Facultad de Economía de la UNAM, participé en la elección del primer gobierno de izquierda de la Ciudad de México encabezado por el PRD, y en la histórica huelga estudiantil de los años 1999-2000 en nuestra máxima casa de estudios.

Representé al PRD ante la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, el Frente Zapatista de Liberación Nacional y como servidor público en diversas responsabilidades en el gobierno capitalino.

Bajo sus siglas logramos, por primera vez, que la izquierda gobernara la delegación Miguel Hidalgo e instauramos un gobierno democrático y cercano a la gente.

Ganamos dos elecciones para diputado local que nos permitieron consolidar avances históricos para la CDMX: la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, la Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación, la de Desarme Voluntario y decenas más de normas de vanguardia.

Hoy, por desgracia, la dirigencia perredista tomó rumbo contrario a sus principios democráticos al pactar una alianza electoral con la derecha, su antagónica y, más grave aún, sin consultar a sus bases.

Esta decisión significa, para ponerlo en lenguaje cotidiano, como irle toda la vida al Guadalajara y pedirle a la gente, mañana, que se convierta en fan del equipo América, o viceversa. Esa incongruencia inaceptable me obligó a dimitir al PRD.

Me voy, lamentando que quienes viraron a la derecha llevan al PRD por una ruta contra natura, regresiva y suicida.

Nosotros seguimos plantados en la izquierda y, por eso, en congruencia con nuestros principios y convicciones, respaldamos la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador y, para gobernar la CDMX, la de la doctora Claudia Sheinbaum de cara al proceso electoral del próximo 1 de julio.

Para mis ya excompañeros de partido, amor y paz, y larga vida.

Hay, dice el viejo refrán, “males que no se curan”. Por eso seguiremos luchando por alcanzar la unidad de las izquierdas, para transitar hacia una sociedad más justa, equitativa y libre, pero sin cambiar de piel solo, si es necesario, de camiseta.

* Diputado por Miguel Hidalgo