Nacional

Círculo Rojo: El Niño, los cholos, las ranas y el llamado del huachicol

Esto no es el Triángulo del huachicol poblano, son comunidades aledañas a la CDMX, sin dejar de estar marginadas. Calles terragosas en torno a la capital, donde todos se mueven cuando se mueve la gasolina robada.

Dos hombres vierten un líquido de un recipiente a otro.
Dos hombres vierten un líquido de un recipiente a otro. Dos hombres vierten un líquido de un recipiente a otro. (La Crónica de Hoy)

Preguntando se llega a Roma, dice el proverbio, y de la misma forma se llega a una pequeña célula del huachicol que, con voz de mujer al otro lado de un teléfono celular desechable (de los llamados frijolitos) ofrece un bidón de gasolina robada a 690 pesos. El camino para lograr esta negociación, en el municipio de Coacalco, involucra también a un menor de 10 años, como primer contacto, y a dos jóvenes con vestimenta de cholo que amarran el bisne.

Crónica se dio a la tarea de buscar huachicol a mitad del desabasto notorio en varias zonas del Estado de México. Pasadas las 10:00 de la mañana, en la colonia Jalatlaco, don Abundio refiere, en una breve charla matutina, que unos jóvenes que no son del rumbo “me ofrecieron gasolina para mi camioneta, yo les dije que no, que tenía tanque lleno y no necesitaba por el momento”.

Don Abundio requiere surtirse de mercancía y llevar lleno el tanque de su camioneta de redilas, pero optó por declinar la oferta de los jóvenes y llevársela por la derecha para no meterse en problemas.

El tendero describió a los huachicoleros como dos jóvenes no mayores de 30 años con gorras y pantalones de mezcilla. Ese día, los jóvenes huachicoleros le mostraron los contenedores de huachicol escondidos en una camioneta destartalada, sin placas, que estaban sobre varios garrafones con supuesta agua potable.

“No supe si alguien les compró, pero dudo que alguien se haya aventado a comprar algo robado”, indica.

No lejos de allí, en la colonia República Mexicana, en las calles que suben hacia el cerro de Coacalco, se sabe que hay quien vende huachicol. Basta media hora de plática para que en las calles sin pavimentar de esa colonia (luego de que varios comerciantes nieguen saber algo) gritos infantiles llamen la atención del cliente del huachicol.

—Don, don… ¿usted quiere comprar gasolina? –pregunta, sofocado por la carrera, el menor de no más de 10 años.

Al recibir una respuesta afirmativa, sin más pide: “No se vaya, ahorita regreso”.

Pasados unos tres minutos, el menor regresa acompañado de dos jóvenes vestidos con pantalones de mezclilla holgados, playeras blancas amplias con estampados y gorras negras.

—¿Que pasó, Mai?, ¿qué, andas buscando gas? ¿cuánto quieres? –pregunta uno de los dos.

—Me interesan unos 10 litros, por lo menos.

—Menos de 20 litros no se puede, Mai, ya ves que está bien caliente la cosa con los operativos y pues no se puede menos.

El enganchador añade que el combustible no lo tenían en ese rumbo, que debe acordarse el lugar de la compra.

Mientras platica, el otro huachicolero se pasea de un lado al otro mientras conversa por un teléfono desechable.

—Que si estás interesado en la gas, Mai –pregunta y extienda el teléfono celular al cliente. Al otro lado del teléfono una voz femenina, con tono amable, dice:

—Hola, amigo, me dicen que te interesa comprar huachicol, ¿cierto?

La voz femenina espera la respuesta afirmativa y oye al comprador decir que es para evitar las filas en las gasolineras.

—Pero uno de los jóvenes me dice que acá no tienen el combustible, ¿entonces en dónde me lo entregan o dónde lo recogería?

—Eso es porque las cosas están muy calientes y con muchos operativos de las ranas (militares); no es fácil sacar la mercancía. La mercancía ya está empacada y la carga va pareja en bidones.

Los jóvenes huachicoleros presentes no pierden de vista al cliente mientras habla por teléfono.

—¿Tengo que dar algún adelanto?

—A la entrega, nunca cobramos por adelantado.

Sobre el costo del bidón (en realidad el huachicol está más caro que el precio oficial de la gasolina), la mujer explica:

—La cosa está muy caliente y está pesado… te sale en 690 pesos, cómo ves, ¿te sirve o no? –y otra vez espera la respuesta afirmativa.

Tratar de regatear no sirve de nada. “No, ése es el precio”, es lo único que dice la voz de mujer.

—Okey, la entrega será a las 10 de la mañana sobre la avenida R-1, delante de la Pirámide, donde empieza Ciudad Azteca, hay un jardín, allí llegará quien hará la entrega y tú le pagas, pero si hay operativo se cancela la venta.

Pregunta como irá vestido el cliente “para no confundirte”.

Antes de colgar el teléfono, la mujer hace una observación más: “Si tardas más de 10 minutos en la hora acordada no hay venta y tampoco si hay operativo”.

Una vez que se corta la comunicación los jóvenes huachicoleros recogen el celular y, sin mediar palabra, dan vuelta y así como aparecieron se desvanecen. El menor de edad también ha desaparecido, pero el enganche huachicolero está hecho.

Copyright © 2019 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México