Opinión

Condenada a 38 años de cárcel y 148 latigazos

Concepción Badillo, una mujer que rompe barreras
Concepción Badillo, una mujer que rompe barreras Concepción Badillo, una mujer que rompe barreras (La Crónica de Hoy)

A las mujeres y las niñas en Irán no se les permite salir de sus casas sin cubrirse el pelo con una pañoleta o un velo y deben taparse los brazos y las piernas con ropa holgada que no les defina las líneas. Nasrin quería cambiar esto y por eso fue encarcelada.

La activista de 55 años fue arrestada en junio pasado en su casa, tres días después de que finalizó el juicio de una mujer de nombre Shaparak Shajarizadeh, acusada de deshacerse del velo, a la que defendía y quien había sido arrestada junto a su hijo de ocho años. Ambos, gracias a ella, ahora están viviendo asilados en Canadá.

Se cree que el régimen iraní está tratando de intimidar a otros activistas con ella. Primero persiguieron a periodistas y disidentes, ahora van contra sus defensores, estimándose que hay al menos otros siete abogados en prisión. “Algo que no sólo sucede en Irán, sino que lo estamos viendo en otros regímenes dictatoriales como China y Turquía” ha dicho en un editorial el diario The Washington Post.

Desde su arresto, a Sotoudeh no se le ha permitido ver a sus hijos. Se le juzgó en ausencia en una de las llamadas Cortes Revolucionarias, luego de que rehusó presentarse porque se le negó el derecho a escoger su abogado. Se le acusa principalmente de insultar al Ayatollah Ali Khamenei, líder supremo del país, de acudir ante el juez sin taparse la cabeza y de defender otras mujeres que osaron protestar en contra de la obligación de usar el velo. Otros cargos que le adjudican son: propaganda en contra del Estado, manifestarse en contra de la seguridad del país, ser miembro de grupos internacionales de derechos humanos, alentar corrupción y prostitución, disturbios al orden e intentar manipular la opinión pública.

Hasta el momento no se le ha notificado la sentencia por escrito y no se sabe cuándo se llevará a cabo, según le dijo a su esposo, durante una breve llamada telefónica desde la tenebrosa cárcel Evin, en las afueras de Teherán. Ya antes había estado en prisión, de 2010 a 2013, condenada a estar tras las rejas por seis años, pero se le dejó libre, junto con otros diez activistas, días antes de que el presidente iraní pronunciara un discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.

El principal delito por el que siempre se le ha perseguido es su batalla porque las mujeres musulmanas decidan ellas mismas si cubrirse la cabeza o no. Muchas veces el velo o hijab es una expresión de fe, otras un símbolo de obediencia al Corán y a su Dios. Es también símbolo de modestia y feminidad y varía de cultura a cultura, así como varía el color y el material que se usa. Algunas lo llevan porque no tienen opción y porque así lo ordena su tradición o su familia, pero muchas lo usan porque quieren y así debe ser.

Los 138 latigazos constituyen un castigo horrendo y extremadamente cruel, pero no inusual en Irán, donde en 2017 se dictaron más de un centenar de sentencias similares. De hecho, este castigo corporal ordenado por la justicia era común en muchos lugares, pero hoy día es prohibido en toda Europa y ha sido abolido en gran parte del mundo occidental. Se practica, sin embargo, legalmente en 33 países, incluyendo Arabia Saudita, el peor lugar para ser mujer y donde hay infinidad de activistas en prisión.

Algunos países como Francia, Reino Unido, Canadá y Estados Unidos han protestado por el arresto y castigo dictado a Sotoudeh y la condena internacional ha sido casi unánime. Sin embargo, irónicamente, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, parece haber premiado a Irán designándolo esta semana a presidir el Comité dedicado a velar por los derechos de la mujer, cuando la que debería estar ahí, está en prisión.

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