Jair Bolsonaro, nuevo presidente de Brasil, firmó, nada más tomar posesión del cargo, un decreto en el que transfiere a la Secretaría de Agricultura, fundamental en el país, el control sobre las reservas indígenas del país, que podrá delimitar acorde con los intereses de la industria.

Hasta ahora, quien tenía la competencia para regular las tierras indígenas era el Funai, la Fundación Nacional del Indio, mientras que ahora, la responsable de la materia será la secretaria Tereza Cristina Dias, que hasta estas últimas elecciones representaba a la llamada bancada ruralista del Congreso, que defiende los intereses de la industria.

Ya en campaña, Bolsonaro había afirmado que pretendía abrir más tierras, hasta ahora protegidas, a la explotación comercial.

En Twitter, Bolsonaro justificó ayer su decisión asegurando que  “Menos de un millón de personas viven en estos lugares verdaderamente aislados de Brasil, explotadas y manipuladas por las ONG. Juntos vamos a integrar a estos ciudadanos y poner en valor a todos los brasileños”.

Por otra parte, Bolsonaro se reunió ayer con el canciller de Estados Unidos, Mike Pompeo, que asistió el martes a la toma de posesión. El mandatario brasileño confirmó al jefe de la diplomacia estadunidense su deseo de abandonar el pacto mundial por la migración, impulsado por la ONU y ratificado este pasado mes de diciembre por más de 150 países.

Asimismo, el nuevo secretario de Economía, Paulo Guedes, aseguró ayer que basará su gestión en un plan de “privatizaciones aceleradas” y la reforma del sistema tributario y de pensiones del país.