La epidemia de COVID-19 aumenta la injusticia y la desigualdad dondequiera que golpea. Los progresos logrados con tan arduos esfuerzos para mujeres, recién nacidos y jóvenes se ven amenazados en todos los países y comunidades afectados por el virus, así lo establecieron en una carta abierta publicada este jueves, el titular de la Secretaría de Salud, Jorge Alcocer Varela; la presidenta de la República de Estonia, Kersti Kaljulaid; la presidenta del Consejo de la ASMRN y ex primera ministra de Nueva Zelandia, Helen Clark; y la fundadora de Graça Machel Trust, Graça Machel.

Los autores refieren que, con base en la evidencia científica, el COVID-19 tiene un efecto amplificador de la desigualdad. Por consiguiente, se tiene el deber claro de proteger a las personas más vulnerables y desfavorecidas y de abordar las causas profundas de la desigualdad, por lo que es necesario actuar de inmediato.

En la misiva difundida en el sitio Thompson Reuters, los autores advierten que la epidemia de COVID-19 aumenta la injusticia y la desigualdad dondequiera que golpea. Los progresos logrados con tan arduos esfuerzos para mujeres, recién nacidos y jóvenes se ven amenazados en todos los países y comunidades afectados por el virus. En el documento, las y los autores procedentes de cuatro continentes, hablan con una sola voz en torno a lo que la comunidad mundial debe hacer de forma diferente esta vez.

En primer lugar, advierten, se necesitan políticas y presupuestos nacionales que protejan los derechos humanos y promuevan la inclusión, la equidad y la justicia durante la pandemia como en etapas posteriores, lo cual debe incluir estrategias para prevenir la violencia de género, el maltrato infantil y del personal sanitario, al ser estos delitos que a menudo se ocultan, se debe alentar a las personas a compartir sus experiencias, las voces y el liderazgo de las mujeres, así como el reconocimiento de las necesidades de los niños y las niñas.

En segundo lugar resaltan que se deben centrar esfuerzos en fortalecer los sistemas de salud, en particular la inmunización y la atención primaria en salud, a fin de garantizar la cobertura sanitaria universal, además de extender la infraestructura sanitaria a las zonas rurales y desatendidas y ampliar gradualmente la cobertura sanitaria universal.

En cuanto a las mujeres y las familias especialmente en las comunidades desfavorecidas, requieren apoyo para continuar utilizando los servicios de salud esenciales, incluidos los servicios de salud sexual y reproductiva, lo cual implica hacer las cosas de forma diferente, como trasladar temporalmente los servicios de maternidad a otro lugar, tal vez a hoteles que ahora se encuentren vacíos.

También pusieron en la mesa, la necesidad de destinar dinero a soluciones que se centren en las alianzas de colaboración. “Para poner fin a esta pandemia sin aumentar desastrosamente la desigualdad, necesitamos que muchos interesados diferentes colaboren: sociedad civil, empresas, profesionales sanitarios, donantes y ciudadanos comprometidos. Queremos alianzas de colaboración entre varios interesados que permitan a mujeres, niños y adolescentes participar en la toma de decisiones que afectan profundamente su salud y bienestar”, establecieron.