
En el Campeonato Mundial de Robótica Juvenil FIRST, realizado en la ciudad de Houston, Texas, el ingeniero mexicano Francisco Guerra Treviño se distingue entre los más de 3 mil participantes por varias razones: usa una barba de color verde; es el coach en jefe del equipo Botbusters, de Monterrey, cuyo logo es parecido al de la película Cazafantasmas y su equipo cambia de estrategia en cada ronda de competencia, según su rival, lo que le permitió llegar a los cuartos de final en el Campeonato donde estuvieron presentes equipos de 62 países.
Coloquialmente, los jóvenes miembros de su equipo, de entre 15 y 18 años de edad, le llaman Paco War. Él ha participado en este tipo de torneos desde hace cuatro años y sus grupos han obtenido diez diferentes premios en las fases regionales del campeonato FIRST, por ingeniería, seguridad y emprendimiento, además del galardón Woodie Flower’s Award como mejor Coach de México.
Para la edición 2018 del campeonato FIRST, Paco War acudió al frente de un grupo de 24 personas, incluyendo alumnos y mentores, con los cuales ganó más de una decena de combates o matchs, clasificando a los enfrentamientos finales donde tuvo que armar alianzas de tres equipos, con los mejores de otros países. En estas instancias, y después de tres días de competencia, sus alumnos se quedaron a dos pasos de la final.
“En realidad armar robots y ponerlos a competir es sólo un pretexto de un trabajo más grande que es educar a los chavos y formar mejores jóvenes, mejores personas”, cuenta, en entrevista con Crónica, el ingeniero en Tecnologías de la Información y profesor de la materia de Creatividad en Computación, en la Prepa Tec Eugenio Garza Sada, en Monterrey.
“Desde chiquito siempre me gustaron los robots que se ven en películas, caricaturas, etcétera, pero mi primer contacto con la robótica fue en la preparatoria, cuando un profesor llevó a la escuela un kit de robótica marca LEGO, que tiene sus motores, sus sensores y engranes. Pero años después, al comenzar a trabajar como profesor en la preparatoria aprendí a trabajar con robots más grandes, con piezas metálicas y mucho más complejos”, indicó.
Paulatinamente explica que llevar un robot a competir a Houston no sólo requiere de resolver temas técnicos de mecánica y programación, sino que se requieren patrocinios, permisos y escribir varios ensayos para explicar los motivos y necesidades del proyecto.
“No sólo tienen que aprender los jóvenes ingeniería. Están involucradas áreas de negocios, imagen, manejo de redes sociales, entre otras. También necesario saber mecánica y que sepan redactar, hablar en público y explicar sus proyectos”, indica el ingeniero que encabeza a uno de los equipos más fuertes de México y del mundo.
Los equipos que ha dirigido tienen que conseguir recursos con diferentes patrocinadores, pues la inscripción a competencias regionales puede costar hasta 5 mil dólares, mientras que los robots que se arman también tienen costos elevados de hasta 100 mil pesos, más otra cantidad similar para gastos de reparaciones y mantenimiento. Algunas veces se tienen que reunir hasta un millón de pesos, de patrocinadores, para un solo equipo.
Un valor adicional del trabajo de Francisco Guerra o Paco War es enseñar a los jóvenes a transmitir el conocimiento de una generación a otra para tener seguridad y hacer mejores procesos. Cada año el equipo tiene entre 20 y 30 personas y se gradúan aproximadamente ocho cada año.
“Ganar es algo increíble porque se tiene que empezar a construir desde mucho tiempo antes. Hay que ayudar a los jóvenes a imaginar el triunfo y luego a ir consiguiendo el objetivo. No son sólo las seis semanas que tarda el armado de un robot. Se trabaja casi un año en la planeación y el desarrollo de las habilidades necesarias. Cuando hemos ganado ha sido un sentimiento increíble, pero sobre todo cuando nos ganamos premios que nos proponemos, como cuando nos han premiado por ingeniería, que es un objetivo que se propuso y se alcanzó, al igual que el objetivo de acudir a este Campeonato Mundial y el haber entrado en los play offs, mostrando la fuerza que tiene México”, agrega el profesor.
— ¿Y cómo se ayuda a personas tan jóvenes a procesar una derrota, cuando ocurre?
— El coach tiene que aguantarse el dolor, porque es obvio que no sólo le duele a los chavos cuando perdemos. Lo que hago es tener los pies bien puestos en la tierra, analizar las diferentes áreas del trabajo para señalar todo lo que sí hicimos bien y seleccionar muy bien las palabras que se dirán a los estudiantes. Hablar con los chavos, cuando pierdes, es difícil porque uno tiene que proyectar siempre una visión madura a los muchachos porque uno viene como cabeza, como líder de un equipo grande. Sin embargo, ocurre algo muy especial. Yo cobijo a los muchachos y ellos me cobijan a mí. Es por eso que somos un equipo”, agrega.
El coach dice que, fuera de las actividades de robótica, como Coach tiene otra obligación muy importante: supervisar que los jóvenes no bajen sus calificaciones en otras materias por priorizar las competencias de robótica.
“Lo que estamos haciendo tiene efectos muy profundos. Algunos de los muchachos ya han sido becados para entrar a universidades muy importantes. De hecho, entre quienes participaron en el Campeonato de Houston ya hay un alumno que entrará al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). Ahora lo que vemos en México es que las escuelas, los alumnos y los padres de familia ya están muy involucrados en estas competencias, pero necesitamos que las empresas miren más estos esfuerzos y los apoyen con materiales, con patrocinios e identificando y apoyando a los jóvenes talentos”, concluye, en su reflexión en voz alta, Francisco Guerra, conocido como Paco War, el Coach de la barba verde.
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