
El pasado 1 de abril, el presidente Enrique Peña entregó el Premio Nacional de Ciencias, Artes y Literatura 2017, en el que ningún galardonado hiciera uso de la palabra, como se ha realizado en ocasiones anteriores. Entre discursos oficiales y el desarrollo sin contratiempos del evento, Elena Álvarez-Buylla entregó al mandatario un libro que coordinó, llamado El maíz en peligro ante los transgénicos. Un análisis integral sobre el caso de México.
El texto tenía escrito una dedicatoria especial. “Estimado Lic. Peña Nieto: No pierda la oportunidad de pasar a la historia como el Presidente que blindó la soberanía nacional, la soberanía alimentaria y la dignidad del Pueblo de México.
“El maíz, la biodiversidad y todos los recursos de nuestros territorio nacional son esenciales para la integridad y futuro de México y también lo son para la cultura mexicana. ¡Son de todos los mexicanos! ¡No son cosas, mercancías o bienes privados! Respetuosamente…”.
Álvarez-Buylla, investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM, ha sido la figura principal de un movimiento académico y social contra los transgénicos; ha realizado investigaciones sobre su expansión sin control en el territorio y sobre las alteraciones genéticas en la modificación de genes en otras plantas. Desde hace años, ha defendido su posición la cual, si bien es ideológica, tiene una base científica, ha enfatizado.
Por otra parte, la contraparte de esta posición ha sido encabezada por Francisco Bolívar Zapata, investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM, miembro de El Colegio Nacional y Premio Príncipe de Asturias. Ha sido pionero de la investigación en biotecnología molecular así como de la producción de insulina en bacterias mediante manipulación genética.
Ambos han defendido sus posiciones desde su parapeto académico y han rebatido la del otro con argumentos científicos. Adicionalmente, se han increpado de militar con grupos medioambientales extremistas, como Greenpeace, o con la misma industria de semillas transgénicas, como Monsanto, respectivamente; es decir, la escalada de su contraposición ha sido más que académica y son, de alguna forma, las dos caras de la moneda. No obstante, ambos personajes no habían debatido sus ideas, o más bien sus posiciones, de forma pública. Hasta ahora.
RECUENTO. El año pasado, la polémica se desató de nuevo, después de un estudio encabezado por la científica que da cuenta de que la mayoría de las tortillas y subproductos procesados del maíz, que se consumen en tortillerías y supermercados del país, tienen alguna traza de transgénicos. Aunque para los científicos pro-transgénicos los datos no revelaban en qué cantidad, el estudio tuvo un impacto mediático.
En septiembre de 2017, un texto acerca del estudio fue publicado en la portada de Gaceta UNAM, lo que generó una respuesta y publicación de su contraparte en el mismo medio a principios de noviembre. El documento fue firmado por Bolívar Zapata, Luis Herrera Estrella —investigador del Laboratorio Nacional de Medicina Genómica para la Biodiversidad (Langebio)-Cinvestav, y otro de los principales promotores de los transgénicos en plantas— y Agustín López-Munguía, del Instituto de Biotecnología.
También por esas fechas, Bolívar Zapata promocionaba el libro Transgénicos, grandes beneficios, ausencias de daños y mitos, recientemente publicado por la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), de la que fue presidente, y entre cuyos autores se encuentran especialistas de diversas áreas. En El Colegio Nacional, la UNAM y distintas sedes académicas, se presentó el documento que, refieren los autores, cuenta con toda la evidencia científica necesaria para desmitificar los daños y perjuicios alrededor de estos productos.
Por su parte, Álvarez-Buylla promovía por su parte su libro y su discurso, así como a través de la publicación de artículos de opinión en el diario La Jornada. La historia de discrepancias y contraposiciones se acentuó después de que se dio a conocer de que Álvarez-Buylla fue elegida para recibir el Premio Nacional de Ciencias, Artes y Literatura, reconocimiento que ha obtenido Bolívar Zapata y Herrera Estrella en ediciones anteriores.
La científica fue reconocida por sus estudios en biología del desarrollo vegetal en sistemas complejos, no por sus estudios sobre transgénicos. Desde diciembre del año pasado, la coyuntura ha permitido difundir más su estudio sobre la presencia de transgénicos en tortillas y productos procesados, así como del libro El maíz en peligro ante los transgénicos…, el mismo que la científica entregó con dicha dedicatoria al presidente Enrique Peña Nieto.
INTENTO POR DEBATIR. Es así como llegamos al pasado 11 de abril, donde la contraposición de ideas de estos dos actores, que representan y con la que concuerdan —y polarizan— otros científicos de diferentes instituciones y áreas de investigación, alcanzó el primer debate abierto en la historia del país acerca de los cultivos transgénicos. El acto, llamado “Los alimentos transgénicos a debate”, se llevó a cabo en la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM y fue coordinado por Julio Muñoz, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de esta casa de estudios.
A lo largo de tres días, las mesas de debate se conformaron por un grupo multidisciplinario de especialistas de diferentes instituciones. La mesa inaugural estuvo conformada por Bolívar Zapata, Álvarez-Buylla, Javier Flores —periodista de ciencia—, el mismo Julio Muñoz y Rosaura Ruiz, ex directora de la FC y de la AMC.
Después de la exposición inaugural de Muñoz, cuyas líneas de investigación son la filosofía de la biología y ciencia e ideología, entre otros, el turno tocó a Bolivar Zapata, quien basó toda su presentación en el contenido del libro Transgénicos, grandes beneficios, ausencias de daños y mitos, de la misma forma en que lo ha hecho en foros como El Colegio Nacional, entre otros.
Enfatizó que los transgénicos son una biotecnología moderna y responsable, que no existe evidencia suficiente para demostrar que son dañinos a la salud, además de que es irresponsable e inmoral seguir utilizando pesticidas y agroquímicos en los cultivos, en vez del empleo de productos resultado de la modificación genética. Dijo que afirmaciones como las de Álvarez-Buylla no tienen sustento científico relevante y que los ataques contra la tecnología por parte de organizaciones como Greenpeace o la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), y de la que forma parte Elena Álvarez-Buylla, son producto de la ignorancia.
Acto seguido, como si así hubiera sido premeditado, Julio Muñoz tomó la palabra. Los siguientes 40 minutos estuvieron dedicados a la descalificación y crítica del libro publicado por la AMC, centrando éstos en la apelación de autoridad y argumentos de poder de los autores, rebatiendo el contenido científico con otras citas y artículos científicos. Por su parte, Javier Flores enfatizó la necesidad de realizar investigación científica en transgénicos con el objetivo de aumentar la seguridad alimentaria y enfrentar retos como el calentamiento global y sus efectos en los cultivos.
En su participación, Elena Álvarez señaló que Bolívar Zapata y los especialistas pro-transgénicos han enfatizado que sacar gen e introducirlo, por técnicas de biología molecular y de ADN recombinante, en otro organismo al que no le sucederá cambio alguno, será idéntico y expresará una nueva proteína de interés, lo cual será siempre igual en todos los casos.
“Pero esto es totalmente falso y hay muchísima evidencia en las mejores revista de biología molecular celular y biología del desarrollo que demuestran que este dogma-paradigma reduccionista ha sido superado en biología y no es sustentable”.
En vez de esto, añadió, existe un paradigma contemporáneo que plantea un genoma dinámico en el cual las interacciones y la epigénesis, todo lo que sucede por encima de la lectura directa de los genes, es importante y la acción de un gen es importante en su contexto genómico. “Es decir, si gen se inserta en un sitio del genoma puede tener un impacto en el fenotipo totalmente diferente a que si se inserta en otro sitio”.
Por su parte, Bolívar Zapata dijo que los transgénicos no representan riesgo, puesto que son resultado de genes naturales de un proceso llamado transferencia horizontal de ADN, por el cual se da una reorganización genética. Esta transferencia ocurre cotidianamente en las bacterias y es así como estas adquieren resistencia y ventajas. La transferencia se da con material genético que pasa por la membrana y se instala en el núcleo de la bacteria. Las bacterias son capaces de transferir el material genético a plantas.
“Los genes se pueden mover y reorganizar en el genoma. La presencia de los genes originalmente que dan la capacidad a las plantas de resistencia se han movido. La transferencia horizontal sigue ocurriendo en la naturaleza”, dijo. Esto no lo entienden los grupos antagónicos porque “tienen una visión parcial y limitada de lo que estamos haciendo”.
Álvarez-Buylla: Es casi imposible predecir cuáles serán los impactos de esta alteración transgénica en el contexto de los sistemas complejos (…) los transgénicos son quimeras de secuencias de genes de virus y bacterias para expresar proteínas de interés biotecnológico, quimeras que lejos de ser precisas, que pueden producir mutaciones genéticas que no se pueden explicar”.
Añadió que los mecanismos de regulación epigenética e incluso las condiciones ambientales son esenciales para fijar las posibilidades, o no, de los impactos del fenotipo que los harán distintos. “Esto es suficiente para prohibir la liberación a campo abierto de plantas transgénicas, eso abriría riesgos potenciales para la agricultura campesina puesto que una vez liberados ambiente se moverán”.
El debate de ideas en la Facultad de Ciencias fue eclipsado más de una vez por los factores indisolubles y paralelos del tema, como sus impactos sociales, políticos y económicos. Quizá el verdadero debate fue cerrado por las posturas antagónicas e irreconciliables de los personajes, en un medio ambiente incluso hostil para Bolívar Zapata y para el periodista. Sin embargo, fue un primer ejercicio del cual se podría esperar un intercambio académico menos enardecido por las pasiones e ideologías y cada vez más centrado en la ciencia.
“Los científicos tienen ideologías, tienen historias e intereses”, señaló Rosaura Ruiz. “Esto al igual que los políticos, quienes son quien deciden finalmente las políticas del país, por ello es importante que tomen cuenta todo el conocimiento para la toma de decisiones en estos temas”.
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