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Chile quiere asombrar al mundo con la primera Constitución surgida de una revolución ciudadana

Este sábado y domingo, los chilenos votarán a los candidatos que deben redactar la nueva Carta Magna que sustituya a la que heredaron de Pinochet, y que incorpora algo asombroso incluso en las democracias más maduras: será la primera paritaria y la primera donde los políticos serán actores secundarios.

Chile quiere asombrar al mundo con la primera Constitución surgida de una revolución ciudadana

Chile quiere asombrar al mundo con la primera Constitución surgida de una revolución ciudadana

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

De una Constitución retrógrada y antidemocrática, la redactada por el general golpista Augusto Pinochet, a una vanguardista, democrática y, lo verdaderamente novedoso, ciudadana. Y todo gracias a una subida del boleto del metro de Santiago, que degeneró en una revuelta popular en octubre de 2019 y acabó en marzo de 2020, con la rendición del gobierno del derechista Sebastián Piñera.

Chile se prepara para los históricos comicios de este fin de semana, en los que serán elegidos los 155 ciudadanos que redactarán una nueva Constitución que reemplace a la actual, vigente desde la dictadura militar.

Al igual que las imágenes de cientos de miles de egipcios en la plaza Tahrir de El Cairo, exigiendo libertad, la de decenas de miles de chilenos en la plaza Italia de Santiago, exigiendo una verdadera democracia, dieron varias veces la vuelta al mundo. Pero, a diferencia de la Primavera Árabe, que fracasaron e incluso en Siria degeneró en una sangrienta guerra civil, la Primavera Chilena está llamada a tener un final feliz.

CINCO MESES DE REBELIÓN

Nada de esto hubiera ocurrido de no haber sido por esos cinco meses de rebelión ciudadana para denunciar el falso mito de Chile como la economía más avanzada de América Latina, como presumía cada vez que tenía ocasión el presidente-empresario Piñera. La realidad es la de un país con una enorme desigualdad social y una clase media que no veía por ningún lado los frutos de ese supuesto “milagro chileno”.

La revuelta dejó un saldo de 34 muertos y más de 3 mil 400 personas heridas y las imágenes de jóvenes que perdieron un ojo por la brutalidad policial causaron indignación y rabia. Pero la protesta masiva no cesó hasta que el presidente anunció la convocatoria de un referéndum para preguntar al pueblo si querían una nueva Carta Magna.

El 25 de octubre de 2020, el 78.28% de los chilenos dijo “sí” a una nueva Constitución. Pero dijeron algo más, algo revolucionario. Votaron para que sea una convención ciudadana de 155 constituyentes la encargada de redactar las nuevas leyes del Estado y no que lo haga, como es normal, una convención de candidatos políticos.

La elección de constituyentes, que se llevará en paralelo a la de alcaldes, concejales y gobernadores regionales, se celebrará entre el sábado y el domingo, para tratar de evitar aglomeraciones por la pandemia.

Las constituyentes son unas elecciones totalmente inéditas, pues en 200 años de independencia Chile ha tenido tres Constituciones (1833, 1925 y 1980) pero ninguna redactada por una convención ciudadana elegida en votación popular.

Además, la convención contará con 17 escaños reservados para los pueblos indígenas y estará integrada a partes iguales por hombres y mujeres, algo que es inédito en el mundo y que en unos meses convertirá a Chile en el primer país en tener un texto fundamental escrito en paridad.

Para evitar la marginalización total, los partidos de derecha acudirán unidos a las elecciones con una lista única, para intentar salvar el modelo capitalista actual, aunque prometen corregir las injusticias que llevaron al estallido social.

Por el contrario, la oposición de izquierdas no logró ponerse de acuerdo e inscribió varias listas, aunque espera coincidir en muchos puntos con los candidatos independientes y con las propuestas feministas de muchas de las futuras mujeres constituyentes.

Entre los candidatos independientes hay pensionistas, sindicalistas, feministas o académicas, lo que es una prueba "ineludible" de la desafección hacia los políticos, según expertos.

NUEVE MESES DE REDACCIÓN

Los 155 redactores comenzarán a trabajar desde una hoja en blanco y, de acuerdo con las reglas fijadas, se necesitará del respaldo de dos tercios de la convención para aprobar las normas que se incluyan en el nuevo texto. “Para bajar los temores de los diferentes sectores se acordaron algunos marcos de trabajo que el órgano constituyente debe respetar: el régimen democrático, republicano, los tratados internacionales vigentes y las sentencias judiciales ejecutoriadas”, explicó Tomás Jordán, del Observatorio Nueva Constitución, plataforma de seguimiento del proceso.

Sus integrantes tendrán nueve meses para presentar un nuevo texto, pudiendo ser ampliado por tres meses más. De esta manera, a mediados de 2022, Chile vivirá un último plebiscito para aprobar la nueva Constitución, que podría servir de modelo a futuras reformas constitucionales en América Latina.

Con información de EFE y El País