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Bahamas enfrenta ahora el reto de huir de la devastación

Con una escasez de comida y agua generalizada y sin luz, las salidas ocurren a cuentagotas. “La gente moría frente a mí”, relatan supervivientes, a la espera de auxilio

Con una escasez de comida y agua generalizada y sin luz, las salidas ocurren a cuentagotas. “La gente moría frente a mí”, relatan supervivientes, a la espera de auxilio

Bahamas enfrenta ahora el reto de huir de la devastación

Bahamas enfrenta ahora el reto de huir de la devastación

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Mientras Dorian sigue su curso hacia el norte y se acerca a Canadá, ahora convertido en tormenta post-tropical –es decir, que ya no tiene fuerza de huracán—, las Bahamas enfrentan ahora un nuevo drama: cómo evacuar a todos los supervivientes de las islas Ábaco y Gran Bahama, completamente arrasadas.

Entre tanto, las aguas vuelven poco a poco a su curso regular, lo que empieza a facilitar el rescate de los supervivientes y la búsqueda de cadáveres. Y ésta es la nueva realidad del archipiélago; este sábado la cifra oficial de fallecidos subió de 30 a 43, pero el Gobierno alertó que el balance final de fallecidos será “estremecedor”, y recordó que los desaparecidos son hasta miles. El secretario de Sanidad, Duane Sands, aseguró a Guardian Radio, el viernes, que “el público debe empezar a prepararse para una información inimaginable de cifras de muertos y sufrimiento humano”.

A los que siguen vivos, les toca la parte del sufrimiento humano. “Hueles los cuerpos descomponiéndose a medida que caminas por Marsh Harbour”, parte de las Ábaco, aseguró Sandra Sweeting, de 37 años, a la agencia AFP. Los relatos escabrosos se multiplican: “Mi barrio ha desaparecido entero; la gente se moría delante de mí, había bebés muertos. Escapé de casa nadando y sólo tengo lo que llevo puesto”, relata Rollpenchy Pharisen, un joven de 20 años, a El País.

“El agua se movía como si un helicóptero estuviera despegando justo encima”, relata Julio César Ceballos, venezolano, quien lamenta la muerte de un matrimonio conocido, con dos hijos, que aparentemente murieron abrazados al ver que no podían escapar de su casa.

Y lo que sigue a ese “sólo tengo lo que llevo puesto” es la ­desesperada necesidad de huir de allí. El venezolano Argimiro Torres, de 54 años, espera a las afueras del aeropuerto de Freeport, junto a cuatro compatriotas, a que su empresa les envíe un avión para evacuar. Y ellos son los afortunados. En el puerto de la ciudad se agolpan miles de personas esperando un barco para poder huir del archipiélago, cosa que por ejemplo lograron ayer cerca de mil personas que llegaron a Palm Beach, Florida, a bordo de un crucero.

CANADÁ. Entre tanto, Dorian remontó ayer a huracán categoría 2 en su camino hacia Canadá, y las autoridades canadienses alertan de la potencia de la tormenta, que mantiene vientos sostenidos de 155 kilómetros por hora.