
En diversas ocasiones hemos tenido la oportunidad de discutir sobre la necesidad de la protección, bienestar y rescate del maltrato a los animalitos. Sin embargo, en septiembre pasado las cosas fueron a la inversa: Los animalitos nos rescataban a nosotros.
Me refiero a los trabajos de salvamento y rescate en que participaron los denominados “binomios caninos”, en los que la mancuerna integrada por brigadistas y perros de rescate se abocaban a la tarea de localizar personas bajo los escombros de los edificios colapsados con motivo de los lamentables sismos de los días 7 y 19 de septiembre pasados.
Al menos 100 perros rescatistas provenientes de diversos estados de la República como Chihuahua, Coahuila, Guanajuato y Jalisco, además de países como Chile, Panamá, Japón y Estados Unidos, se incorporaron a la solidaridad y apoyo de rescate, sumados a los equipos caninos pertenecientes al Ejército y Marina mexicanos.
Su apoyo fue invaluable, participando y logrado el rescate de al menos 120 personas y cuerpos de algunas, lamentablemente ya sin vida.
Las muestras de empatía y sensibilidad ante el sufrimiento humano han sido más que probadas por parte de estos fieles compañeros. Su entrenamiento y la relación con el personal humano es elemental, con jornadas que llevan entre 12 y 14 meses, con entre dos y cuatro horas diarias.
Equipos que en la habitualidad de la vida diaria, a veces no nos percatamos de su invaluable preparación y disposición, pero que esta vez, a todos nos han hecho voltear a verles y valorarles más que nunca.
En su interactuar con el humano se les llama “binomio canino”, por la relación de confianza y empatía que se llega a crear entre ambos, cuya relación emocional al paso del tiempo los convierte en un éxito en tareas de rescate.
En esta ocasión no fue la excepción y quedó más que demostrado que el entrenamiento y la relación humano-canina es por demás un asunto de vida, digno de reconocer.
Sin duda alguna, héroes de cuatro patas, héroes de olfato, de corazón, capaces de generar ternura y esperanza, que en este año, puede decirse así, constituirán el principal emblema del 2017.
“Felices fiestas y próspero año 2018”
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