Opinión

C.C.P. Dra. Luz María de la Mora Sánchez Subsecretaria de Comercio Exterior

C.C.P. Dra. Luz María de la  Mora Sánchez Subsecretaria de Comercio Exterior

C.C.P. Dra. Luz María de la Mora Sánchez Subsecretaria de Comercio Exterior

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
Unas de cal y otras de arena, así pareciera ser la dinámica de la relación comercial y política con el gobierno de Estados Unidos que encabeza Donald Trump. Apenas hace dos semanas se daba a conocer los aranceles impuestos al tomate mexicano que exportamos a nuestro principal socio comercial, pero por otro lado el viernes 17 pasado se dio a conocer que fueron eliminadas las tarifas que pesaban sobre el acero y aluminio proveniente de México y Canadá. La medida anterior parece ser el precedente que se necesitaba para empujar en el Congreso norteamericano la aprobación del TMEC que será firmado por los presidentes y primer ministro de los tres países, con lo que se genera certidumbre para las economías integrantes y sus sectores más importantes.La muestra de buena voluntad que significa la eliminación de tarifas al acero no debe entenderse como una cortesía para nuestro país ni para nuestros productos. Es en buena medida una demanda de algunos senadores republicanos, quienes advirtieron al presidente norteamericano, emanado de su propio partido, que no votarían a favor del TMEC si no se eliminaban primero las tarifas sobre el acero y aluminio proveniente de sus socios comerciales de Norteamérica.En este mismo marco de los asuntos de comercio exterior, de acuerdo con el Washington Post, varios consejos comerciales y sectoriales de la Unión Americana están en contra de la política comercial proteccionista del presidente Trump. El National Foreign Trade Council ha dicho que a Trump le atrae más administrar las importaciones que expandir las exportaciones. De acuerdo con la misma fuente, el Consejo de Política Automotriz, integrado por las tres grandes General Motors, Ford y Fiat Chrysler, advirtió que la imposición de tarifas comerciales debilitaría la competitividad e implicaría, como ya lo hizo China, que los socios comerciales de Estados Unidos contraatacaran a su vez con tarifas a productos estadunidenses. En realidad, la industria automotriz y de autopartes asentada en Estados Unidos, jamás ha pedido protección.Hay mucho de rescatable en lo que podría ser el desenlace de esta guerra comercial, que ha ido más allá de rounds de sombra. El elemento primordial es que allá jamás se tendrá en cuenta el daño que se haga a la economía de México, sino solamente lo que pueda impactar en la economía interna de Estados Unidos. Por eso toma fuerza la teoría de que el juego del gobierno de México, a través de Marcelo Ebrard, Jesús Seade y Graciela Marquez, puede tener como su estrategia más efectiva el trabajar directamente con grupos de interés afectados por la políticas proteccionistas de Trump, así como estar en permanente labor de cabildeo con distintos senadores y congresistas cuyo electorado sea perjudicado de manera directa por las políticas arancelarias del actual presidente de Estados Unidos.La mala noticia de que China y Estados Unidos tienen un enfrentamiento de aranceles afectó a la economía internacional, pero la reapertura del diálogo entre estas potencias y que esté a la vista la posibilidad de que se acelere la ratificación del TMEC, podría reacomodar positivamente el escenario internacional y por supuesto, al estar involucrado directamente como socio, el de nuestro país. A pesar de las amenazas, México estaría de nuevo en una posición inmejorable para retomar esquemas para seguir haciendo más atractivos para la inversión productiva y más competitivos nuestros productos en el exterior, sin dejar de prepararnos de que sigan llegando una de cal y varias de arena.maximilianogarciap@gmail.com@maximilianogp