
El día de hoy parece inevitable lo que muchos consideraron improbable, que Donald Trump sea el candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos. En un principio muchos tacharon de bufón al magnate inmobiliario, quien hoy es un fenómeno electoral antisistémico en su país.
Fue su mismo rival republicano, Ted Cruz quien hace unos días calificó a Trump de “bufón arrogante y fanfarrón”, mismo adjetivo que varios analistas en México le dieron al virtual candidato republicano cuando anunció su candidatura en junio del año pasado. Quizá los asesores del senador Cruz no le avisaron que ser bufón no es un impedimento para ser electo, incluso en la actualidad pudiera ser hasta atractivo.
En 2008 la crisis financiera global pegó fuerte en Islandia y su sistema bancario, con ello cayó estrepitosamente la credibilidad de sus gobernantes, abriendo paso a que el cómico Jón Gnarr creara en el 2009 el Mejor Partido, organización que pretendía ridiculizar a los políticos tradicionales, pero que de broma pasó a realidad, alcanzando el cargo de alcalde de Reikiavik un año más tarde.
Caso similar se registró en Guatemala, pero esta vez fue el comediante Jimmy Morales quien se levantó con el triunfo en las elecciones presidenciales, siendo la alternativa anti políticos de vieja guardia en ese país.
En el caso Trump parecía en un principio que le venía bien la publicidad, como empresario, como marca, o como showman, que esa sería su ganancia, pero que jamás obtendría la candidatura republicana. Al final parece haber sido subestimado, siendo que en realidad conocía su mercado, los antisistémicos, mismos que llevaron al poder a los Gnarr, los Morales o incluso a los Cuauhtémoc Blanco de cualquier parte del mundo donde haya hartazgo de sus sistemas políticos y los partidos inmersos en ellos.
La contienda presidencial en los Estados Unidos será sin duda un enfrentamiento entre una persona del sistema, representada por la demócrata Hillary Clinton y un outsider, como han llamado a aquéllos quienes no han tenido cargos públicos y embaten desde su posición de externo, en este caso el “republicano” Trump.
Hillary Clinton, que en principio parece ser quien menos daño podría hacer a la relación bilateral México – Estados Unidos, es una persona del sistema. Ha estado inmersa en el poder público por décadas, como influyentísima primera dama en Arkansas y en toda la Unión Americana, senadora y secretaria de Estado. Ella pertenece a una elite política que por increíble que parezca, junto con los Bush, pudieran entre estas dos familias, de ganar la señora Clinton y ser reelecta, tener el poder de la nación más poderosa del mundo por 28 años, sólo interrumpidos por los ocho años de la administración Obama donde incluso ella ocupó la Secretaría de Estado por los 4 primeros años.
Secretaria Ruiz Massieu, la contienda que quizá hoy pareciera ganada por la candidata demócrata pudiera no ser cosa segura ya que el voto de radicales y antisistémicos podría llevar a la Casa Blanca al hombre que apenas en febrero pasado usted llamó con justa razón “ignorante y racista”, que de ser electo sería presidente de nuestro principal socio comercial durante casi los últimos dos años de la actual administración en México. Quizá todos menospreciamos al bufón que pudiera llegar a presidente.
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