
Bien se dice que “en el Centro, encuentras de todo” y gracias a la publicidad que a diario vemos sobre belleza femenina, ya no sólo se consumen marcas reconocidas a nivel mundial, los clientes también han optado por conseguir productos que prometen dejar tu cutis como porcelana aunque estos sean japoneses, coreanos, chinos y tailandeses.
La moda va cambiando pero la vanidad persiste, así que no importa de donde provengan los cosméticos, sino comprarlos a bajo precio.
Esta mañana al despertar, ya tenía una pequeña idea de donde podía comenzar con la búsqueda de productos de belleza, que en tiendas departamentales podrían ser más caros.
Me dirigí al Metro Jamaica de la Línea 9, introduje el boleto en la ranura del torniquete y fui al andén que va en dirección Tacubaya, para transbordar en la estación Chabacano de la Línea 2, para bajar en Zócalo.
Como era de esperarse, ya había mucho movimiento en las calles cercanas a la estación. A mi derecha, la señora que vende sus últimos tamales, un puesto de periódicos, una enfermera con megáfono invitando a las personas a vacunarse contra la influenza y anunciando que ya son pocas las vacunas que quedan.
Y al fondo, antes de caminar sobre la calle Moneda, se alcanza a distinguir a los turistas que están deseosos de entrar al museo del Templo Mayor y algunos vendedores ambulantes que ofrecen desde bufandas y gorros hasta desayunos completos de 45 pesos.
El primer vendedor sobre la concurrida calle es un niño de no más de 10 años, quien ofrece sobre una manta color rojo labiales de “Kylie Jenner” —una modelo reconocida a nivel mundial— diferentes colores a un cómodo precio de 20 pesos; son pocas las clientes pero él muy animado les indica que son “100 por ciento originales”, incluso las invita a hacer la prueba del producto en la mano para que comprueben la calidad.
En esta calle son pocos los ambulantes con cosméticos, la mayoría vende bolsas de mano o mochilas de colores metálicos y bisutería.
Aquí la tienda que más vende es “la Casa del arete”; un local lo suficientemente amplio como para dividir por secciones los accesorios femeninos.
Más adelante en el local llamado “Novedades y Cosméticos Christian”, la clientela, según una de las vendedoras, les es fiel, pues llevan más de 10 años comprando en el lugar.
“Aquí ya tenemos nuestras clientas de toda la vida, pero últimamente las nuevas vienen en busca de la marca Im”, dice la vendedora mientras entrega mercancía y cambio de un billete de 200 pesos.
El atrio de la Iglesia de la Santísima Trinidad, en la calle de Emiliano Zapata, también sirve como mostrador de la piratería. Ahí hay un puesto ambulante con bases de maquillaje de la marca “Mac cosmetics” en 50 pesos; en una tienda establecida su precio está en más de 500.
El chico delgado y alto que atiende dice que puedo probarlas para asegurarme de que sea mi tono, ya que “no hay compromiso”.
El joven bromea, “una de las cosas que más me gusta de atender el puesto de mi mamá, es ayudar a que las mujeres se vean un poquito más bonitas. La verdad es que el maquillaje es el secreto para no divorciarse nunca”.
Ya en “el callejón de la belleza”, como se le conocen la calle de Alhóndiga, los primeros locales van en contra de lo que pensaba; hay juguetes, ropa, herramientas para reparaciones del hogar, bóileves, anticongelantes para autos y zapatos.
A lo lejos se alcanzan a ver los puestos con extensiones de cabello, labiales, y juegos de sombras.
A media calle empiezan las tiendas especializadas en el cabello. Se vende una amplia gama de cremas para peinar, revitalizantes, champú, acondicionadores, tratamientos para fortalecer y tintes de marcas poco reconocidas por botes o kilos; otros ni si quiera etiqueta tienen.
La clientela es de todas las edades. Cada una buscando lo que más le interesa; por ejemplo, las mujeres de 20 y 30 años se concentran en los lugares en los que venden keratina y ampolletas para el cabello.
Este sector, además, es el que más recurre a las “estéticas al aire libre” donde les pueden poner uñas postizas, les hacen planchado de cejas, depilación con hilo, pinzas y cera, aplicación de tintes, rizado permanente de pestañas, micro pigmentaciones, colocación o extracción de extensiones con grapa, cortes de cabello y maquillajes para todo tipo de ocasión.
Las más jóvenes acuden a los puestos que ofrecen productos japoneses, coreanos y tailandeses; aquí lo que más se vende es la crema de “oso panda” que es un corrector de imperfecciones y emparejador del tono de piel que asegura, con un uso continuo, aclararla hasta dos tonos.
También hay mascarillas negras, que juran limpiar tus poros a profundidad; mascarillas de oro para contorno de ojos, labiales en muchas tonalidades, protectores solares, bálsamos mágicos que cambian según la temperatura corporal, barnices.
Otros de los tantos productos son los contorneadores y correctores para el rostro, los iluminadores, el pegamento para pestañas postizas, así como el jabón aclarante para la piel. En este sitio encuentras desde lo más básico hasta lo inimaginable.
Los precios de los productos incluidos en la lista “de los más vendidos” van desde los 10 pesos en las mascarillas sueltas, los 20 pesos en los labiales y barnices, y los 30 o 50 pesos en bases, protectores solares, sombras, correctores, y jabones de uso cotidiano.
INVESTIGACIÓN. Observé detenidamente los delineadores líquidos que tenían en una canasta transparente, una palabra llamó mi atención: “ftlatos” el cual es uno de los ingredientes base de este producto.
Descubrí que es una sustancia química que suele utilizarse como disolvente, colorante o plastificante y resultan perjudiciales para la salud de las personas debido a que la piel los absorbe y a futuro puede causar daño renal, hepático, pulmonar y en el sistema reproductor.
Otro ingrediente que noté en más de un producto fue el “metanal” que es altamente tóxico, e incluso fue catalogado como un potente carcinógeno —que puede producir cáncer—.
Este ingrediente se puede encontrar en champú, jabones, cremas y pegamentos de uñas.
Rosario, una señora de 60 años con cabello rojo, cejas semi pobladas, tez morena y con labial azul, es dueña de una de las “estéticas al aire libre”.
Al verme concentrada leyendo la etiqueta de un rímel me dijo “yo también tengo mucho cuidado al comprar rímel porque en alguna ocasión leí que tienen una sustancia que te deja estéril”.
Y tenía razón la mujer, sabiendo que contiene siloxanos, que imitan la acción de los estrógenos, continúa con su venta.
IMITACIÓN. Resulta casi imposible para los consumidores saber si un producto es original o no y por ello recurrí a Catalina, una chica que a cambio de dejarme depilar los brazos me diría el truco para saber cuando un producto es rellenado.
Me senté en un banco de plástico, bajo una sombrilla de colores, arremangué mi suéter azul y recargué mi brazo izquierdo en el cojín de “Sally” —una reconocida tienda de cosmetología— de color morado para que Cata empezara con el procedimiento.
Pasó una toalla húmeda sobre mi brazo, posteriormente colocó un polvo blanco que tras cinco minutos de reposó se tornó de un color negro y que durante el tiempo de espera se sentir como algo burbujeaba sobre mi piel.
Tras realizar este experimento obtuve la información que necesitaba, la chica rubia de 20 años me explicó a detalle que los labiales y las sombras de Mac son los más fáciles de imitar y también de vender.
“Las mujeres prefieren ahorrarse unos pesos aquí y llevarse cinco labiales a comprarse uno solo en las tiendas originales”, dijo mientras tímidamente señalaba un puesto donde los productos son de imitación o rellenados.
-“Oso panda” corrector de imperfecciones, emparejador del tono de piel que asegura, con un uso continuo, aclarar la piel hasta dos tonos.
-Mascarillas negras, que juran limpiar tus poros a profundidad
-Mascarillas de oro para contorno de ojos
-Labiales
-Protectores solares
-Bálsamos mágicos que cambian según la temperatura
-Barnices
-Contorneadores
-Correctores para el rostro
-Iluminadores
-Champú
-Acondicionador
-Pegamentos para pestañas
-Y jabón aclarante para la piel
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