Una vez más, el debate, previo a la decisión de la Corte, se polarizó entre los seguidores del Presidente y sus opositores. De fallarse a favor de la consulta el Poder Judicial quedaba rendido ante el ejecutivo, vulnerándose la división de poderes, pero de haberse resuelto en contra entonces la Suprema Corte habría defendido a los ex presidentes y sus posibles violaciones a la ley y los derechos humanos durante sus gobiernos. Así de extremas las posiciones, en medio nada, y fue ahí donde se presentó del debate jurídico en el pleno de la Corte.
Sin embargo, mientras se discute y se discutirá por mucho tiempo lo resuelto por la Corte, el hecho es que se sigue evidenciando lo complejo que es hacer en la práctica una consulta, tanto por el procedimiento ciudadano para lograr que se ponga en una boleta un tema, además de la declaración de procedencia de las preguntas que sí se pueden hacer. Así, aún sigue siendo nugatorio para los ciudadanos el poder hacer este tipo de ejercicios de democracia participativa, quedando en manos sólo de los políticos, no sólo a nivel federal, sino que esto es reflejo de lo que hoy es letra muerta también en las entidades.
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