C.C.P. Don Manuel Camacho Solís (qepd)
Hace unos veinte años una persona con intereses en incursionar en la política, pero marcadamente de vivir del erario, me preguntó cuál era la posición más importante en el organigrama de la Presidencia Municipal. Entendiendo que lo que esa persona buscaba era pedir el puesto de mayor influencia en la administración, le contesté: depende del jefe.
Mi respuesta no fue lo que éste esperaba, necesitaba que le dijera un cargo concreto, el secretario del ayuntamiento, el particular, el de finanzas, o cualquier otro para ahí apuntar sus baterías, con perfil o sin él. Pero si hoy me preguntaran otra vez, me sostendría en mi respuesta.
En el gusto por analizar la política y a los políticos he podido observar que los puestos importan obviamente por sus facultades legales, pero a veces más por las que se les dan de facto, así como por la confianza personal para compartir información y sobre todo para encargar soluciones en los momentos complejos o en las tareas determinantes para una administración.
El hoy Canciller tiene una trayectoria difícil de encontrar no sólo en la 4T sino en el resto de la clase política mexicana. Dirigente partidista, legislador, secretario de gobierno, de seguridad y de desarrollo social en la capital de la república donde luego fue jefe de gobierno el sexenio completo, subsecretario federal en hace algunos sexenios y hoy Secretario. La carrera de Marcelo Ebrard se construyó de la mano de uno de los ideólogos y generadores de políticas públicas más destacados en los últimos tiempos en el país, Don Manuel Camacho Solís, zoon politikon y hombre de estado, que dejó huella y grupo, siempre creyó en el centro y los grandes acuerdos nacionales.
Dale el balón al que sabe decía un entrenador de futbol, normalmente el que sabe debiera ser el experto en cada tema, pero lo que Ebrard podría ser es un coordinador de gabinete en momentos de crisis.
Esto pasa y pasa siempre, los gabinetes se tienen que llenar, me dijo alguna vez un gobernador, no siempre con los que quieres, sino con los que aceptan. Otros los prefieren mediocres para que no se distraigan armando proyectos propios.
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