Academia

Ambiente antintelectual sobre la ciencia se puede revertir a las universidades: Antonio Lazcano

El avance de la ciencia requiere de recursos económicos, pero también una comprensión social que ahora se está perdiendo, señala Antonio Lazcano, profesor emérito de la UNAM y Premio Crónica.

El avance de la ciencia requiere de recursos económicos, pero también una comprensión social que ahora se está perdiendo, señala Antonio Lazcano, profesor emérito de la UNAM y Premio Crónica.

Ambiente antintelectual sobre la ciencia se puede revertir a las universidades: Antonio Lazcano

Ambiente antintelectual sobre la ciencia se puede revertir a las universidades: Antonio Lazcano

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Antonio Lazcano se dice beneficiario de la UNAM, específicamente de la Facultad de Ciencias, no sólo de su vida intelectual y académica, sino también en la vida misma, expresa. Hace tres décadas, relata, un padecimiento grave propició su hospitalización e intervención quirúrgica. “Tengo un tipo de sangre rara y fue la Facultad de Ciencias (FC) la que se encargó de conseguir 19 donadores”.

Lazcano, miembro de El Colegio Nacional y Premio Crónica, señala que todo lo que ha logrado es gracias a esta facultad, que en 2019 cumplió 80 años. Como parte de sus festejos, la institución ha recibido a diferentes conferencistas a lo largo del año; ayer tocó turno a Antonio Lazcano, quien preparó un generoso regalo a los asistentes, el preferido del profesor: conocimiento.

En el Auditorio Alberto Barajas Celis de la facultad, Lazcano Araujo expuso ayer su conferencia “La tribulación de un estudiante: el experimento de Miller-Urey”, donde relató el trabajo que llevó a cabo Stanley Miller, su profesor, quien desarrolló investigaciones clave en el estudio del origen de la vida.

Aderezado de maravillosas anécdotas, humor y empatía con los jóvenes asistentes, Lazcano narró las imbricaciones del trabajo de Miller, así como cuando él y otro grupo de investigadores, algunos alumnos del californiano, lo retomaron para descubrir nuevas piezas de un mundo de aminoácidos que darían pauta al posterior desarrollo de la vida en el planeta.

Referencias fílmicas y literarias complementaron la exposición, dentro de las que Lazcano resaltó la referencia misma de su trabajo y de Miller en una de las novelas de Dan Brown. “Lo que menos me esperaba es que en un libro tan malo apareciera explicado mi trabajo, fue muy sorpresivo. Mi única esperanza es que, así como hicieron la película de El código Da Vinci, me inviten a participar en la película de este libro acompañado de Julia Roberts”.

80 ANIVERSARIO. Al término de la conferencia, como es común, varios estudiantes se acercaron a Lazcano para extender sus dudas y comentarios sobre la exposición, así como para saludarlo y tomarse fotos con él. La emoción con que muchos lo hacen conmueve y entusiasma.  

Después del encuentro y ya en su laboratorio, donde él y sus alumnos se saludan con un juego de manos que deber requerir práctica a lo largo de un semestre, el biólogo ahonda en entrevista en algunos temas como el aniversario de la FC, así como de los retos que enfrentan los estudiantes de ésta y otras universidades.

“Hace algunos meses, la directora de la facultad, Catalina Stern, decía que no es coincidencia que cumpla 80 años, al igual que la autonomía de la UNAM”. El biólogo recuerda que la Facultad de Ciencias nació por un grupo de profesores y alumnos que persistían con una vocación científica y buscaban un lugar donde realizarla. A lo largo de estas décadas, añade, han sucedido cosas interesantes en la institución, como ver hacia afuera del país, en el sentido de lo que pasaba con las grandes tendencias de la investigación en otras partes del mundo e incorporarlo a México.

Otro aspecto que destaca es la presencia femenina en la facultad, donde siembre ha habido una buena proporción en disciplinas como la biología, donde es común tener alumnas, compañeras, profesoras y jefas. “Eso es de lo más normal”.

Por otra parte, la Facultad de Ciencias de la UNAM se ha multiplicado en todos los centros e institutos que existen alrededor. “Los profesores e investigadores dan clases aquí, se nutren de los estudiantes y eso hace que lo ocurrido en la frontera de la ciencia se incorpore en las clases”. Adicionalmente, dice, en cualquier parte del país donde se hace ciencia es común encontrarse con personas que pertenecieron a la facultad, “eso habla de ese efecto multiplicador”.

ANTINTELECTUALIDAD. Acerca de los retos que enfrentan en la Facultad de Ciencias, manifestó que un problema básico es la falta de recursos, pero no sólo económicos. “Utilicemos el término 'inversión', que no me gusta, pero el avance de la ciencia implica una claridad de parte de la sociedad de proporcionar recursos económicos, pero también una comprensión social que ahora se está perdiendo; porque el discurso presidencial —que señala que los científicos forman mafias en un país donde las mafias son una realidad— refiere que más vale 'una buena persona que el rigor científico', lo que finalmente provoca que ese ambiente antintelectual, de confusión e ignorancia sobre la ciencia se revierta contra las universidades".

Finalmente, Lazcano habla sobre la importancia de la figura del profesor dentro y fuera de su facultad. Sobre el comentario de que es uno de los profesores más queridos de su institución, responde con su acostumbrada modestia: “No, no, no… en modo alguno. Cuando pienso en profesores admirables recuerdo, por ejemplo a Paris Pishmish —adorable, inteligente, sabia y generosa— o a Tomás Brody, Marcos Moshinsky, Adolfo Sánchez Vázquez…

“La cantidad de profesores de la Universidad que han dejado huella es enorme, lo que también dejan fue su ejemplo, y una de sus partes claras es la generosidad intelectual. Hay generosidad de distintos tipos, pero cuando un alumno llega con una maestra, investigador o profesor, y le explica o le da una referencia, ahí hay un acto de generosidad intelectual enorme y con un efecto importantísimo”.

Lazcano narra que tuvo la suerte, desde muy joven, de ser objeto de esa generosidad, ya fuera de sus profesores de la UNAM o de Stanley Miller, Lynn Margulis o Alexander Oparin. “Entonces uno tiene que seguir esos ejemplos, es una obligación. Tengo mucha gratitud por muchos de mis maestros —algunos de los cuales incluso me reprobaron—. Pocas profesiones requieren de una generosidad tan enorme como la de maestro, palabra que no obstante se encuentra despreciada en estos días, porque pensamos en los sindicatos, en las movilizaciones o las negociaciones políticas que los involucran. Pero es una de las profesiones con mayor nobleza que hay, suena casi cursi, pero es muy real”.