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“Allá adentro hay mejor recepción que acá afuera”

El Julius le llama a la jefa a cualquier hora del día o noche”: El Tribilín. Por una Sorjuana o un Benito te dejan pasar celulares, minirradios y hasta mariguana

Centro Femenil de Readaptación Social
Centro Femenil de Readaptación Social Centro Femenil de Readaptación Social (La Crónica de Hoy)

Recargado en un barandal en el exterior del penal de Barrientos, en la avenida Ejército del Trabajo S/N, en la colonia San Pedro Barrientos del municipio de Tlalnepantla, Estado de México, el Tribilín aguarda que su tía y dos de sus primas salgan de visitar a su primo Julius, quien enfrenta una condena de 10 años por robo de autos con violencia.

“El guardia no me dejó entrar porque me tomé unas chelitas en la mañana, pero como quede de venir con mi tía me aventé unos chochos para alivianarme pero no se me quitó lo rojo de los tomates (ojos) y que me dan salida, pero no hay fijón”.

Mientras aguardaba la salida de sus familiares, el Tribi dijo a Crónica que ya después hablará con el Julius por celular.

“Allá adentro hay mejor recepción que acá afuera. Además, si te conectas con dos tres celadores, por una Sorjuana (billete de 200 pesos) o un Benito (de 500 pesos) te dejan pasar hasta celulares, minirradios o cartuchitos de la mary (mariguana)”. Interrogado sobre si él y su familia han introducido teléfonos celulares al penal, sin dudar aseguró: “Sólo una vez metimos un celular pero desarmado. Yo traía una botas vaqueras y en el hueco de uno de los tacones dejamos espacio para meter la batería, tapamos bien el tacón que tiene cubierta de madera para que no se detectara en la revisión”.

Asimismo, narró la colaboración de su tía y sus dos primas en esta operación clandestina en la que todos entraron con intervalo de varios minutos y no juntos: “Mi tía traía un chongo en el cabello donde una de mis primas acomodó la carcasa del celular que cubrió con un forro de foami color negro —no se notaba nada—”, asegura.

La labor de sus primas, señaló, fue meter el chip para el teléfono y el cargador de la batería. “La Yoyis ha metido varios chips para que mi primo los mueva allá adentro. Trae unos aretes con pequeñas fundas de madera con figuras pintadas en las que se meten los chips y al pasar la revisión no los registran los detectores. Mi otra prima, La Negrita, ella llevaba la bolsa de yute con la comida para el primo, metió entre el plástico que recorre alrededor de la bolsa el cable del cargador, pero sin el enchufe, y donde terminaba el tope del cable le puso silicón líquido para sellar la bolsa. El enchufe lo quiso meter mi prima en su monedero pero se lo dejaron pasar luego de soltar una feria, y la tapa que empuja la pila como es ligera se la metió en el buche y sin bronca. Ya adentro fueron al baño y regresaron con el teléfono casi armado y ya sólo le dí la pila al Julius en un bisne, cuando le dije que se probara mis vaqueras y ahí él hizo el resto”.

Sobre la señal para hablar por celular desde el interior del penal, dijo que “en las horas de visita le hacen como que bloquean la señal, pero el Julius le habla a la jefa a las 10 de la noche o a las 7 de la mañana, entons, si bloquearan la señal ¿crees que nos hablaría a cualquier hora?”.

Penal de Santa Martha. Crónica también recorrió el penal de Santa Marta y corroboró que sí había señal de celular en el área de acceso al penal, es decir donde la familia o amigos hacen fila para poder ingresar a ver a quienes están recluidos. En el acceso principal que está sobre la avenida Ermita, se hizo la prueba al hacer una llamada y mandar mensajes los cuales se fueron de inmediato, sin embargo atrás del penal hay un lugar donde no hay señal.

Según lo dicho por un visitante, es variable porque hay días que sobre Ermita a la altura del reclusorio, sobre la avenida, no hay señal, pero al pasar el reclusorio todo vuelve a la normalidad. En la entrada se observa una manta donde se prohíben celulares así como todo tipo de objetos que puedan usarse como un arma.

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