Cultura

Analizan la “música” del ADN

Mario González, de la Universidad de Glasgow, ofrece videoconferencia como parte de las actividades del festival El Aleph

Estructura del ARN y el ADN
Estructura del ARN y el ADN Estructura del ARN y el ADN (La Crónica de Hoy)

Las vibraciones de la proteína de membrana del SARS-CoV-2 ayudan a estabilizar la unión entre espícula —una de las cuatro proteínas de membrana— y el receptor de una célula, con lo cual comienza el proceso para que ésta se trague el virus y se desencadene la invasión viral. “Las vibraciones aumentan de frecuencia reduciendo la flexibilidad de la proteína y, de este modo, contribuyen a la infección del COVID-19”, destacó el investigador asociado en la Universidad de Glasgow, Mario González, durante la videoconferencia La música de la vida en el ADN en el contexto de la COVID-19.

En el marco del festival de arte y ciencia El Aleph, el doctor en química física explicó que el virus del COVID-19 es 500 veces más pequeño que una célula humana y está compuesto principalmente por: material genético, proteínas de membrana y la membrana. “Es tan simple que ni siquiera tienen ADN, por lo que guarda su información en el ARN, haciendo que su código de multiplicación sea muy simple”.

Lo que hace este virus, añadió, es que cuando llega a la célula, la engaña para que acepte su ARN y al ser aceptada, la célula comienza a hacer copias del virus, así como a sintetizar las proteínas que necesite para, finalmente, ensamblar nuevos virus que son liberados para contagiar nuevas células.

Asimismo, apuntó que, al carecer de una doble hélice, el SARS-CoV-2 está más expuesto a agentes mutágenos, por lo que una de las mutaciones ha hecho que las espículas del virus puedan agarrarse particularmente bien del receptor de células.

“Al tener temperatura, todos los cuerpos microscópicos están en movimiento. Tal como vibran las cuerdas de una guitarra al tocarlas, el ADN tiene vibraciones que recorren su estructura, estirando y acortando el espacio entre sus bases —adenina, guanina, timina y citosina—, algo así como un acordeón”.

La frecuencia de ambas vibraciones, añadió el doctor en química física, la guitarra y el ADN, dependen de parámetros físicos. En el caso de la guitarra depende de la tensión, la longitud y la masa, mientras que el ADN depende de la secuencia de bases y de la interacción con las proteínas que la rodean.

“Esta vibración es la que hemos denominado de forma poética el ADN de la vida, sólo que como el ADN es miles de millones de veces más ligera que la cuerda de una guitarra, su frecuencia de vibración es miles millones de veces más alta, tanto que queda muy lejos del rango de frecuencias que puede escuchar el humano, lo que también significa que no se puede modificar ni manipular el estado del ADN con el rango de frecuencias de un instrumento musical.

Estas vibraciones permiten la creación de una burbuja de transcripción, a través de la cual las células se adentran en el ADN y comienzan la lectura y/o replicación de la información genética, ya que el ADN protege sus bases con la cadena de azúcares y fosfatos, lo que impide que esto suceda, explicó.

“El ADN tiene frecuencias específicas que cambian la rigidez de la doble hélices en puntos concretos de su estructura, lo que provoca que cuando las vibraciones pasan por ese punto, por resonancia se genera la separación de las dos hebras, la cual se hace cada vez más ancha hasta que la estructura no aguanta más y se rompen, creando un hueco en la doble hélice, burbuja de transcripción”.

ijsm

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