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Con pañuelos verdes, cientos de mujeres marcharon a favor del aborto

Al grito de “Aborto seguro, gratuito y legal” tomaron las calles v Abundaban rostros de inconformidad y coraje mientras que las historias de abuso y violencia se convirtieron en el combustible para mantener el paso

Al grito de “Aborto seguro, gratuito y legal” tomaron las calles v Abundaban rostros de inconformidad y coraje mientras que las historias de abuso y violencia se convirtieron en el combustible para mantener el paso

Con pañuelos verdes, cientos de mujeres marcharon a favor del aborto

Con pañuelos verdes, cientos de mujeres marcharon a favor del aborto

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La marea verde inundó la tarde del día de ayer la Ciudad de México, impulsada por miles de mujeres que al grito de “Aborto seguro, gratuito y legal”, tomaron las calles, desbordando a su paso una mezcla de emociones, las cuales fueron el centro de atención; por un lado las mujeres que marcharon llenas de enojo, tristeza y frustración, y del otro la ciudadanía ajena al movimiento, que mostraba su rechazo y apoyo ante el movimiento feminista.

Los rostros de inconformidad y coraje abundaban, mientras que las historias de abuso y violencia se convirtieron en el combustible para mantener el paso.

Desde las 16:00 horas las mujeres empezaron a darse cita en el Monumento a la Madre, sobre Insurgentes, donde empezaron a escribir pancartas con frases como “Mi cuerpo es mío“ y “Nos queremos vivas” y uniendo sus voces bajo la advertencia “vamos a abortar el sistema patriarcal”, empezaron a organizar el contingente.

Aunque nubes grises amenazaban con arruinar la convocatoria feminista, pues el Monumento a la Madre lucía desangelado, unas 500 personas  pertenecientes a grupos feministas ya se encontraban en el lugar con grandes lonas y uniformadas con playeras moradas y verdes calentando los ánimos para lo que se convertiría en una marcha solemne hacia el Zócalo capitalino.

Fue en punto de las 17:00 horas cuando las mujeres iniciaron su recorrido, cercadas por cientos de mujeres policías que trataban de seguirles el paso. Las autoridades policiacas eran superadas en número, por lo que desde el inicio fueron incapaces de contener el vandalismo que un grupo de cerca de 30 mujeres encapuchadas empezó a cometer.

Las mujeres policía, protegidas con sólo un chaleco antibalas, trataron de contener los ataques, razón por la cual fueron víctimas de abusos y descalificaciones por parte de este pequeño contingente; se podían escuchar frases como: “Cuidas más a la pared que a una mujer, cómo me gustaría ser esa pared”

Apenas el contingente salió del Monumento a la Madre, un grupo de tres chicas se avalanzó contra los aparadores de la Estación Reforma de la Línea 7 del Metrobús. Era el comienzo de una furia que ellas demostraron con martillo en mano.

En realidad, desde donde provenía el verdadero sentir era desde el contingente, acordonado  sólo por un delgado lazo blanco. Ahí adentro la voz que siempre retumbó como eco fue: “Yo soy mía”.

Eran mujeres de todas las edades. Las recién nacidas, las de uno, dos o tres años. Las más adultas, no más de 60 años, reclamaban “justicia por su hija muerta”. Afuera del cordón blanco ardía la puerta de la Cámara de Comercio de la Ciudad de México (Canaco). Las mujeres policías contenían su fuerza e investidura.

“En una sola línea: ‘avancen. No las toquen. No las toquen. Es provocación’”.

Con un pañuelo morado, las chicas, si acaso 50, se coordinaban para atacar casi todo lo que estuviera a su paso.

Monumentos “hechos por hombres, muéranse” se prendían tan rápido, las mujeres les rociaban gasolina disparada desde pistolas moradas. Traían suficiente combustible en el pecho y en la mano izquierda.

“Aborto, seguro, gratuito y legal”, no dejó de insistirse.

De un momento a otro las mujeres frenaron el paso para detenerse Justo frente al Palacio de Bellas Artes,donde María de Jesús Sánchez Zamudi, madre de María de Jesús, alumna del IPN, víctima de feminicidio en 2016, dio un discurso con lágrimas en los ojos en el que exigía justicia para su hija y para todas las millones de mujeres que han sido asesinadas en todo el país. En solidaridad, las más de 3 mil mujeres que marchaban, levantaron el  puño hacia el cielo guardando un minuto de silencio.

El paso de esta manifestación era a paso muy rápido, muy rápido. A las 18:20 horas, entre la valla que hacían policías con escudos para proteger negocios, como la librería Gandhi, un ciudadano soltó: “No las hemos tratado tan mal”. El comentario tuvo respuesta inmediata. Fue rociado con brillantina morada, gasolina y un rosario de insultos imposibles de repetir.

Las mujeres policías aguantaban. En esta segunda marcha  masiva, más musculosa, marcha contra la violencia, a favor del aborto patriarcal.

Tambores hacían el eco que llegó a mujeres extranjeras: japonesas, chinas y anglosajona también marchaban, también gritaban: “Alerta, alerta, alerta que despierta, toda América Latina será feminista”.

La entrada al Zócalo, se dijo estaba negada.

La fuerza del reclamo derribó esa postura. El contingente de aproximadamente cuatro mil personas entró a la plancha del Zócalo capitalino.

No había una mujer que no pidiera justicia para a todas aquellas que están encarceladas por abortar en estados donde este derecho está garantizado en la Ciudad de México,  en la capital desde donde se replican movimientos.

La manifestación ardía en el reclamo “te dije que no,pendejo no,mi cuerpo es mío,yo decido,tengo autonomía,yo soy mía,porque te dije que no”dándose paso hacia la catedral metropolitana,que se convirtió en el blanco y punto efervescente de las manifestacion.

Las mujeres luchaban contra policías granaderos que defendían la catedral de las mujeres que lanzaban objetos flamantes intentando prenderle fuego y grafiteando las rejas siempre al grito de “pinche iglesia no te metas”

Al caer el ocaso del 28 de septiembre, la segunda marcha feminista en la ciudad capital llegó a su fin con música de Masta Cuba y Marie V que hacían una crítica social hacia la violencia de género a la par que decenas de feministas cantaban y bailaban como catarsis.