C.C.P. Marcelo Ebrad Casaubón Secretario de Relaciones Exteriores
Justo cuando el camino estaba allanado para retornar a una relación de certeza y apertura comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, el presidente norteamericano volvió a mezclar su carrera hacia la reelección con la política económica. Mediante la imposición de nuevos aranceles generales, el mandatario estadunidense también desvió la atención de una de sus crisis políticas más profundas desde que ganó la elección. Ahora la carga está en la cancillería, cuya encomienda tiene fecha de caducidad.
Todo estaba listo para transformar el TLCAN en el TMEC, negociado en buena medida bajo condiciones impuestas por el gobierno de Trump, quien apretó en ciertos sectores para ganar terreno y cumplir con su electorado la promesa de renegociar en su beneficio o salirse del tratado multilateral. A pesar de su beneplácito con lo logrado, los caprichos y las necesidades políticas de Trump siguen generando incertidumbre, igual impone aranceles al tomate mexicano que se los quita al acero de México y Canadá. Pero la reciente decisión no tiene precedente, crear un arancel general para los productos que vengan de una nación socia y cuya renovación del acuerdo comercial se encuentra en proceso de ratificación en los congresos de los tres países de Norteamérica.
Para algunos expertos esta decisión manda un mensaje más allá del vínculo con México, dando al traste con la crediblidad de Estados Unidos como socio comercial, ya que de nada parecen servir meses de negociaciones o años de relaciones comerciales ya establecidas y en operación, si el simple capricho o necesidad de usar las tarifas como herramienta de defensa personal tiene más peso que lo escrito y firmado. ¿Quién quiere negociar con Estados Unidos bajo su actual régimen? Quizá nadie.
Ante un problema político, que no comercial, será el canciller Marcelo Ebrard el encargado de buscar que Trump se desista, aunque la amenaza quedaría latente, cuando necesite apretar esos botones, si su necesidad electoral lo amerita. Ebrard, eficiente negociador, lleva la confianza y encomienda de AMLO; ni tuertos ni chimuelos, el plazo será el 10 de junio.
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