La histórica reunión convocada por el papa Francisco para abordar la epidemia de abusos sexuales por parte del clero comenzó ayer en la Santa Sede ante 190 representantes de la jerarquía de la Iglesia católica procedentes de todo el mundo.

La cita empezó con el Papa reconociendo que “el pueblo de Dios nos mira y espera de nosotros no simples y obvias condenas, sino medidas concretas y efectivas”. Así, Jorge Bergoglio presentó  21 ideas sobre las que empezar a trabajar para atajar el problema.

Entre los 21 puntos figura “la elaboración de un vademécum en el que se especifican los pasos a seguir por la autoridad en todos los momentos clave del surgimiento de un caso” de abuso o acoso sexual.

El programa de propuestas contempla que personas capacitadas escuchen a los denunciantes, informar a las autoridades civiles y eclesiásticas de los casos, establecer protocolos específicos para gestionar las acusaciones contra clérigos y dar formación continua para “obispos, superiores religiosos, clérigos y trabajadores pastorales”.

Una de estas propuestas pretende evitar que se sigan dando castigos eclesiásticos demasiado blandos y, por ejemplo, contempla que los sacerdotes y obispos culpables de abusos sean expulsados de sus cargos.

La reunión comenzó con un puño en el estómago para los presentes, ya que se escucharon los testimonios grabados de víctimas que relataron las violaciones sufridas y cómo una y otra vez se ignoraron sus denuncias. Antes del inicio de la conferencia, algunas asociaciones de víctimas de abusos también protestaron en los aledaños del Vaticano, en Roma.